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Per Vicent Albaro
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Las moras y las moreras

    En estos días están repletas de frutos carnosos, dulces y almibarados. Blancas o rosadas, las moras se brindan a los paladares gourmet que osan recogerlas con delicada suavidad, para saborear un delicioso dulzor con propiedades diuréticas, muy refrescantes y propicias para combatir catarros a destiempo. Esas moras que penden del árbol frondoso y de magnífico porte, que puede vivir hasta 150 años y que siglos atrás, constituyó la base de una potente economía en nuestros pueblos, como alimento para los gusanos de seda en otra forma de encarar la economía de estas tierras. La mítica ruta de la seda nos trajo este noble árbol, que cultivaron nuestros antepasados y que hoy queda como remoto recuerdo, y en muchos casos ni siquiera eso. Solo es un molesto ensuciador de aceras para los delicados pies del hombre urbanita, al que todo irrita en su torre de marfil o jaula con los barrotes de oro. Y si pudiera, no dejaría ni una sola, por el pringue “guarrindongo” que almacena en su solar de sombra agradecida.

     

    En la curva de la Pista Jardín hay una de buen porte, como usuario diario de esta ruta sin seda, no es la primera ni será la última vez, que escuche maldecir a algún transeúnte al pisar las moras caídas en plena cosecha de ahora mismo. Improperios los hay de todos los colores, y ninguno bonito. Lo que no saben estos paseantes de pies señoritingos, es que esa morera es el supermercado de cientos de pájaros como: oropéndolas, roqueros, estorninos, mirlos, gorriones, verderones, etc. que tienen en este portento vegetal, el sustento propio y de su nidada en plena eclosión. Porque las moreras dan moras, como el naranjo naranjas, y el cerezo cerezas y hasta el fin. Perdón por la obviedad. Pero es que hay moreras que no dan moras, son estériles para pies señoritos y jardineros poco hacendosos en limpieza, igual que con su esterilidad calculada matan de hambre a los pájaros de alrededor, pues no les procuran su alimento diario como procura una morera con sus moras y todo. Seguro que estos procuradores de moreras sin moras, son unos grandísimos amantes de los animales. Claro que si, pero sin moras para alimentarlos. Pues no me extraña que con árboles sin frutos, huertas yermas, bancales sin siembras de cereal, y un barrendero en cada esquina, recogiendo un cacho de pan que ha tirado el niño para depositarlo en las papeleras, se extingan los gorriones y estemos matando de hambre a nuestros pájaros, sin darnos cuenta o dándonosla. Siempre podemos echarles la culpa a los parañeros de que no haya pájaros. Un idiota impertinente y alterno del contestador del periódico Mediterráneo (Sic).

    Antiguamente la gente no era tan fina como ahora, qué les voy a contar. En los bordes de carreteras y caminos, plantaban árboles. ¡Qué cosa más rara! Después los cortaron todos, no fuera a estamparse un motorista y tengamos un disgusto. Unas veces eran árboles de sombra, como acacias y plátanos de alameda que en mi pueblo llaman piloteros. Pero otras veces plantaban árboles de frutos como nogales, cerezos, serbales, almeces y…moreras. De críos nos dábamos unos atracones de campeonato, por la carretera de Onda, la de Castellón, la de Ribesalbes, o el camino a san Vicente. Qué frescas, dulces y jugosas. Se quedaban las manos y labios un tanto pegajosos, pero el festín merecía la pena. Un lavado en el río, el abrevadero o la acequia y aquí paz y allá gloria. Comer moras del Morus Alba de Linneo, (así se llama el árbol en botánica) era toda una fiesta para la chiquillería en plena vacación escolar. No caía ni una al suelo, ni las dejábamos madurar. No como ahora, que la gente, vayas por donde vayas, las detesta. Alguno no debe saber que con este fruto oriental tan nutritivo, se pueden hacer magníficos jarabes, mermeladas y hasta zumos. ¿¿¿???.

    Alguno tampoco debe saber que en tiempos lejanos, nuestros pueblos vivían de su cultivo y de la cría del gusano de seda, en cuya capital del reino o sea Valencia, se cerraban operaciones mercantiles de gran valor en su espléndida lonja gótica, siendo nuestro cap y casal una de las mejores tejedurías de seda del reino de España. ¡Ala, que a gusto me he quedado!

    Pues no señor, no va a ser así, que a la gente les molestan las moreras y sus moras (frutos he, no la tengamos) por el suelo. Y no me extrañaría nada, que saliera un concejal de esos iluminados o por orden de algún alcalde/esa fino que te jiñas, arranque motosierra y runrunrun ¡!!zas!!! morera a tomar por saco. Y aún con eso, tampoco tendrán ni pajorela idea de que esa leña es aptísima para fabricar toneles, ebanistería, tornería y artesanía en general de muestra cultural comarcal coordinada. Tampoco sabrá el concejal motoaserradorbrigadista, que las raíces de la morera y sus hojas secas, sirven para teñir tejidos, y de su corteza salen unas cuerdas recias, que ni para qué te cuento. Oséase, que a parte de hacer molestas moras y de ser una reliquia cultural e histórica, este puñetero árbol que ensucia las aceras, sirve para un montón de cosas. ¿Qué tal tío Pascual?

    Pues nada, yo insisto en que me gustan las moras (los frutos) y las moreras. Por sus frutos pegajosos y almibarados, por su sombra de agradecer en la solana del estío. Por sus hojas ocres en el otoño, cuya caída me pone tontorrón. Porque es el mercadona de los pájaros de mi barrio. Porque mató el hambre de mis tatarabuelos y de los tatarabuelos de los pueblos de alrededor. Por que su gusano dio la materia prima a una primorosa artesanía de la seda, rica y maravillosa. Porque cuando me como una, su dulzor me traslada al pantalón corto, a las vacaciones del colegio, a la panzada de moras y a las cagaleras consecuentes, con un hermoso aire de libertad que ya jamás he conocido. Porque su recuerdo me hizo plantar una hilera, en el camino Molino Nuevo a mano derecha según se va, en mi etapa de edil. Bueno y en más sitios. Enormes y mal cuidadas, aún no las han cortado. Porque es un árbol noble que resiste la sequía, es fácil de cultivar y siempre da frutos a cambio de bien poca cosa. ¡Y qué caro y raro se vende esto último! ¿Verdad?

    Así que para qué disimular, me van las moreras y las moras ¿Aclarado ya que me refiero al fruto, no? En mi casa tengo una griega y todo. En mi jardín una con moras blancas por supuesto, pero hay un bando de gorriones que no solo me asaltan el gallinero, sino que no las dejan madurar. He pensado hacer una buena obra y coger de la morera de la Pista, así menos caerán en la acera y no molestarán al paisanaje. Y termino invitando al tontico del contestador, que si quiere ver pájaros, yo le diré donde están. Los de plumas que vuelan y de los otros. Ustedes ya me entienden.

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