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Per María José Navarro
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La conciliación laboral y familiar: esa utopía

    Llega junio, y con él empieza un período (largo, muy largo) en el que muchas familias se encuentran con un grave problema para conciliar la vida laboral con los horarios escolares, pues con la llegada de junio aparece la jornada continuada y se acaba el comedor escolar en la mayoría de los colegios. Comedor, que no se volverá a poner en marcha hasta octubre. Largo, muy largo es este tiempo, tanto para las familias que aún tienen la suerte de tener trabajo, como para las que el comedor escolar es la única posibilidad de ofrecer a sus hijos una comida al día.

    Y es que, después de tantos años de reclamaciones por parte de las AMPAs, las administraciones aún no se han llegado a poner de acuerdo en algo tan sencillo como ampliar el período de becas durante los meses de verano, y mantener los comedores escolares abiertos, con lo que beneficiarían tanto a las familias que aún teniendo trabajo necesitan de esa beca y de ese servicio para poder seguir trabajando, como para las que necesitan salir a la calle a buscar ese empleo que no tienen.

    ¿Tan difícil es de entender? ¿O es que después de tantos años luchando para conseguir esa conciliación de la vida laboral y familiar, que llevaría a la mujer a la verdadera igualdad de condiciones, va a resultar que no se ha conseguido nada? Pues efectivamente, en este tema, seguimos como siempre… Es decir, durante cuatro meses, las familias van a tener que hacer verdaderas piruetas organizativas para atender a sus vástagos: Algunos, los que todavía tengan la suerte de tener unos sueldos dignos, podrán optar por dejarlos en alguna actividad extraescolar o emplear a alguien que les resuelva el problema. El resto tendrán que echar mano de yayas y yayos, tíos y tías, amigas y amigos, vecindario… todos movilizados, para recoger a los niños y niñas del cole al mediodía, darles de comer y atenderles hasta que sus progenitores lleguen del trabajo. O, en el peor de los casos, serán las mujeres (casi siempre nos toca a nosotras) las que deban renunciar a su trabajo para poder atender a sus hijos.

    Con esto no estoy hablando de que los centros escolares tengan que ser guarderías en las que dejar “aparcados” a los hijos, estoy hablando de la aplicación de políticas que sean compensadoras de las diferencias y de las desigualdades, al igual que se ha hecho en la mayoría de países europeos, en los que existe una verdadera conciliación laboral y familiar. Estoy hablando de empresas con horarios flexibles o con programas para hijos de empleados, estoy hablando de ayudas para las familias y centros escolares abiertos con actividades lúdicas y educativas durante el verano…

    Y es que en nuestro país, a pesar de los avances que se produjeron hace unos años, en estos momentos de crisis el retroceso es claro y las mujeres se llevan la peor parte, siendo la tasa de paro superior a la de los hombres y los recortes han provocado un empeoramiento de la corresponsabilidad y la conciliación de la vida familiar y laboral, aumentando así la desigualdad entre géneros.

    Largo, muy largo es el verano para muchas familias. Largo, muy largo el camino de la conciliación…

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