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Víctor Gutiérrez: «Yo compré –y ahora me arrepiento– el discurso de “a mí el Orgullo no me representa”»

Víctor Gutiérrez: «Yo compré –y ahora me arrepiento– el discurso de “a mí el Orgullo no me representa”»
  • Los insultos en los vestuarios son frecuentes y una muestra de que la LGTBIfobia está presente en todos los niveles de la práctica deportiva

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Lambda, col·lectiu LGTB+ per la diversitat sexual, de gènere i familiar, dentro de las actividades del Orgull 2023, celebró ayer una mesa redonda sobre “Deporte LGTBI+” en la que participaron Víctor Gutiérrez, waterpolista y secretario de políticas LGTBI del PSOE; Patricia Campos, comentarista deportiva; y Txus Blasco, una de las socias fundadoras del Club Deportivo LGTBI Dracs València.

Durante el coloquio se trató de hacer una radiografía amplia de la situación de las personas del colectivo LGTBI+ en el deporte, tanto desde la visión de un deportista de elite como desde la realidad de personas del colectivo que día a día en edad escolar o dentro de un club viven lo que es practicar un deporte sin ser visibles o siéndolo abiertamente.

Este último es el caso de TXus Blasco, persona no binaria y deportista de Triatlón en un club deportivo inclusivo y diverso que apuesta por la visibilidad para acabar con el machismo en todos los ámbitos de la sociedad. Explicaba que en los vestuarios «siempre hay problemas, siempre hay alguien que te insulta con un “Cuidado que vienen los maricones”».

Añadía que tal vez esto no fuera comparable con «un estadio entero que te insulta pero el machismo y la LGTBIfobia existen, ya sea de forma individualizada o como una masa». Apuntaba en ese momento Víctor Gutiérrez que a él le parece peor «dos personas que se te acerquen en un vestuario y te insulten que un estadio gritando maricón porque quiero creer que 40.000 personas en un estadio no son homófiobas sino que se dejan arrastrar por el efecto contagio».

Patricia también sabe bien de lo que hablan sus compañeros de tertulia. En su libro Tierra, mar y aire refleja su experiencia de haber conseguido ser la primera mujer piloto en la historia de la Armada española de España y tener que renunciar a ese sueño por incompatibilidad con sus valores y con su condición de mujer lesbiana.

Lamentaba ayer tener que pasarse «toda la vida luchando por lo que quería: no podía tocar la trompeta porque era una chica, no podía jugar al fútbol, no podía ser piloto…». Pero superó todos los obstáculos que le pusieron delante y hoy celebra que haya «gente como Víctor que vaya a coles e institutos para que niños y niñas diversas sientan que tienen referentes positivos a los que parecerse».

Referentes positivos que ni Patricia, ni Txus ni Víctor tuvieron y que permiten que el futuro cambie. «Yo no supe que era lesbiana hasta que llegué a la universidad en València. Ahora yo creo que el 90 o 95% de mujeres LTB en el deporte son visibles», contaba Patricia. Quedó en el aire la duda lanzada por Víctor de si ese porcentaje correspondía solo a los deportes considerados tradicionalmente masculinos como el fútbol o el rugby o era el mismo también en natación sincronizada, por ejemplo.

Además, se trataron otros temas como la clasificación por genitalidad en lugar de por criterios objetivos como en el boxeo, los estereotipos de género, el binarismo forzado en el deporte y cómo las mujeres siempre lo tienen más difícil: «Tenemos que demostrar constantemente que las mujeres podemos hacer lo que queremos», decía Patricia.

Presentación de «Balón amarillo, bandera arcoíris»

Concidiendo con su participación en la mesa redonda deportiva de las actividades del Orgull LGTBI+, Víctor Gutiérrez presentó en València su libro Balón amarillo, bandera arcoíris. A partir de su historia personal, destapa la situación de las personas LGTBI+ en los deportes de elite.

Explicó su historia, cómo se puso una careta para ocultar quien era y cómo a los 17 años sintió que «no podía permitir que ni una sola persona me conociera, y se lo conté a mi mejor amigo con miedo por cómo reaccionaría». Esa sensación de soledad, cuenta, es intergeneracional y común a la mayoría de personas LGTBI+.

De ahí que cuando fue consciente de la importancia de visibilizar la diversidad sexual diera el paso de visibilizarse públicamente. Durante mucho tiempo «Yo compré –y ahora me arrepiento– el discurso de “a mí el Orgullo no me representa”», y un amigo más mayor le hizo ver los privilegios de que disfrutaba porque otras generaciones habían luchado antes. «Eso me hizo reaccionar y decidí salir del armario públicamente y convertirme en el referente positivo que yo no tuve», concluyó. 

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