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Per José Luis Esteban
Andanada de sol - RSS

Exijamos lo que pagamos

    Ir a ver una corrida de toros vale su precio, que no es poco, máxime cuando no solamente es una sola, si no todo el serial de una Feria, que a pesar de estar abonado, y en los tiempos en que estamos, es un dineral. Y no digo ya para la gente joven y los estudiantes, a los que en una plaza como la de Castellón no les tienen ninguna consideración económica, y eso que se supone que son el futuro de la Fiesta.

    Aun así, cuando sales de la plaza de ver un señor cartel rematado, y con toros de presencia, trapío y movilidad que han dado emoción en el ruedo, no importa el precio que has pagado por la entrada, pero desgraciadamente eso solo ocurre en un dos por ciento de las veces.

    A mi me parece lógico y comprendo que los señores empresarios montan su negocio para ganar dinero, pero pienso que cuando dan gato por liebre a la larga están tirando piedras sobre su propio tejado, ya que si la gente sale defraudada de la plaza, es decir, se siente engañada, se lo pensará dos veces antes de volver de nuevo a ella.

    Una corrida de toros debe ser íntegra. Debe tener el aliciente de que el espectador tenga que estar tan atento por lo que ocurra en el ruedo que no le de tiempo ni a parpadear. Si los protagonistas que son el toro y el torero transmiten emoción y arte el público se irá satisfecho a su casa y no pensará en el precio de la entrada, pero si el toro no tiene trapío, está mermado físicamente, es mogón artificialmente o carece de fuerza y movilidad, ya puede estar delante de él el mejor de los toreros que el tedio se apoderará de los tendidos, y en ellos se hablará de todo menos de lo que ocurre en el ruedo. Por ello debemos exigir que el toro que salte a la arena genere emoción, es decir, que esté íntegro y tenga la suficiente movilidad y fuerza como para aguantar toda su lidia. Y para ello se le deben hacer muy bien las cosas. Para empezar que se le respete en el tercio de varas, que es un tercio fundamental e imprescindible. Se le debe dejar de largo y en el encuentro con el caballo el varilarguero picarlo en su sitio, no tan trasero como viene siendo la norma últimamente. Además no masacrarlo con un largo mono puyazo donde ya desaparecen los quites que sí están incluidos en el precio de la entrada. O si el toro ya no tiene la suficiente fuerza para aguantar al menos dos entradas al caballo es que nos están engañando y el Presidente debería cambiarlo. Ya está bien que sobre todo las “figuras” hagan de “enfermeras” levantando la muleta para que el toro no ruede por los suelos teniendo que cuidar ellos al toro, cuando lo lógico es que fueran los toreros los que se cuiden del cornúpeta.

    Si los propios profesionales taurinos no se implican más en dar integridad a la Fiesta, van a ser ellos mismos y nadie más los que están ahuyentando a los aficionados, y sobre todo a los que por primera vez acuden a un coso taurino y se van decepcionados y aburridos por no sentir la emoción prometida que se espera entre un toro y un torero.

    En los tiempos que corren los profesionales del toro (Toreros, empresarios, veedores, apoderados y ganaderos) deben de ponerse las pilas, deben de ponerse a trabajar en pro de la Fiesta porque se les está hiendo de las manos y de ello se están aprovechando todos los antitaurinos. A los aficionados tan solo nos queda acudir a las plazas de toros, pero eso sí debemos de exigir un espectáculo íntegro y que no nos engañen más.

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