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Per Ángel Padilla
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No guardaremos silencio sobre vuestros crímenes en masa de animales

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    No guardaremos silencio sobre vuestros crímenes en masa de animales- (foto 1)

    Tú no quieres saber nada sobre los animales que comes.

    Tú no quieres escuchar la verdad sobre la carne que comes porque ya lo sabes todo.

    Sabes todo, sabes que fueron vidas, vidas que querían vivir, pero no te importa.

    Como no te importa, no quieres que nadie te diga algo horrible: que no te importa que vidas sean segadas sólo por el placer de tu paladar.

    Por una elección entre una 'dieta' u otra. Tan sencillo, tan simple:

    Porque entre elegir comer vegetales decides seguir comiendo animales.

    Tú no quieres escuchar que comer animales, además de cruel, es devastador para el planeta.

    Tú no quieres que te diga que la crisis climática que padecemos todos y que va en aumento hasta límites de calor, sequías, aumento del nivel del mar y desastres por todo el mundo jamás vistos, se reduciría, su nocividad, en más de un 60%, porque según los expertos el metano que emiten las explotaciones ganaderas en todo el mundo, unido al gasto energético de los sembrados que reemplazan a bosques primigenios (pulmones verdes de todos) para dar de comer a animales que comerás, es, en suma, el mayor componente global nocivo para que ahora estemos ardiendo en olas de calor en verano y viendo cómo casi no llueve en el invierno. No quieres que te diga, por ello, que si te hicieras vegano, además de convertirte en un ser ético, por fin -la ética no detiene su arco de acción sólo entre los seres humanos, sino que traspasa al resto de las especies, a la flora y a todo el mundo vivo; una ética tan pequeña como la antropocentrista es una estafa-, con una menor huella ecológica tuya, de tus familiares, de tus amigos, de todos los que consigamos convencer, y rápido, comenzaría a reducirse la pobreza mundial (y ya hablo de humanos pobres en países paupérrimos) al repartirse el suelo cultivable de manera sostenible e inteligente.

    Tú no quieres escuchar que comer vegano es más sano porque te gusta comer pollo, ternera, cerdo, hamburguesas y jamón serrano. Y porque piensas que, una vez enfermes, tienes médicos que te sedarán a químicos, que tienes incluso la posibilidad de que te trasplanten un órgano, si es necesario porque te lo has podrido por una ingestión de tóxicos desordenada (entre la que están los cadáveres de animales); sin embargo sabes, en paralelo, que la farmacia, la medicina, son una estafa: todos sabemos que trabajan para ganar dinero manteniéndonos enfermos.

    No quieres oír hablar de lo que no sea tu elección, porque crees que es la justa, porque es la que se ha llevado a cabo durante siglos.

    Esa es la mentira, y sabes que es mentira, porque hábitos, creencias y hechos que se han repetido durante siglos, llegó un momento histórico en que fueron sustituidos por otros, prohibidos y quedaron relegados al pasado, porque por fortuna, y gracias a personas como yo que hoy te rompo los oídos con esta carta que considerarás -sí, ya conozco las formas del victimismo de la no acción y el egoísmo del privilegio- agresiva. Considerarás este escrito agresivo, molesto, dirás: ¡qué mal educado! Y dirás: ¿cómo se puede comparar a animales con humanos?

    Es que te niegas, y quieres creértelo -pero internamente no lo haces, porque sabes que es una enorme mentira asquerosa-, a aceptar que cada ser vivo tiene sus razones para vivir y que nosotros no somos dueños de las vidas de otras y otros. Así como un humano no puede matar a otro humano sin consecuencias, un humano no debería matar a un cordero, a un elefante, a una gallina, a un cerdo, a una vaca, a un caballo, a cualquier ave o ser vivo del mar sin consecuencias.

    Porque no estamos hablando de supervivencia.

    Estamos hablando de gustos. A ti te gusta comer carne cocinada de animales, y no quieres dejarlo. Por eso no deseas escuchar nada contra ello, y si has llegado a este punto de este escrito es porque quizá dirás: ¡vamos a ver hasta qué tesis loca llega este comediante frustrado!

