JMJ: Familias de acogida

Dicen que las despedidas son tristes. Y en efecto lo son, si éstas te advierten que a esas personas, no las volverás a ver nunca más. Llegaron del norte de Francia de la región de Lorraine, departamento les Vosgues, de un pueblo llamado Gèrardmer, diócesis de Saint Die. Jóvenes muy jóvenes, entre 17 y 23 años con monitores y sacerdotes.  Vitalistas muy vitalistas, con una alegría como ya no se recordaba por estos páramos resecos  en el duro  agosto. Este numeroso grupo de más de setenta jóvenes, con su campechano obispo Jean Paul Mathieu al frente, ha reverdecido nuestras almas como si de una primavera espiritual se tratara. Nuestros hogares les han dado hospedaje en su peregrinaje en la JMJ, al encuentro del papa Benedicto XVI en Madrid. Pero nuestro corazón se ha abierto a la alegría, espontaneidad y gozoso júbilo de estos jóvenes, que han derrochado cariño y afecto por estas maltrechas tierras del Alcalatén. Con su ejemplo nos han dado mucho más a nosotros, que toda la disponibilidad de estos padres adoptivos, desgranada hacia sus hijos viajeros. No solo hemos puesto nuestras casas a su disposición, sino todo el amor del que hemos sido capaces, en estos cuatro días que han resultado verdaderamente muy cortos.

Amandine, Mathilde y Paul recayeron en nuestro hogar. Los lógicos problemas del idioma fueron resolviéndose con gran rapidez, hasta el punto de ver brillar los ojos de Fina, mi mujer, con esa luz primigenia que en su lejana doble maternidad, irradiaba a su alrededor. El nido semi vacío, volvía a llenarse de bugadas de ropa, comidas, mochilas y despampanante juventud, en un cántico solidario conjunto con nuestra parroquia de la Asunción. Hemos convivido con ellos, con todo el grupo y con los parroquianos nativos. Cada uno de los padres adoptivos, se ha volcado hasta límites insospechados por facilitar una estancia confortable, a estos jóvenes en peregrinación a la búsqueda de Dios.

Nos ha fascinado la frescura de sus cantos, su desinhibición gestual en los rezos, la proximidad a  sus párrocos y obispo. La entrega de los laicos en misión eclesial como Philippe Roux, responsabilizándose de los menores y al mismo tiempo, cediendo a la particularidad de cada caso. En el nuestro, Mathilde y Amandine montaron a Helio, un caballo de raza española que trotó con estas amazonas venidas de tan lejos, cambiando las verdes praderías y abundante arboleda, los lagos de su lluviosa tierra natal, por el secarral alcorense más propenso al polvo, a la coscoja y la chumbera. Todo en un día de calor pegajosa, en que todas las moscas habían acudido sin invitación  a la cita. Cariño y solidaridad, éstas han sido las virtudes de las familias de acogida, que se han desvivido con estos jóvenes de piel sonrosada y cabellos claros. Desde los actos religiosos, las comidas de fraternidad y la espontaneidad de coincidencia y participación con fiestas cercanas, todo ha estado envuelto por un halo mágico que diría el cronista al uso, mientras las personas de fe debemos decir con rotunda claridad, que todo ello se ha debido a una expresión de felicidad por la comunión con nuestra FE, camino del encuentro con el Papa. 

Muchos padres de acogida hemos intercambiado opinión en estos días. Y nos ha maravillado la perfecta simbiosis entre fe y diversión, que estos jóvenes han practicado ante nuestros ojos sin el mínimo reparo. Es como decirnos a la cara: ¡ Hey, que se puede ser joven e ir a la iglesia sin que te tilden de bicho raro!. Una lección a prender y que hemos trasladado a nuestros propios hijos, intérpretes y compañeros de los jóvenes franceses adoptivos.  Por ello la reflexión es tan urgente. Si los jóvenes son el futuro, ésta es la mejor muestra de que no todo está perdido. Tenemos un gobierno que ideologiza a la juventud en el materialismo y el hedonismo, disfrazando de laicidad su anticlericalismo de libro. Siempre que pueden o él, o sus medios lacayos como El País, Público, etc... atacan a la iglesia católica y su jerarquía, poniendo de relieve una inquina severa hacia el Papa Benedicto XVI, precisamente al que van a ver los jóvenes que han dormido bajo nuestro techo. La juventud española ha soportado un bombardeo de mensajes, cargados de inmoralidad y resentimiento. Ver series y programas basura en TV y reportajes de prensa adicta.

Y ya es hora de desenmascararlos y de que más de uno se caiga del guindo. Este Papa les molesta, en especial porque es un intelectual serio, defensor de lo que ellos combaten. El Papa Benedicto XVI llega a España en un momento crítico y crucial. Viene a dar respuestas a una sociedad vencida y derrotada por las crisis económica, social y moral. Viene a decir lo contrario que los sacerdotes paganos del gobierno nihilista que nos preocupa, ha venido predicando desde su venida al poder en 2004 y mucho antes. Viene a dar consuelo, paz y esperanza a millones de católicos españoles, maltratados y humillados por dos legislaturas de infarto. Y viene rodeado de millones de jóvenes de todo el mundo, como los que han compartido techo y mesa, en nuestras casas de acogida. Eso solo lo puede hacer la Iglesia de Jesucristo en su: “Deus charitas  est”.

Como padres, nos sentimos orgullosos de haber puesto nuestro granito de arena en la organización de este magno evento. Tras su marcha, muchas y ricas serán las experiencias vividas por estos jóvenes franceses en la JMJ de Madrid,  y que durante el pasado fin de semana, han sido la comidilla de la población y nuestros invitados de honor.  Que su Santidad les transmita el amor de Dios, y que arraigue en su corazón para injertarlo en sus vidas cotidianas.

Cuando el gran autobús, partía la tarde del domingo de la plaza San Roque de Alcora, pudimos ver lágrimas y el corazón en un puño. Algo nuestro se iba tras las tintadas lunas del vehículo camino de Madrid. La despedida no había podido ser de otra manera: “Vous avez toujours, votre maison a l’Espagne, a chez nois. ”No era un cumplido. Era un sentimiento de nobleza y amor, de circunstanciales padres  adoptivos, que volvían a quedarse solos. Y mientras el gran autobús se perdía por las calles, una pregunta sobrevenía a la mente machaconamente. ¿Por qué no tener jóvenes como éstos, en nuestra parroquia?. ¿Es posible sacarlos de los tugurios insalubres de los garitos?.

Si el Papa Bendicto XVI viene a España, consciente del peligro en que vive Europa para decirnos, que tiene que reencontrar sus raíces cristianas. Comencemos “Todos” por nuestro entorno más próximo y cercano, -nuestra Parroquia- sin miedo y con convicción, sin tibiezas ni sonoras cobardías. Así la lección aprendida de estos jóvenes franceses, no será una anécdota más a contar, sino una oportunidad aprovechada por el regalo de las JMJ 2011, que nos han marcado el camino a seguir. Dios siempre está presente en las cosas sencillas.