Carta a Batiste Carceller Ferrer

Hola Amigo, ya sé que esta carta no irá a ningún buzón, como no sea a los entresijos del alma. De la mía y de algún lector que la haga también suya, pero es que no me ha dado tiempo de nada, ni de verte, de hablarte, de contarte aquellas cosas en las que fundíamos complicidad en dolorido corazón de poeta. Salido del hospital y convaleciente, esperaba recuperarme lo suficiente para agradecerte tu preocupación por mi salud, -ya ves tú- quería contarte que en aquella oscura estancia, San Pascual había estado presente en forma de estampa y de “cordonets”, donados por una familia de Vila real que aún hoy, están pasando por un trance similar al mío. Decirte que les había dado otra estampa del Cristo de Alcora, sí el del Calvario, el de los milagros al que acude la gente de fe, no solo el último domingo de agosto, sino en silencio y soledad, cualquier otro día del año. Ese Cristo al que hemos cantado versos juntos en su ronda, y al que se refirió el cura del hospital la Plana, de grato recuerdo, mosén Pepe Navarro al que definía como: “El més poderós de tots, el que mos salva”. Y cuánta verdad había en sus palabras.

Ya ves, le dijiste a mi mujer que saldría y así ha sido, pero no he tenido tiempo de contarte la fuerza de San Pascual que ha hecho el milagro de sacarme del pozo, como no me ha dado a mí la gracia, de devolverte el saludo. Tenía prisa por tenerte a su lado. Así que te escribo esta carta con tu libro:”Cordonets de San Pascual” a mi lado, releyendo la dedicatoria manuscrita fechada un 17 de mayo de 1998…”a Vicente Pascual Albaro Bachero, amigo con solera de años, admirado poeta, con quien comparto tantas cosas, y entre ellas la devoción a San Pascual”.

Hoy, cerca de otro 17 de mayo necesito reivindicarte, no en Vila real -tu pueblo- donde estás plenamente reconocido y así se ha demostrado en tu sentida despedida. Repito, no en tu pueblo, sino en el mío que es menos dado a reconocimientos desinteresados, y menesteres propios del recuerdo a personas altruistas que lo amaron con desmedida pasión. Ya pasó con nuestro Venerable Cura Juan Bautista Bertrán, que de haber ejercido en otro lugar su ministerio, hoy estaría en los altares.

Llegaste a Alcora en la década de los setenta y nos trajiste la Revista Hablada Camino, que la reconvertimos los lugareños en Mont-mirá. De allí surgió un amplio plantel de jóvenes que han estado, y algunos aún hoy, están en distintos grupos culturales, sociales o políticos. De allí salió amistad, periodismo, radio, teatro, poesía y más cosas. Pero sobre todo nació una forma de hacer y entender las cosas con gusto y calidad, de forma altruista, generosa y participativa. Pues no era para menos tener el lujo de aprender de ti, Manolo Vilareal, Xavier Manzanet, Esther Pesset, Encarnita Ferrer y prácticamente todo el elenco dels Lluisos de Vila real. Y eso marcó una forma de ser, hacer y pensar. La relación continuó intermitente con los años, hasta compartimos una extensa retransmisión del “Missot” de las Purisimeras desde la arciprestal San Jaime. Aunque tu voz a través de COPE, se extendía cada domingo a los hogares, con la retransmisión de la santa misa y tu programa de radio “Veni Creator”, con ese toque personal tan tuyo del poema sacro, bellamente recitado y en su punto y hora.

Ejerciste como Mantenedor de Fiestas en el reinado de la entonces señorita, María Jesús Plaza Vié, era en 1979, en el cine Astoria y ostentabas el cargo de alcalde-presidente del ayuntamiento de Vila real por la UCD de Adolfo Suárez; ese mismo año, yo le dediqué el poema del libro de fiestas con el pseudónimo de “Rossinyol”. Un acierto de Eugenio Ponz, pues con tu verbo fácil, oratoria magistral y bien documentada, fue uno de los discursos en los que más ha vibrado nuestro pueblo. Luego las rondas al Cristo declamando poesía pura, en ese escenario de mágicas abstracciones en que la voz se torna súplica, con la única música de las rimas conjuntadas por donde supura el alma. De vosotros aprendimos, aquellos noveles sin más maestría, que el acervo de cuantos volcasteis vuestra sapiencia bajo este cielo polvoriento, regando la aridez secarrona de añeja incultura.

Y no puedo olvidar tu charla a los Peregrinos de las Ermitas, una fría tarde de marzo de 1998, nos hablaste del Venerable y de San Pascual, aquello fue memorable por su gran paralelismo humano y religioso entre las dos figuras, a quien la historia ha tratado de forma tan dispar. Nos emocionaste a todos, pero eso no fue nada cuando me dijiste a solas, que casi habías salido del quirófano por un problema coronario, para venir a Alcora. Ese es tu fiel retrato. Noble, abierto y entregado a los demás con tu desbordante sencillez y humanidad. ¿Cómo los caminos de l’Alcora no iban a mentarte, si los has pisado tantas veces, habiendo sembrado en sus veredas lo mejor de ti mismo? No sabes cómo me duele no haberte visto. Sí lo hizo mi alma gemela de sincretismo local, el ínclito Pepe Gasch, otro quijote de andanzas alcorinas de muchos años que te visitaba periódicamente. Y te contaré un secreto, en mi convalecencia doméstica, esa nieta que nos emboba con su carita sonrosada de ángel de una Inmaculada de Murillo, en un descuido tomó mi móvil y marcó al azar, una voz varonil surgió del altavoz, era Miquel Soler, me puse al teléfono y hablamos de su mal y del mío y de las inmensas ganas de vivir, de reencontrarnos. Todo fue puro azar, bendito azar porque al poco, él también se fue.

¿O no fue también azar Batiste, que San Pascual nos uniera de por vida? Otro amigo común desde Oropesa, me envió la homilía que formuló el sacerdote en tu sepelio, también he guardado todos los recortes de prensa, colocándolos en el archivo que tenemos en común, pues la memoria es muy efímera. Y como los humanos somos imperfectos, débiles y limitados, siempre nos queda el consuelo en las palabras de Aquel tan poderoso, a quien cantamos poemas las noches de verano entre guitarras y cipreses. Esas palabras suyas que hablan de reencuentro y eternidad: “ ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Lucas 24, 1-5”.