¿Los jubilados son clases pasivas?
Pero ahora, desaparecida la economía de las chimeneas y aparecida la sociedad del conocimiento, estos estratos mineralizados solo perpetúan un sistema que desaprovecha trabajo y fosiliza el conocimiento por clases que no por edades. Si el conocimiento se queda en grupos cerrados, se pierden millones de in-puts que están abiertos en la sociedad de la conversación entre individuos.
Cuando existe el teletrabajo o la formación on-line a un parado lo condenamos a estar sentado en casa viendo la tele o en el bar. Y a un jubilado a bailar en Benidorm como único objetivo de su vida. El Estado del Bienestar ha destrozado la aportación individual a la sociedad por la tentación a agrupar pasivos y activos solo a base de clasificaciones estadísticas y cotizaciones. Por eso aunque el hambre nos va a invadir, nadie quiere plantearse premiar a quien estudia y extraerle más jugo a quien puede aportar.
Desde hace años hay estudios (Toffler) que indican la posibilidad de dedicar más años a estudiar por delante y trabajar por detrás. La fuerza del trabajo es fuerza del conocimiento. Y cuando tienes ese conocimiento nunca es momento de dejar de prestarlo, aunque exista la obviedad de vivir de un salario para pasar a vivir de una pensión.
Aceptado ese criterio daría lo mismo regular los años mínimos de estudios, porque incluso se podría pagar por ello para tener bases bien formadas. Y da lo mismo poner la edad de jubilación en 65 o 67 años. O poner el sello de clase pasiva a un dependiente que a lo mejor sabe hacer ganchillo. Es pasar de entender la sociedad como beneficiaria del Estado a colocar al individuo como referente en función de su dedicación y conocimientos.
El debate de 65 o 67 pasaría a ser una chorrada si a los setenta uno tuviera algo que contar y la sociedad lo aprovechara. Pero vivimos del efecto perverso de un modelo de bienestar que sirvió para equilibrar la sociedad europea pero que ahora lastra el desarrollo de los individuos jóvenes o viejos.
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Como de costumbre sus artículos son un punto de atención. Más...¿Quién le pone el cascabel al gato?