El hombre del espejo

Ni Zapatero ni Rubalcaba se atrevieron tampoco a presentarse este año en Rodiezmo dado que habían incumplido lo prometido el año anterior. Bajar los sueldos de los funcionarios, congelar las pensiones, retirar importantes prestaciones sociales que ellos mismos habían decidido no son precisamente ejemplos de su compromiso con las políticas sociales. Y, desde luego, no hay mejor política social que la creación de empleo y el tándem socialista ha demostrado ser el campeón europeo del paro.

Cerrado en falso el liderazgo de Rubalcaba, el PSOE se enfrenta a su más profunda crisis de dirigentes desde el año 2000. La situación recuerda los tiempos de Borrell-Almunia y su cainismo. Zapatero abrió en el año nuevo su sucesión por imprudencia o por mal cálculo. Si esperaba que aquel secreto sobre su futuro que sólo sabían Sonsoles y un compañero de partido se diluyese como un azucarillo, se equivocó. Acaso pensó que sería uno más de sus globos sonda, pero esta vez su partido entendió el mensaje de que se iniciaba, lo quisiera o no el protagonista, el post-zapaterismo. Y desde entonces el presidente, el PSOE y, por desgracia, el país entero como reflejo, han padecido una agonía. O sea: el tiempo que dura vivo un enfermo en sus últimas horas.

Que Zapatero suponía un lastre para el PSOE era un convencimiento general. Los barones autonómicos y provinciales no deseaban su apoyo en las campañas electorales del 22 de mayo. Y, precisamente porque no se ha ido, porque se ha ido sin irse, la cuestión se ha complicado aún más y Zapatero sigue siendo el lastre que era para el PSOE y, además, sin el halo de quien concita seguridad de futuro. Porque el futuro ya no es Zapatero. Más real: Zapatero desde ha ce muchos meses no es ya ni el presente. Este es el escenario peor que podía darse en una España en grave crisis, con el paro rampante y la economía aún sin tocar fondo. Al concluir 2010 e iniciarse 2011 sólo había avanzado el PIB hasta el 0,6%, con una inflación que en febrero de 2011 era de un 3,6% y con un paro superior al 20% de la población activa, sin contar los sucesivos apaños cosméticos de las cifras de parados que han estado bordeando los 5 millones. Para crear empleo se necesita un PIB de al menos un 2,6% a juicio de los expertos y esa tasa no se puede alcanzar con una incesante subida de la gasolina, el butano, el gas y la electricidad. La mala política llevada por el gobierno de la nación también ha agravado la crisis al permitirse la subida de precios de las materias primas básicas objeto de negociación en las Bolsas de productos: en un año –valor en dólares a mediados de marzo– la subida media ha sido de un 42,4%. Trágico para nuestras importaciones.

Por ello sus promesas electorales han sido muchas y tácticas. Las que puede esgrimir un partido que sabe que no va a gobernar y no tendrá que hacerlas realidad. Sic transit gloria mundi. Y la realidad es que la política de Rubalcaba, como estamos viendo en esta precampaña electoral, es la misma que la de Zapatero para quién ha servido y, por eso, no encuentra discurso alguno que convenza a nadie.