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Per Vicent Albaro
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Los poetas del Cristo

    A tenor de mi artículo en estas páginas, en que hacía referencia a los emigrantes, me he encontrado con la sorpresa de que a algunos jóvenes que me leen, el asunto les suena un tanto pintoresco cuando no, extraño. Y es lógico, ellos han vivido en la época de la abundancia de las vacas gordas, de un bienestar cómodo, del trabajo continuado, de los jornales buenos y seguros, etc. en definitiva de la edad de oro alcorina, y que ya no sabemos si volverá. En este ambiente, les suena paradójico que los de Alcora, emigraran hace tiempo por España, cuando no al extranjero, como Francia y la Argentina, dando pábulo a la copla del poeta que reza: “En tan gran que es la Argentina/ y el río de la Plata/, no tenen a Sant Cristáfol/ ni al parany de Patarata”. Siendo el denominador común a todo emigrante, sentimientos de nostalgia y añoranzas, por cuanto dejaron atrás. Por eso las fiestas patronales son tan importantes para estas personas, ya que si no se ven retratadas en el cambiante urbanismo, se sienten reconocidos en el fondo de su alma, por los ritos y símbolos, por otra parte no siempre bien conservados ni convenientemente cuidados.

    Además la juventud en fiestas se mueve por otros derroteros: circuitos propios de la edad, horarios, mecanismos, actos y ambientes; que nada tienen que ver con estas personas, por lo general ya maduras, que buscan reencontrar ese jirón perdido de su vida pasada. Un ejemplo, entre tantos, llamativo y sugerente fue D. Vicente Mallol Gasch de les “Matarones”. Siempre volvía por fiestas a casa de su hermano, asistía generalmente a los actos religiosos, y se sentaba a la entrada de la calle Molineros con su silla de boga, viendo pasar al numeroso gentío. Como hombre culto que era, ya había dejado su impronta literaria en forma de versos al Cristo, puntual en el libro de fiestas. Yo le había visto muchas veces de joven, pero no lo había mirado con los ojos del corazón. Inadvertido hasta que descubrí al cabo de los años, su ágil pluma y grandiosa sensibilidad.

    Están pasando por la TV local las fiestas de hace veinticinco años, época de esplendor económico, serenidad política, familiaridad vecinal y poca o ninguna agresividad rampante. ¿La Crisis?. ¿Y qué es eso? Las fiestas son un hito de amistad, familiaridad, peñas hermanadas, caracoles al Matraca, sepia al Hispano y mejillones al café de Antonio. Al Baile de Gala asiste la flor y nata local y provincial. Quien me lee, sabe de lo que hablo. Era alcalde: D. Vicente Sanz Juan y concejal de fiestas: D. Rafael Garcés Aparici, un correcaminos que ha puesto a andar por los montes a medio pueblo. Ves la imagen de la reina de fiestas y su numerosa corte de honor, y destila sencillez, simpatía, ternura, afabilidad y casi me atrevería a decir… inocencia. Las ves bailando en el baile de gala, -cuando era el Baile de Gala- y parecen niñas de comunión un poco más creciditas, con esa ilusión de los jóvenes, sabedoras en este caso de ser el centro de atención de todos. Esa cinta, que Chiveta no me ha querido decir quien se la ha proporcionado, haciendo gala del secreto periodístico, me ha devuelto el regalo de la imagen de Vicente Mallol, cuando recité su poema: “El Beso”, en la primera Ronda al Cristo. Él, recitó después algunos años, hasta que por la edad y condición física, seguí prestando mi voz a aquellos poemas litúrgicos, tan dignos como los del gran Dámaso Alonso, pero en versión Alcora y dedicados a su Cristo.

    Vicente Mallol Gasch, es el arquetipo del ausente siempre presente. Del emigrante que regresa a su solar y espera llenar el cántaro del espíritu. Hay demasiados que esto no lo saben o no alcanzan, o no les da la gana enterarse. Yo fui uno de esos, lo reconozco y cuando lo recuperamos Pedro Moliner y un servidor para la Ronda, dicho por él y su familia, le hicimos el hombre más feliz del mundo. Había vuelto a su Alcora con toda su plenitud. El camino fue la poesía y el destino, un acto sublime que merece revisarse y controlar, con estrictas y severas medidas temáticas, humanas y de calidad artística, llamado en origen Ronda al Cristo y hoy Serenata. A Don Vicente Mallol Gasch, tuve el honor de publicarle como edil de cultura, un libro antológico de su obra, titulado “El poeta del Cristo”, presentado en las fiesta del III Centenario. Como todas las cuestiones de cierta sensibilidad e intimistas, pasó desapercibido para la gran masa, cosa bastante normal en un país que exhibe sin recato, con un lenguaje soez y repugnante, los más bajos instintos humanos por TV las veinticuatro horas del día. Es lo que hay, y lo que predomina en nuestra sociedad actual embrutecida, desnortada y desesperada.

