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Per Ángel Padilla
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España no es un lugar seguro para la libertad

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    España no es un lugar seguro para la libertad- (foto 1)

    Hoy se conocen las sentencias a los "líderes" de las protestas llevadas a cabo en Cataluña durante días en los que, aún llevándose a cabo las multitudinarias protestas en Barcelona, pacíficamente, personas mayores, incluso niños, resultaron heridos por las cargas y golpes de los antidisturbios. Ese día el mundo no entendía nada. Se veía a un pueblo en la calle, pidiendo algo que creía justo, y a los sicarios del poder hispano, los cuerpos de seguridad de todo tipo, militancias bien preparadas para causar daño, golpeando por doquier a gente que, la mayoría, no hacía nada, estaba parada, fue increíble. Hubo mucha sangre, indignación e incomprensión. Frustración y sobre todo se vio ya el odio que muestra el Estado español a cualquier ente que quiera separarse de él, la "soberanía" de su poder no quiere se vea mermada, troceada. Esto es todo su feudo, se notó, y ningún rincón debe alejarse de sus mandatos y escrutinios impuestos.

    No teniendo bastante con haberse ejercido masivamente una violencia por parte de la policía, que no tenía sentido represor o de defensa, apagadas poco a poco las protestas bajo la promesa de una vía de negociación real para atender las peticiones, el segundo golpe para la libertad y los derechos fundamentales fue observar cómo la mayor parte de los organizadores, idearios y sustentadores de las protestas fueron encarcelados provisionalmente, acusados nada menos que de sedición. Esto es España.

    Sorpresa mayúscula todo, aunque ya los que conocemos bien cómo actúa el dictatorial estado español -que es dictadura encubierta-, esperábamos que finalmente, pasado el tiempo y en frío, el delirio de avidez de sangre y pisar cabezas se rebajase, al menos por vergüenza internacional, y o, como poco, rebajasen al mínimo las (injustas) penas de cárcel a los detenidos sin razón, o como lo deseado por sentido común y derecho, fueran puestos en libertad y resarcidos por el tiempo injusto de estancia en la cárcel.

    Pero no, hoy se conocen las penas para estas personas que fueron "uno más" entre los que pacíficamente pidieron "algo", lo que sea, en las calles. Pero les tocó estar en la parte organizativa de las salidas a las calles. Cada uno de ellos ha sido condenado a unos diez años, o más.

    Las sentencias son medievales. Eso, y si existiera aún el garrote vil, haber sido condenados a garrote, hubiera sido parecido.

    España, quienes la conducen -fascistas-, y gran parte de su pueblo -tristemente- querían machacar el aliento de quienes buscan ser "otra cosa" que españoles.

    Lo que sea. No catalanes. Si hubieran pedido autogestionarse siendo teletubbies, les hubiera dado lo mismo, el resultado hubiera sido palo y trena. Porque si naces aquí has de ser español. Has de soportar el alarmante paro laboral. Soportar que la llamada democracia es un ente engañoso, esto es: todos tus vecinos engañados por la propaganda de la tele (secta) yendo a votar a quienes se les ha dicho que ayudarán a sus intereses; todo falso. Todo estúpido. De la enorme incultura de estas gentes se proyecta lo que los gobernantes hacen a cuerpo de rey, robar y robar y que la monarquía siga allí, tocándose coños y cojones y exprimiendo a millones de personas, "porque soy el rey", en pleno siglo XXI. ¿Reyes? ¿Reinas? Esas palabras deberían haber quedado ya en los cuentos y novelas, no en la realidad. Es escabroso, cruel, delirio.

    Un girar y girar de simbologías de presos atados de cadena en pies en un patio de cárcel, los españoles, creyendo que deciden, creyendo que viven, que son libres, y cantando en la noche de la peniteniaría un himno que creen hermoso y es un Réquiem, mientras los carceleros les arrebatan lo poco que tienen en las celdas. Sólo quedan en calzones y bragas, eso sí, diseñados con los colores de la bandera española. Sonríen sin dientes a la cámara, y les dan el D.N.I., y a quien no tiene ese documento lo odian por no tenerlo.

    Los que quieren salir de esta cárcel, serán rodeados y chivados al jefe de cárcel.

    Como anarquista el nombre de España no me dice nada. Tampoco el de Cataluña.

    Como poeta y como persona, como animal, hoy veo a un grupo de gente violenta y odiadora que ostenta poderes fabulosos sobre los demás -que nunca entenderé cómo se llegó a esto, dominantes y dominados sin remedio- y que a los que no han querido cantar al amanecer su Requiem diario, los han lanzado a empujones a la cárcel de por vida.

    Porque condenas de 12 años para las edades que tienen esas personas condenadas de Barcelona, se puede entender como de por vida. Abundando en que estar en la cárcel siempre, aunque sea un día, por lo doloso que es, es de por vida.

    Este país es una vergüenza, aquí vienen de otros países a ponerse morados a beber, porque hay permisividad para toda esa mierda del balconing y disfrazarse de gilipollas, y cuando hay fútbol, siempre hay peleas campales y nadie hace nada, porque el fútbol es deporte muy respetado en este lugar. Y despellejar con espada y que vomiten rojísima sangre toros bajo el sol mientras mujeres, hombre y niños asisten gustosos, es seña de identidad para el español.

    Aquí se protesta en los bares, gritándole al de la barra, con la televisión del bar puesta a toda pastilla. Y luego se vota, que hay que votar, si no tu voto se lo lleva el que blablabla.

    O eres todo eso o no eres español. ¿Sabes?

    Di algo que nos moleste, se ha dejado dicho en el aire, que te vas pal hueco, hijo de puta.

    Y así está la cosa.

    Entonces, quedando todo claro, sólo queda ya la defensa propia.

    Que por supuesto la usaremos.

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