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Per Ángel Padilla
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Por qué el concepto de feralidad matará en masa a los gatos

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    Por qué el concepto de feralidad matará en masa a los gatos- (foto 1)

    En este artículo va un nuevo intento de seguir clarificando lo que con tanta sencillez dice la bióloga y animalista Rosa Más González, en tanto a la polémica de la existencia o no de los gatos ferales y las implicaciones que la tan nombrada "feralidad" podría tener, en negativo, hacia los gatos incluso, y sobre todo, en la nueva ley de protección nacional de los animales domésticos que se está preparando, Rosa Más me dijo, en su forma tan concreta y limpia con que habla: "No sé por qué no entienden que un gato es un gato".

    Me limitaré a decir que para la legislación vigente, los gatos, tanto los que tengan la mala suerte (la mayoría de ellos) de malvivir en las calles, como para los que tienen la inmensa suerte de vivir en un hogar donde son bien tratados, los gatos, todos, son animales domésticos, éste ("doméstico") es el término que se usa en el léxico jurídico para denominar a todos los gatos, que son amparados y protegidos en el artículo 337 del vigente Código Penal. Causa asombro que la domesticación de siglos del gato impuesta por los humanos desde la civilización egipcia hasta nuestros días, no pueda ser suficiente como para que entre esos gatos ya adaptados a nuestro mundo humano, vulnerables por completo a él también, aparezca como de la chistera de un mago una rama inventada del gato domesticado. Gato feral es el mismo invento torticero como lo de toro de lidia. Existe el gato y existe el toro. Ya.

    Todos conocemos cómo el concepto de feralidad se ha extendido (más, creo, en la actualidad) como una realidad, asumida como real incluso entre la gente que cuida y protege a los gatos. Si se aceptase que existen "gatos ferales" y gatos domésticos, entonces podemos colegir de inmediato que la totalidad de los gatos de la calle corren un inmenso peligro, porque de recogerse este error letal en la ley estatal (cosa que impediremos se produzca), ayuntamientos, conserjerías, la población en general, obtendrían una arbitrariedad y una manga ancha sin confines para asesinar gatos, colonias enteras, afirmando que son ferales. Y vaya uno a denunciar a un juzgado y que el juzgador determine si los gatos que ya no están y fueron "sacrificados" en perreras, envenenados o apaleados, eran ferales o domésticos (cosa imposible de dirimir puesto que no existe tal división etológica real entre los gatos). Con lo cual el delito de odio y masacre continuada contra los gatos en este país se extendería hasta el infinito y sería del todo impune, mucho más que en la actualidad es impune todo lo que se les hace horriblemente a los gatos en las calles y basurales donde intentan subsistir esos niños eternos que son los pequeños felinos en España.

    Para clarificar por completo el punto de la No existencia de la feralidad, traigo la voz de la bióloga Rosa Más, que arroja luz con contundencia sobre el malentendido que les puede costar la vida aún a más miles de gatos de los que son perseguidos y asesinados día a día en un país que, erróneamente, sigue señalando a los hipermaltratados gatos como "plagas", en su ignorancia sobre la biología, etología y las cuestiones más básicas.

    ESCRITO DE ROSA MÁS GONZÁLEZ EN DEFENSA DEL GATO Y SU ENTERA PROTECCIÓN LEGAL

    Las distintas normativas suelen clasificar a los gatos en tipos tales como errantes, silvestres, ferales, etc., sin embargo, se trata siempre de animales domésticos. En efecto, según explica D. Miguel Ibáñez Talegón, (Profesor Titular de la Universidad Complutense de Madrid), no existen perros, gatos u otras especies de animales asilvestrados; por el contrario, se trata siempre de animales domésticos abandonados o perdidos y de sus descendientes.

    1. El término “domestico” es tan rotundo que su naturaleza no permite la posibilidad de perder condición por el transcurso de poco ni mucho tiempo.

    2. La condición de “animal doméstico” califica definitivamente al animal desde su nacimiento: se es o no se es “animal doméstico”.

    3. Esta condición es inamovible y deriva de una cristalización genética y no caben situaciones intermedias entre las especies domésticas y salvajes. De la misma manera y por la misma causa que no se pierde la condición humana, por muy injustificado e irracional que sea el comportamiento de una persona (no hay persona-animal, animal- persona o semipersona).

    4. Los gatos, como animales domésticos que son, no pierden su carácter o condición de domésticos aunque hayan sido abandonados o se encuentren sueltos por la calle sin la presencia de su propietario.

    En el caso concreto de la inadecuada calificación de algunos gatos como ferales, el error es aún mayor y se debe a una incorrecta traducción del inglés. En este idioma, feral significa silvestre, que no sería admisible por lo anteriormente expuesto, pero en castellano encontramos la siguiente etimología y definición según la RAE:
    FERAL
    Del lat. ferālis 'de fiera'.
    1. adj. desus. Cruel, sangriento.

    Adjetivos como cruel o sangriento en ningún caso son aplicables a los animales abandonados perdidos o a sus descendientes, que es como deben quedar definidos los gatos que aparecen en el entorno, independientemente de que se trate de áreas urbanas o no.

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