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Vividores públicos, por Jesús Salmerón

    Hace unos meses escribía un artículo llamado "tránsfugas oportunistas", donde analizaba la figura del transfuguismo y algunos casos muy sonados.

    No tardaron en pronunciarse estos, y en atacar mis argumentos, sin dar un solo dato objetivo.

    Pues bien, ayer al leer la prensa, sentí tristeza, al ver como quien lleva toda una vida viviendo del erario público, y permítanme la expresión, sin pegar un palo al agua, era capaz de registrar una plataforma de tránsfugas y encima vanagloriarse de ello.

    Esto lo decía alguien que fue apartado del Partido donde nació y que le dio cobijo durante más de 20 años con un sueldo público, y que al ver la indecencia política y la virulencia del mismo decidió apararlo, al igual que le ha pasado con el resto de partidos que ha intentado infectar para posteriormente aniquilar.

    Pude leer por redes sociales que algunos de los miembros de esta plataforma lanzaban mensajes ofensivos a Ciudadanos y aseguraban que desde cs se les tenía miedo y que nos esperaban años muy duros, algo que desde luego habría sido así de no haber apartado de nuestras filas a quienes hoy dirigen ese nuevo partido de retales infectados e inservibles de otros partidos, que fueron recortados en la mayoría de casos por llevar un comportamiento poco ético y deshonesto con sus votantes y en otros casos por haber sido investigados por la Justicia.

    El transfuguismo se ha convertido en un problema muy preocupante en el sistema democrático actual, que amenaza con agrietar los cimientos de la democracia si no se pone pronto solución, al permitir que quien ha obtenido un acta al presentarse en una lista de un Partido pueda abandonar el mismo, manteniendo eso sí, el sueldo sin representar a nadie.

    Hay que recordarles a estos señores que el transfuguismo surgió durante la Restauración, para significar el cambio de una persona de un partido al contrario, teniendo en cuenta que había instalado un sistema bipartidista, en el que solo habían dos partidos, por lo que quien abandonaba el Partido lo hacía para integrarse en el Partido enemigo, que era la única alternativa, concepto que carece de sentido en la actualidad, al existir una mayor pluralidad representativa.

    Con esto no quiero decir que alguien que pertenece a un Partido no tenga derecho a abandonarlo para formar otro, ya que la democracia se nutre de la libertad de cada individuo de hacer con su vida lo que quiera.

    Lo que quiero decir en estas líneas es que alguien que abandona un Partido para formar parte de otro, debe abandonarlo en su totalidad, lo que incluye también el acta y el sueldo que ha obtenido gracias al mismo por el que se presentó, valga como ejemplo el mismísimo Winston Churchill, conocido líder del Partido Conservador, que primero fue miembro del Partido Liberal.

    Cambiar de Partido es un hecho normal y sano, que no puede prohibirse, ya que como he señalado, iría en contra de la libertad de ideología de cada persona, lo que no es sano es que alguien utilice a un Partido Político para obtener un beneficio personal, ya que la política debe guiarse por el deber de servicio público.

    El problema actual, es que estos vividores de lo ajeno, traicionan al Partido que confió en ellos, pero lo que a mi juicio es más grave, traicionan a todos esos ciudadanos que confiaron en unas siglas, para que en base a un programa, les representaran durante la legislatura, ya que los mismos no abandonan el cargo, todo ello por el sueldo que el mismo les brinda, produciéndose siempre esta marcha del Partido durante el transcurso de la Legislatura, nunca al finalizar la misma.

    En los últimos años, el virulento fenómeno del transfuguismo ha corrido como la pólvora en ayuntamientos, diputaciones y Parlamentos Autonómicos, pocos son los ámbitos representativos que no se hayan visto infectados por esta plaga.

    Hoy más que nunca es necesario que rememos todos juntos para acabar con esta gran enfermedad de la democracia que es el transfuguismo.

    Estoy cansado de escuchar los argumentos vacíos de contenido que utilizan estos personajes vividores de lo ajeno, entre los que está su argumento estrella, el cambio de orientación ideológica, afirmando que ellos nunca se han movido de sus principios ideológicos, sino que son los Partidos y que por eso deciden abandonar el mismo, argumento que de ser cierto sería motivo de abandono de la formación política, pero también del acta, para si lo desea pasar a formar parte de otro partido o fundar uno nuevo.

    Lo único cierto del transfuguismo, es que estos vividores oportunistas, lo único que buscan es mejorar su posición política y económica, al entender que su carrera política mejoraría sustancialmente, o en algunos casos la obtención de mayor poder político, como se ha dado el caso en algunos ayuntamientos y alguna Diputación como la de Alicante donde los mismos tras abandonar el partido quedándose el acta, han pasado a formar parte del equipo de gobierno o han sido nombrados gerentes de alguna empresa o instituto público.

    Lo más triste de todo es, cuando este transfuguismo oportunista está motivado por promesas económicas o de poder político, tal y como está haciendo la nueva plataforma de tránsfugas que ayer se presentó y que ya está teniendo sus primeras bajas, al ver que actúan de manera arbitraria movidos únicamente por el rencor y la intención de vivir de la política, ya que muchos de ellos no ha tenido otro trabajo en su vida.

    Es por tanto que este fenómeno vírico podría resumirse de la siguiente manera.

    Los tránsfugas mienten a la opinión pública al falsear la representación política, ya que los mismos fueron elegidos en la lista de un Partido Político, por lo que los ciudadanos los votaron por pertenecer a X Partido, en el caso que abordo a Ciudadanos, por lo que se podría calificar el transfuguismo como una estafa a los ciudadanos, ya que va en contra de la representación en la que se basa la democracia.

    Por otro lado en muchos casos perjudica la gobernabilidad, ya que en muchos casos rompen las mayorías estables y sólidas y en otros muchos hacen cambiar el color político del gobierno que surgió tras las elecciones, entrando ellos a formar parte del equipo de gobierno, mejorando sustancialmente sus retribuciones, impidiendo además en muchas ocasiones que la oposición pueda realizar correctamente sus funciones.

    Y en último lugar y a mi juicio lo más importante: el transfuguismo debilita la democracia y favorece la corrupción política, debilita la democracia porque los electores no entienden como alguien a quien han elegido por formar parte de un Partido se puede ir del mismo a otro quedándose el sueldo y dejando de representarles a la vez que no entienden que los Partidos no hayan tomado cartas en el asunto para que este fenómeno no siga ocurriendo; Y por otro lado favorece la corrupción política, ya que en muchos casos se hace para comprar votos, entendiéndose como favores que luego deben pagarse.

    Es por tanto que debemos trabajar mucho para que se acabe de una vez por todas con el transfuguismo, cuya consecuencia inmediata es que los ciudadanos no crean en la clase política.

    Para recuperar la credibilidad de los partidos políticos y de aquellos que los representan, tenemos que acabar con el nomadismo político.

    Jesús Salmerón.

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