    Escucha: llevo desde el 1996 sin comer animales ni derivados, o sea ni leche ni huevos ni queso ni nada que provenga de la explotación animal. No uso cuero, o sea la piel de seres vivos, ¡qué horror! No uso lana. Siempre me informo de los productos, de su origen, de que no provengan de la experimentación animal, que es otra estupidez que genera riqueza a los ricos con la trata de animales, con la farsa de que la vivisección sirve para algo, cuando lo único que sirve es tener unos hábitos que no nos conduzcan a la enfermedad.

    Tú no quieres escuchar de mi boca que cuando comes una hamburguesa te estás medicando, con todos los cientos de fármacos que se le suministran a los animales explotados para que, enfermos casi moribundos, no mueran antes de llegar al matadero, si muriesen el ganadero perdería dinero (¡claro que se puede comparar la explotación animal con el holocausto llevado a cabo por los nazis con los judíos! Es más, es mucho más horrible el holocausto, biocidio, llevado a cabo por toda la humanidad con el resto de los animales, porque es sostenido en el tiempo y no se termina, se lleva billones y billones más de vidas que, comparando el sufrimiento y los crímenes llevados a cabo por los consumidores de animales, con lo que hicieron los nazis, resulta como comparar la caída de un temporal con granizo en un pueblo y una guerra de cien años en todo un mundo).

    No quieres oír que es cancerígeno y produce enfermedades graves comer animales, porque quien come carne pudriéndose, enferma. Es obvio.

    No quieres oír que todo fue una farsa, que fuimos engañados, porque no somos los humanos, animales carnívoros. No poseemos colmillos ni dentadura poderosa como la que poseen los depredadores carnívoros animales para quebrar huesos y desgarrar la carne y masticarla cruda. Nuestro intestino es largo como el de un herbívoro y tiene, el humano que desea emular al depredador carnívoro, comiendo cadáveres, que cocinarlas, porque si el humano comiese la carne de vaca, el pez o la carne de un ave cruda, enfermaría, y si lo hiciera de seguido moriría de sepsis, infectados, con heridas necrotizadas por todo el cuerpo, adentro y afuera. Porque no estamos hechos para muerte, animales muertos, sino vida, vegetales frescos.

    Pero tú no quieres escuchar toda esta realidad porque prefieres la mentira.

    No quieres que otros como yo te digan lo que ahora digo: que llevo casi treinta años sin comer animales ni leche ni nada de 'eso' que representa el dolor, el sufrimiento y la injusticia, y estoy más sano que cuando lo hacía, mucho más sano.

    Que me siento satisfecho por los cientos de vidas que pueden no ser esclavas y dejar de morir horrendamente porque yo di el paso del veganismo.

    Cada vegano permite que no mueran ni vivan esclavas unas 500 personitas, individuos animales.

    Cada carnívoro permite que los matarifes y verdugos le pongan en tiendas y supermercados amputados y 'limpios' los cadáveres de una hecatombe de muertes de ojos que lloraron años de encierro y maltrato, que miraron con pavor el cuchillo del matarife, que miraron anonadados, paralizados, a los científicos que jugando a ser dioses hicieron barbaridades con ellos en laboratorios de todo el mundo.

    Tú no quieres oír:

    que, para mí, en tu empecinamiento en comer animales eres como los criminales aquellos que enjuiciados sonreían en los Juzgados, incluso delante de los familiares de las víctimas que habían matado.

    Dices: yo no mato a nadie. Los mata por ti el matarife. Es lo mismo. Charles Manson es un indiscutible criminal y no movió la mano para matar: lo hicieron otros por él. La Demanda marca el crimen, el número de individuos a asesinar cada día. Los matas. La lista de Schindler.

    La lista de Schindler. ¿Comenzamos a anotar animales que no morirán por tu mero y simple, pero criminal, capricho, si lo revocas?

    La niña que en los grises de la película nombrada aparece a veces con un abrigo magenta.

    Tú, por no hacerte vegano de inmediato, como yo me hice, por puro respeto a las víctimas y Sus vidas, me recuerdas a los grandes psicópatas de la historia, ellos, como tú, no querían aceptar que hacían algo mal, hacían lo que les gustaba, sabían que para el mundo estaba mal, pero la pulsión de matar, incluso de comer partes de sus víctimas, en la balanza de los hechos, les pesaba más. Les gustaba destruir vidas, la violación, la humillación. John Wayne Gacy, Peter Kürten, Richard Ramírez, Ted Bundy, Charles Manson, Andrei Chikatilo, Dorothea Puente, Jeffrey Dahmer, el asesino del Zodíaco, Hans Frank, Wilhelm Frick, Alfred Jodl, Ernst Kaltenbrunner, Wilhelm Keitel, Joachim von Ribbentrop, Alfred Rosenberg, Fritz Sauckel, Arthur Seyss-Inquart, Julius Streicher, Hermann Göring, Mengele...

