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Da vergüenza ajena aceptarlo pero Zapatero ha vuelto a engañar a los españoles. En esa especie de baile de supervivencia que lleva ofreciéndonos desde 2008 con pasos atrás, adelante y caracoleos optó por anunciar que no se presentaba como candidato a las próximas elecciones generales. Estaba cantado que alguna decisión tenía que tomar. Todos los observadores políticos barajaban dos posibilidades: Que Zapatero anunciase su incomparecencia electoral después del 22 de mayo dejando la secretaría general del PSOE o que anunciase elecciones anticipadas. Zapatero vivía la pesadilla de estar acorralado por su propio partido, por sus barones, por sus más cercanos. Surgían los incendios verbales en cada Comunidad, en cada ayuntamiento importante. Sus eventuales sucesores ya no guardaban prudencia alguna. Sencillamente se postulaban como tales. El número de ellos, además, crecía. Y en este escenario de despropósitos Zapatero, muy suyo, cerró la herida en falso nombrando a Rubalcaba. Lo hizo ante un Comité Federal de caras largas y reacción gélida en el que no se habló del futuro de España sino del futuro del PSOE. La intervención de Zapatero ante los suyos en el Comité Federal fue patética, mentirosa, sin emotividad, sin grandeza y sin credibilidad. El resumen de su gestión, sus logros, suenan ya a letanía. He sostenido más de una vez que Zapatero más que mentir se cree sus propias mentiras; algo así como un mitómano de sí mismo. Pero ya no estoy tan seguro. En un mitin en Murcia, pocas horas después de su anuncio, destacó que desde que llegó al Gobierno ha mantenido <>. Con tal autocomplacencia nada se puede esperar ya de este hombre. ¿Ha mantenido las señas de identidad socialistas? En su actuación las ha acabado negando todas. Ni ha seguido la política nacional del PSOE, con tantas derivas, por ejemplo la del Estatuto Catalán; ni ha seguido la política internacional del PSOE, con una estrategia exterior caótica y contradictoria que pasa por Castro, Chávez y Evo y desemboca en una “guerra preventiva” en Libia. Ni ha seguido la política institucional del PSOE, bordeando la Constitución de 1978 y marcando como su referencia la Constitución de 1931 y la Segunda República al tiempo que desterraba el talante de la transición. Ni siquiera ha seguido la línea ideológica de González, residenciada en la moderación centrada, ya que se retrotrajo a un radicalismo que el PSOE había arrumbado y gracias a ello consiguió la mayoría absoluta de 1982. Toda la política de Zapatero no ha sido otra cosa, en definitiva y en la práctica, que una moción de censura a la línea seguida por González. Acaso por ello González alcanzó el poder y se mantuvo en él trece años y Zapatero va a perderlo a los siete y medio y trampeando toda esta legislatura. ¿Cómo puede repetir el todavía presidente que ha preservado las políticas sociales? Y, Rubalcaba, no lo olvidemos ha sido quién permanentemente ha estado a su lado, ha estado asesorándole y ha estado tanto o más que él implicado en las tareas de gobierno. Por eso, ahora, no basta con mentar el bálsamo de Fierabrás, diciendo que se sabe cómo curar todos los males cuando se ha estado gobernando y no se ha hecho. Con Rubalcaba a quién ya conocemos por sus muchos años de actividad política vamos a tener más de lo mismo,… fatua palabrería.