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Per Ángel Padilla
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Más sobre Pegui, la gata pateada por varias personas en Pegalajar

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    Más sobre Pegui, la gata pateada por varias personas en Pegalajar- (foto 1)

    En este diario en que se me permite expresar mis ideas libremente, a mí que soy especialista en temas animales; es decir, en agresiones y violencia hacia los animales; aquí es donde se publicó la historia de la gata Pegui. Una gatita de la que mucha gente habla ya en el estado español pero todos saben tan poco.

    Mis artículos escritos en distintos medios suelen ser muy leídos y compartidos, no porque yo sea magnífico, sino por el sencillo hecho de que enfrento hechos de los que pocos hablan, hechos que todos quieren ocultar y que un grupo de personas dedicamos nuestra vida a visibilizar, convencidos de que haciendo esto lograremos algún día un mundo realmente justo.

    No importa que algún detalle de lo que se narró, usando la voz en tercera persona de la protagonista de los hechos, fuese levemente incorrecto o incorrecto. Lo que importa, y es de sentido común, es el hecho. Que en un pueblo llamado Pegalajar, de quien ni yo, ni como me han comentado, la mayor parte de la gente que me leyeron, tenían conciencia de su existencia más que a raíz de este horroroso y tristísimo suceso: la muerte a patadas de una gatita por un grupo de vecinos de Pegalajar, que aún continúan allí -presumiblemente-, que siguen andando por sus calles sin que nadie los juzgue, que andan entre la gente buena, que seguro la hay, es lógico, ningún pueblo es totalmente malo o totalmente bueno. Hasta en Tordesillas había gente en contra de ese infame festejo, pero callaban por miedo.

    Ahora me importa hablar del comunicado posterior a mi publicación, escrito por el ayuntamiento de Pegalajar.

    Uno esperaría que ante los hechos nombrados, ante la situación suscitada con respecto a los hechos, es decir, la constancia en toda España de que existió una inocente gata llamada Pegui que fue matada a patadas y con palos en un pueblo, de nombre X, el pueblo de nombre X, una vez enterado del abominable hecho, emita un comunicado en el que ni siquiera nombre a la muerta, a la asesinada. Les repito para que lo tengan claro, la gata se llama Pegui. Tiene un nombre. Y tiene unos derechos.

    Pegui no fue nombrada en ningún momento en el comunicado emitido por el ayuntamiento. En dicho comunicado únicamente el ayutamiento lamentaba, con indisimulada rabia y un victimismo ciertamente ridículo, cuánta gente les ha escrito insultándoles por el suceso a través de las redes o los correos electrónicos. Afirma, así, el ayuntamiento que "Pegalajar es un pueblo civilizado y que respeta y cuida a los animales, si ha habido un hecho puntual de maltrato se pone en conocimiento de Seprona y de la Policía Local para que averigüe". Bien, pues ya lo tienen. En su jurisdicción han ocurrido unos hechos constitutivos de maltrato animal según el artículo 337 del vigente Código Penal, en que hay un testigo, Mercedes, y del que ahora son conocedores miles de personas no sólo en el estado español. Porque mi nota fue publicada en el grupo de lucha por los gatos Escuadrón KAT y dicha página es visitada por cientos de miles de personas, internacionalmente.

    Aparte de que la historia de Pegui se ha movido en otras muchas páginas, y ya por desgracia, que no por ventura, se ha convertido en un caso icónico más de maltrato animal en esta España retrasada en tantas cosas, que en comparación con Europa es el país que más casos de maltrato animal se denuncian, horror de turistas por sus fiestas patronales en que se suele martirizar tal o cual animal, desde toros hasta aves pasando por cerdos o por caballos. Este es un país que es anormalmente cruel con los animales.