    Harold Shipman, apodado el a Muerte, asesinó 218 víctimas confirmadas, pero se estima que la cifra podría ascender a 250.

    Luis Alfredo Garavito, apodado La Bestia, asesinó a 193 víctimas, pero se estima que pueden llegar a ser 400.

    Pedro Alonso López, 'El monstruo de los Andes', se estima mató 110 personas; pero podrían haber sido asesinadas con sus propias manos de 300 a 350 personas.

    Al 'asesino del acueducto' lo imputaron por 70 crímenes. Al 'sádico del charquito', por 72 víctimas confirmadas, pero se estima pudo haber matado 180. El 'Carnicero de Rostov' mató a 53, y Martin Roháč, 'el Caníbal loco', mató por placer a 59 personas.

    ¿Qué significa persona, según la RAE?

    1. Individuo de la especie humana.

    2. Individuo cuya identidad se desconoce o no se expresa. "se lo dijo una persona muy importante".

    Pues bien, la definición de persona por la Real Academia Española, así como otras cientos de definiciones que reúne su diccionario, son especistas, o sea, contienen el sesgo del privilegio de la existencia del ser humano como individuo con derechos, pero no el resto de los animales. Para la RAE persona es el humano, pero no los demás animales no humanos.

    Que en un periodo histórico se crea una cosa (como cuando en un largo tiempo se creyó en el siglo XIX que las mujeres si estudiaban se les estropeaba el aparato reproductor, y que eran menos inteligentes que el hombre, y que los individuos de otras razas eran inferiores; de hecho, legalmente no tenían amparo ni mujeres ni individuos de otras razas frente a los privilegiados hombres y de raza blanca), no significa que esa cosa sea cierta. Y se ha demostrado, cambiando hábitos y leyes.

    Del todo obvio es que arrebatar vidas para comer partes de los cuerpos de esos individuos por mero placer (por mero placer porque tienes la opción del veganismo) es un acto egoísta. Si no lo ves así, no te creo. Lo ves así, pero no quieres verlo así.

    Hemos llegado a un punto en que no es que tú no me creas, es que el que ha dejado de creer que lo que alegas te lo crees, soy yo.

    Esperarías que yo aún me creyese que eres ciego a la verdad vegana, crees que yo creo que eres tonto y por eso dices, robóticamente: Como animales porque siempre se ha hecho. Pues no me lo creo. Lo dices mintiendo. Sabes que está mal, pero apuestas por seguir haciéndolo, con todos tus sentidos, a sabiendas, conocedor de la realidad. Lo que haces es: Eliges.

    Tú crees que puedes quedar impune, en definitiva, paralizado en una alimentación de cadáveres de seres que han sido secuestrados, esclavizados y asesinados horriblemente; de hecho, por ahora vas quedando impune. Pero el veganismo como fuerza boicoteadora y reparadora de crímenes cada vez avanza más, crece, defiende y libera.

    Tú no deseabas para nada oír esto, que podría no dejarte dormir, pero lo diré: no te diferencias en nada a un asesino en serie o en masa. Eres tan horrendo, horrenda, que todos aquellos que en algún momento de la historia humana aterrorizaron al mundo con sus sangrientos crímenes y se convirtieron en mitos del terror.

    Tú eres tan temible, para los inocentes animales y para mí, como el peor mito del terror del folclore antiguo y actual.

    Tú no quieres escuchar esto, pero aquí va, y es cierto como que de día hay luz: estás entre los peores asesinos de la historia humana, comiendo animales.

    Yo lo estuve, en las listas de asesinos.

    Pero salí.

    Y ¿quieres que te diga algo aunque gires la cara? Ahora preparo una lista de Schindler, de los a salvar. Tanto animales como humanos, de ser asesinados y de ser criminales.

    ¿Te subes al tren que marcha a la inversa de los crematorios en masa?

    ¿Para respirar aire nuevo y pensar con calma juntos?

    ¿Has oído bien lo que he dicho?

    ¿Seguirás como Ted Bundy, sonriendo en el Juzgado al oír la lista de los nombres de las mujeres que violó y asesinó?

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