Funcionarios, políticos, liberados o empresarios

La gente desconfia de la situación y del futuro, pero sobre todo desconfían de que quienes están al frente del negocio sean capaces de sacarlo adelante. Para unos los políticos españoles son unos inútiles, lo peor de la transición; y para otros cada uno de ellos va a lo suyo, que asegurarse la pitanza desde cualquier sitio que encuentren en sus respectivos partidos. La pedrada a Berlusconi no tardará mucho a verse en cualquier calle española contra cualquier concejal que simplemente pasaba por allí.

Por eso lo de Diaz-Ferrán introduce un elemento de valor en esta decadencia. ¿Quiénes deben dirigir este país en crisis? ¿Funcionarios pegados a la teta? ¿Liberados políticos, sindicales o empresariales que tienen que amarrarse al puesto como sea para seguir ganando buenos sueldos? ¿O ciudadanos que están en la gestión diaria de sus trabajos y saben lo qué pasa en la calle?

En España la democracia ha ido construyendo una casta que en situaciones como esta ahonda en la brecha con la ciudadanía. González aún fue abogado laboralista en algún momento y Aznar ganó unas oposiciones. Pero Zapatero, Camps, Montilla, Carme Chacón e el mismísimo Pedro Solbes están en el banquillo de los cargos desde que se quitaron los pañales. Han sido listos para hacer las maniobras necesarias para llegar hasta donde han llegado, pero está por demostrar su capacidad para gestionar un país, una comunidad o un ayuntamiento. Y como es de ley, se rodean de los más inútiles, no vayan a hacerles sombra.

En los sindicatos y patronales aún es peor. Cándido Méndez es funcionario de UGT desde que Nicolás Redondo estaba en el metal y el de CC.OO, Ignacio Fernández Toxo, más de lo mismo. Al menos Diaz-Ferrán es un patrono que se juega los cuartos, mientras los anteriores de la CEOE, José María Cuevas, era un funcionario pagado por las grandes empresas y los fondos de reptiles acostumbrados. De ahí posiblemente que, de repente, prendan ahora todos los fuegos de Air Comet, Marsans, Caja Madrid y demás deudas de Diaz-Ferrán. ¿Y qué empresarios no tiene ahora deudas?¿Qué pasa si se hacen públicas las deudas de todos los que mandan?

Todo esto indica que en la política española hace falta el mismo gran cambio que se está produciendo en la economía. El nuevo modelo productivo español, el real, no el que predica Zapatero, se impondrá después de un 2010 intentando rehacer un Frankenstein. Y entonces muchas empresas morirán, otras tendrán que reinventarse y otras nacerán. En política deben desaparecer muchos inútiles y chupatintas y que aparezcan otros gestores capaces de recuperar la confianza en los políticos. ¿Quién soltará la teta?

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