Agosto gris, septiembre negro

Se ha acabado agosto y con él el periodo vacacional y la inactividad política y social. Sin embargo, a diferencia de otros años en el que las noticias daban para muy poco y solo se hablaba de las altas temperaturas o de las fiestas locales, este agosto ha estado lleno de noticias de esas que dan para hablar mucho: fraudes familiares y dimes y diretes sobre ello, anuncios políticos de cambios en la ley electoral de muy dudosa catadura, el Ébola, la masacre de Gaza, el conflicto en Ucrania, 8 mujeres asesinadas por sus parejas, casos de violencia sexual con inoportunos e inapropiados comentarios machistas posteriores… Yo diría que ha sido un agosto muy gris y bochornoso, políticamente hablando.

Sin embargo, septiembre no va a ser mejor.

En el terreno educativo comienza un curso donde la sombra de la retrógrada LOMCE va a ennegrecer más el ya desgastado sistema educativo, que lleva años sufriendo la aplicación de recortes y leyes absurdas. Becas casi inexistentes, familias sin recursos, aulas masificadas, centros deteriorados, barracones, nuestra lengua masacrada, menos profesorado, menos especialistas, hacen que éste sea un curso difícil, solo salvado por la profesionalidad de la gran mayoría de docentes y el buen hacer y solidaridad de los padres y madres que trabajan en las AMPAs.

El terreno político no va a ser menos convulso, con el gobierno del PP anunciando un cambio en la ley electoral para hacerla (dicen) más democrática y con la que las listas más votadas tendrán las alcaldías.

Y claro, yo, como muchos ciudadanos y ciudadanas de este país, nos preguntamos dónde reside la democracia en ese sistema, que va a impedir la toma de decisiones de los gobiernos locales.

Todoaderezado por los casos de corrupción que no cesan y a los que ya estamos acostumbrados, y, que a pesar de la gravedad de los mismos, no han sido suficiente para que nadie dé una explicación y mucho menos presente una dimisión. Por no hablar de la nueva ley de seguridad ciudadana que cercena nuestros derechos civiles de una manera feroz.

Y si este panorama no es suficientemente oscuro, ahí nos encontramos con lo social, en el que los recortes aplicados a las políticas sociales nos han dejado un terreno yermo, en el que las familias cada vez están más ahogadas y sin demasiadas expectativas de mejora.

En el que los dependientes han visto reducidas, cuando no eliminadas sus ayudas. Donde planea la sombra de la privatización en educación y sanidad, para beneficio solo de unos pocos… Donde se han recortado presupuestos para trabajar la igualdad y los problemas de género. Donde la reforma de la ley laboral produce trabajo precario e inestable. Donde una anunciada y repudiada reforma sobre la ley del aborto coartará a las mujeres su derecho a decidir.

Ante tanta negrura, solo cabe decorarla con colores, y eso debemos hacerlo entre todas y todos. Decoremos nuestro futuro. Démosle una capa de verde esperanza (no la Aguirre) que es lo último que tenemos que perder, también algún tono violeta para recordar que la lucha de las mujeres no debe parar, alguna pincelada amarilla en defensa de la escuela pública, alguna también en blanco por la sanidad pública y, en definitiva, un arco iris multicolor que nos haga ver todas las posibilidades que tenemos las ciudadanas y los ciudadanos en nuestras manos para hacer que todo cambie. Ahhhhh, y el rojo que no nos falte…