    Ustedes no se diferencian mucho a los demás ayuntamientos de este estado, tranquilos. No se escandalicen. En realidad son más de lo mismo. Vivimos en un país deplorable en cuanto al trato a los otros animales (los otros, porque nosotros también lo somos). La diferencia la marca la forma en que se afronta una situación como la que les ha venido encima a ustedes. La humildad cuenta mucho. Pero la humildad es hija de una gran inteligencia. ¿Serán ustedes humildes? Hasta ahora no lo han sido. Únicamente han hecho lo que suelen hacer, les repito, los ayuntamientos otros que son tan parecidos al suyo cuando les cae la batería de la moral animalista y todos sus hijos, cada uno hijo de sus padres y de sus madres; replegarse, eso han hecho, victimizarse y sentenciar el esperable: "aquí queremos todos a los animales".

    No se trata de eso. En todo lugar hay gente de todo tipo, ya se ha dicho. Y los criminales que mataron a la gata Pegui, de esos hay en todos lados, desafortunadamente. Pero de cómo se persigue a los asesinos o se convive con ellos es lo que distingue a un buen lugar de otro que no lo es.

    Sólo me queda decir que Pegui intentó vivir, por si quieren ustedes saber algo más de la verdadera PROTAGONISTA de esta historia, ni ustedes ni yo ni la testigo de los hechos, ni tan siquiera sus asesinos (como digo, asesinos de animales hay tantos como estrellas). Pegui es la protagonista, la triste protagonista. Triste porque quería vivir.

    Lo demostró en todo momento a su salvadora de la paliza. Que la llevó al veterinario como conté en el anterior artículo e intentó de todas las formas su salvación, estuvo días entre la vida y la muerte luchando. La gatita fue asistida con todos los conocimientos veterinarios para intentar sacarla de la muerte, porque los mismos veterinarios dijeron a Mercedes que el estado de la gata era incompatible con la vida. Mercedes luchó junto a esa gata en un pulso terrible. Pegui llegó a poder caminar sin tambalearse demasiado, incluso a comer y a juguetear con los veterinarios. Todo parecía indicar que Pegui saldría de aquella y tendría una vida, lejos de un lugar donde un grupo de individuos malditos de corazón la usaron para satisfacer su sadismo. Pero fue tanto el daño que su cuerpo retenía que la muerte -que ya la tenía abrazada- finalmente exhaló en su corazón un aire sin la suficiente fuerza, se detuvo su corazón.

    Mercedes ha denunciado el caso. En la mano de ustedes está tenderle la mano a esta mujer para llegar a prender a los culpables de la muerte brutal de esta gata, como afirman en su comunicado que hacen, de observar en su pueblo un caso de maltrato animal.

    Con ustedes o contra ustedes, la Justicia finalmente zarandeará sus máquinas imparables por ese pueblo hasta hallar los culpables, prenderlos y meterlos en la cárcel.

    Me encantan las medidas que acaban de publicar en el muro de su ayuntamiento respecto a la suspensión de las fiestas de la virgen de las nieves y las medidas sanitarias a adoptar la población respecto al covid19, para la salud y seguridad de todos. Buena gestión por parte de ustedes, enhorabuena, cuidan a sus vecinos. Los gatos también lo son. Vecinos de todos los pueblos de España, aunque España aún no lo sienta así y crea que son una especie de plaga o peste, y los acose de las mil formas.

    Ustedes no tienen otra cosa más que hacer que, como ayuntamiento, denunciar en unión con Seprona este caso de maltrato animal que se ha producido en su pueblo. Todo lo demás son palabras, o silencios.

    Si eligen el silencio, deben saber que se puede denunciar a un consistorio, depurando responsabilidades personales, respecto a un caso que conocen de maltrato animal en su jurisdicción y ante el cual no ejecutan acción alguna en reparación de la honra de la víctima.

    Elperiodic.com aclara: Manuel Carrascosa Torres, Alcalde de Pegalajar, ha hecho llegar esta respuesta tras las acusaciones vertidas a la localidad en este artículo firmado por Ángel Padilla.

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