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Per Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

Rita Barberá, analizada cinco años después de su triste desaparición

    Se suele decir que no hay juez más objetivo, que el paso del tiempo, para juzgar en la distancia a los personas o a sus hechos acaecidos previamente.

    ¿Se puede tener una visión objetiva y coherente de las personas o sus conductas en un momento determinado, sin valorar toda su vida política o profesional completa?

    En mi opinión, “se suele, pero no se debe”.

    Rita, como todos los humanos, sin duda habrá cometido errores y aciertos en su gestión ya que durante muchos años se dedicó a la vida pública y a la política municipal en su ciudad, que es la capital de nuestro Reino de Valencia.

    Precisamente por esa gestión durante un cuarto de siglo y en su totalidad, es por la que yo me atrevo a defenderla y a decir que nadie en la Historia de Valencia durante el último siglo al menos, he hecho más por su ciudad que esta señora, que sin embargo tuvo un lamentable final por la inmoral e indecente persecución que llevó a cabo la izquierda radical social comunista y catalanista contra su persona.

    Como no encontraron elementos de corrupción política o   económica que imputarle, recurrieron como siempre a rebuscar entre sus actitudes humanas y debilidades personales, aquellas costumbres o conductas que pudieran presentar alguna sombra, para venderlas envueltas y etiquetadas en el más oscuro y evidente de los negros, para hacerle escraches vergonzosos, manifestaciones populares incomprensibles y en definitiva sacarla de la circulación política, harta de tantas miserias.

     Lamentablemente, se encontraron sin poder creérselo quienes la persiguieron con saña, con el lamentable hecho, de que quienes debieron de defenderla a capa y espada, como eran muchos de sus compañeros del Partido Popular, prefirieron ver los toros desde la barrera y frotarse las manos para ver si en esas aguas revueltas, ellos podrían ser los pescadores favorecidos.

    En este caso, no quiero hablar de FUEGO AMIGO, porque no vi actitudes muy evidentes de puñaladas por la espalda, pero si eché mucho de menos una defensa mucho más firme y decidida de quienes habían trabajado con ella y conocían perfectamente su laboriosidad y trabajo en favor de su ciudad y sus conciudadanos.

    Bastaron fundamentalmente unas dudosas aportaciones en billetes de curso legal, para no recuerdo perfectamente que finalidades, para montarle un circo tremendo que acabó con su brillante carrera política.

    En aquellos tiempos, la Junta de Andalucía gestionada por el PSOE desvió  miles de millones de euros para Cursos de Formación que nunca se dieron o para Instituciones gestionadas por ellos y se han dejado prescribir todos aquellos delitos, antes de juzgarlos con sentencias firmes.

    Rita e incluso  su compañero de Partido, Paco Camps en menor medida, fueron señalados con el dedo, perseguidos y masacrados políticamente sin haber sido nunca condenados, ella por algún billete de 50 euros y él por unos trajes presuntamente regalados en pago de ciertos favores políticos nunca demostrados.

    A ella le costó la vida y a Paco Camps una serie ininterrumpida de imputaciones que han acabado siempre en el basurero de los juzgados, pero le han hecho vivir una condena nunca confirmada.

    Por eso he querido escribir esta semana esta columna en memoria de una SEÑORA, que se desvivió por su ciudad y sus conciudadanos y tuvo que morir de pena, al sentirse no sólo perseguida por sus enemigos políticos que nunca le perdonaron que fuese mucho más capaz e inteligente que ellos (Ribó es un esperpento político comparado con ella y Mónica Oltra y Ximo Puig dos aprendices incompetentes, con muchas más sombras que Rita), sino por sus propios compañeros de partido, que no supieron apoyarla, cuando más les necesitaba.

    Hasta la semana que viene amigos.   

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