Metrovalencia enseñará el domingo a los más pequeños a construir cometas en la estación de Ayora
Los niños, tras confeccionar su propio cachirulo, saldrán a volarlas fuera de las instalaciones de FGV
Las monitoras explicarán la leyenda y anécdotas que fundamentan su particular historia
Los pequeños participarán en un taller motorizado donde se les enseñarán los rudimentos para construir una cometa. Con varillas de madera, papeles de colores resistentes y cordel tendrán que realizar las distintas partes de las que una cometa se compone. Desde el armazón o estructura, revestimiento o vela, amarre y, finalmente, la cola.
La confección de la milotxa irá precedida de una pequeña explicación sobre su historia, remarcando algunas anécdotas para que los niños sepan situar en el contexto lo que escuchan. Tras la construcción de las cometas en el taller, los niños saldrán a volarlas a un cercano jardín en el exterior de la estación.
“El Domingo Nanometro” es una propuesta cultural y de ocio, incluida en las actividades del Metro Club y desarrollada por Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV). Esta iniciativa tiene como objetivo convertir, los domingos, las estaciones de la red de Metrovalencia en un escenario de espectáculos y actuaciones para los más pequeños.
Historia de las cometas
Aunque su origen es incierto, se dice que las cometas nacieron en China hace más de 2.500 años. La leyenda que confirma este argumento, es la de un sombrero de bambú de un campesino llevado por el viento.
Los chinos también encontraron aplicaciones militares a este objeto, que podían ser desde hacer señales en el campo de batalla hasta medir la distancia a un campamento.
La cometa en Europa se conoció antes del siglo XVI por tres vías, las invasiones mongolas, las rutas comerciales por el Cabo de Buena Esperanza y los contactos con el mundo árabe. La historia europea de la cometa empieza con los llamados Dracos o catavientos en forma de dragón que se empleaban como estandartes en los últimos días del Imperio Romano. Estos objetos consistían en un saco cilíndrico de boca ancha que tenía la apariencia de dragón u otro animal fantástico y que se llevaba atado en lo alto de un mástil. Al llenarse de aire se hinchaba ondeando al viento sobre los jinetes en las batallas. Su fin era el de causar terror al enemigo y permitía conocer a los arqueros conocer la dirección del viento.