Cajas valencianas: el reparto del papel
Vamos a ver el galimatías. Que Camarasa (PSOE) entre o no en la vicepresidencia de Bancaja es una cuestión de sillones y dietas. A este Pepe no quiere Alarte en las Cortes y la salida honrosa era coche y sueldo como vicepresidente de Bancaja. Una vez allí dentro haría (y hará y si no al tiempo) lo que tenga que hacer. A Catalunya, por edad y conveniencia, lo mandan a la Fundación, donde seguirá haciendo lo que mejor sabe hacer: conspirar y gestionar las relaciones entre los opuestos. El PSOE de Alarte queda con el culo al aire y el de Lerma mantiene sus poderes.
Que Uncio no entre en el Consejo de Administración de la CAM es una imposición del PSOE de Alicante (más Ripoll) que se supone que frena el control de Camps en la Caja de Alicante y Murcia. Crespo se cree que ha ganado, pero su alianza durará menos que un helado en el Sahara. La obligada salida de Gil Terrón le ha salido mal hasta a su aliado histórico, la UGT. La personalidad del tal Uncio es otra cosa. Es como el soldado. Tiene un valor por demostrar que nunca ha demostrado.
Pero la realidad es que todo esto sirve para poco. Bancaja y la CAM tienen su historia marcada por el Banco de España y los balances. Los Camarasa, Uncios y demás son flor de medio día, aunque, titulares aparte, como está ocurriendo últimamente los políticos no se enteren que la cosa ha cambiado. ¿Qué van a hacer Crespo, Uncio o Gerardo Camps con las 700 viviendas del Pocero que la CAM tiene en Seseña? ¿O el crédito que tiene Bancaja con Marina d’ Or en la nueva fase ni urbanizada en Oropesa-campings?
El Banco de España les dará la respuesta. Primero esperar a ver cómo se lo hace La Caixa. Se fusionan todas las demás de Catalunya y después van a pedirle a Isidro Faine que los salve. Y la Caixa está en todo su derecho a ser la única caja autonómica porque Caja Madrid ya lo es de lo suyo y más allá.
Segundo. La CAM está obligada a una fusión operativa antes de que acabe 2010 porque sus balances no dan para más. Si coquetea con Caja Madrid, Crespo puede acabar como el director territorial de Levante. Si acepta el envite de Gerardo Camps aún pueden regularizar balances con la ayuda del Banco de España. Y hay tanto por sacar sin salir del mercadeo de Hansa Urbana.
Por eso Bancaja, con un castellano (Olivas) metido a fenicio, presiona para que antes del verano aprueben una ley autonómica que priorice las alianzas interregionales, lo que ya está asumido en Catalunya y Andalucía por aquello del interés patrio.
Conclusión. Lo de los sillones es una tontería. Antes del verano la ley autonómica. Después el Banco de España presiona a las cajas del segundo nivel y pone los balances encima de la mesa. Después la CAM intenta escarparse de su destino en lo universal y Bancaja tontea. Y al final, allá por finales de 2010, todo es uno y hasta las rurales, con Gisbert a la cabeza, se plantean si sumarse a la unidad del mercado financiero. ¿Y si no es así? Pues a pasar hambre crediticia y seguir hundidos en el reparto de sillones.
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