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Per David García Pérez
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No es momento de agitación

    Esta última semana en España se está viviendo un auténtico terremoto político. Anuncio de moción de censura de PSOE y C´s en la Región de Murcia y el Ayuntamiento de Murcia. Ante la posible réplica, y para evitar una moción contra su gobierno, la Presidenta de la Comunidad de Madrid cesa a los consejeros de C´s y anuncia que convoca elecciones anticipadas para el 4 de mayo, aunque antes de que se publique el decreto de convocatoria el PSOE y Más Madrid presentan sendas mociones de censura, y nuevo lío montado que la justicia tendrá que resolver. El resto de gobiernos municipales, provinciales y autonómicos conformados por PP y C´s (por ejemplo en Andalucía y Castilla y León, o el Ayuntamiento de Madrid) se apresuran a comparecer para dar muestras de unidad y trasladar a la opinión pública el mensaje de que lo ocurrido en Murcia y Madrid no es extrapolable al resto de territorios. Para seguir con el espectáculo circense ayer viernes comparece el Presidente de Murcia con una de las diputadas de C´s en la región para comunicar que 3 diputados de la formación naranja no apoyarán la moción de censura -pese a que hace unos días la habían firmado junto al resto de sus compañeros- y que por tanto no acatarán la disciplina de partido, siendo acusados estos de transfuguismo y venderse a los populares. Los naranjas han convocado ejecutiva para el próximo lunes y seguro que el terremoto no acaba aquí.

    Desde luego, las mociones de censura, el cese de consejeros, la convocatoria anticipada de elecciones… son herramientas democráticas legítimas y de las que cualquier actor político puede hacer uso. Pero, ¿es ahora el momento más idóneo para entrar en estas disputas y dedicar tiempo y esfuerzos en el politiqueo? En medio de una pandemia mundial que se ha llevado a miles de personas por delante, que ha colapsado hospitales y a los sanitarios, que ha provocado una crisis económica y social gravísima, así como los daños emocionales y de salud mental que con los años sabremos las terribles consecuencias de esta pandemia. Con familias que han perdido su empleo o se encuentran en un ERTE y que viven angustiadas porque no saben que pasará con ellos mañana. Con miles de autónomos, comerciantes y pequeños empresarios que han tenido que bajar las persianas de sus negocios, y algunos para siempre. Familias que nunca habían sido demandantes de ayudas sociales o alimentos y que ahora hacen cola en los servicios sociales municipales, cáritas o cruz roja. Vacunas que no llegan -y otras que desaparecen y no por arte de magia- o lo son defectuosas, y donde el ritmo de vacunación no es el esperado.

    En medio de todo esto, donde la prioridad de toda administración y gobierno ha de ser la de atender a sus vecinos, aumentar los recursos en ayudas sociales para no dejar a nadie atrás, promover programas de empleo público y dinamizar la economía con campañas de apoyo al comercio de proximidad, acelerar el ritmo de vacunación de la población y tramitar ayudas a autónomos y pequeñas empresas. El sentido común vuelve a ser el menos común de los sentidos y una parte de la clase política vuelve a tirar por los suelos este honroso servicio público, priorizando la lucha por los sillones y prebendas, aparcando a un segundo -o tercer- plano las preocupaciones y problemas de la ciudadanía y que no pasan, en este momento, por mociones de censuras ni elecciones. No es momento de agitación y confrontación, sino de sumar, arrimar el hombro, y poner todos los esfuerzos en superar esta pandemia que nos ha cambiado las vidas ya durante un año. Y no hay tiempo que perder. Mañana será tarde.

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