    Tras el fallecimiento de D. Vicente Mallol, otro emigrante a la Cataluña llamó a la puerta de los poetas, D. Ramón Benlliure Badenes, iba siguiendo la estela del anterior y se encontró muy a gusto, tanto en el Libro de Fiestas, como en la terna de poetas de la Ronda. Digamos, que vino a suplir la baja de Mallol y cumplió bien y con abundante obra, hasta el final. Murió un día del Rollo en el Hostal, en una de sus constantes visitas a Alcora. Había retornado a su origen, y había encontrado el calor humano preciso para crecer y fructificar. Y por si alguien duda de su fidelidad y desvelos, lea en el Libro de Fiestas 2002, pág. 47 su poema: “De regreso a casa…Stmo. Cristo de Alcora”.

    Obviamente no se le puede pedir algo a quien no lo tiene, pero tampoco consentir ufanarse y presumir de ello. Dentro del maremagnum que son las fiestas del Cristo, y aún con crisis, no abundan los actos donde “recoger” arquetipos como los descritos con anterioridad. Los pocos que hay, surgieron fuera de la oficialidad reinante, con un toque de atrevida espontaneidad: Ronda a la Reina y Damas, y Ronda al Cristo (Perdona J.M. Puchol, para mí siempre será Ronda). En estos dos actos ha habido mucho de bueno y de no tan bueno. Han sido plataformas de poetas noveles, consagración de maestros y “resurrección” de veteranos. Y ha sido así, porque ha imperado la generosidad y una sensibilidad especial, capaz de discernir las necesidades vitales de muchas personas. Cosa que no deberían perder y ejercitar más, los actuales responsables. He narrado ejemplos y seguramente habrá más, sin dudas. Como forjador en su origen de estos actos, opino que no son plataformas mercenarias, ni para egos inflados, ni burdas competiciones florales, ni exagerados convites, ni paseíllos de figurones u oportunistas políticos, ni recitales teatrales sin alma. Son actos donde debe prevalecer la veracidad, autenticidad y sinceridad por encima de todas las cosas. Se muestra pública una intimidad inevitable, tanto de quien recita como de quien es receptor de ese mensaje. Desnudar el alma ante la imagen del Cristo o ante una temblorosa muchacha, no es fácil para nadie, y sincerarse menos, aquí se da ese caso con absoluta indefensión, tanto ante la expectación noble y entusiasta, pero también ante la morbosa. Y además, la Rondalla l’Alcalatén debe retornar cuanto antes a sus orígenes, en sintonía a todo lo anterior. Virtud, generosidad, espontaneidad, gratuidad, creación, calidad y pasión.

    Desnudar estos actos de estas virtudes que prendieron en su génesis, es condenarlos a la rutina, la vulgaridad, la chabacanería, la emotividad superficial y fofa, es desnaturalizarlos y desnudarlos de sólidos contenidos. Es convertir una gran obra en una opereta bufa, sin valor artístico. Y el ambiente general de estos tiempos anda por ese fatuo camino, si “ALGUIEN” con elevación de espíritu, integridad moral, generosidad a raudales, integrador, sin viejos rencores, fuerza anímica, impermeable a la crítica y visión de futuro, no lo remedia. Ya se que es pedir un imposible, lo se bien, pero yo pasé en fiestas, cientos de veces por delante de la silla de D. Vicente Mallol en la calle Molineros, y no lo vi nunca. Hasta que ocurrió el encuentro, el resto o parte, ya os lo he contado. Y no se por qué, yo me siento un poco como él, exiliado interior y componiendo poemas al Cristo. Publicando en el libro de fiestas, y esperando a ese “ALGUIEN”, a esa alma integradora que me rescate y lo renueve todo, sentado en mi silla de la esperanza viendo pasar los días, y a la gente. Buenas Fiestas.

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