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El Mercado Central de Valencia, historia y futuro que alimenta el corazón de la ciudad

El Mercado Central de Valencia, historia y futuro que alimenta el corazón de la ciudad
  • Mucho más que un mercado, mucho más que un edificio, el Mercado Central cose la historia de los valencianos tal y como nos cuenta este reportaje

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Un siglo de historia del Mercado Central de Valencia en imágenes
Un siglo de historia del Mercado Central de Valencia en imágenes

Ir a comprar al Mercado Central de Valencia es mucho más que llenar la nevera. Pasear por sus pasillos llenos del color de frutas y verduras, el olor a pescado fresco recién traído de la Lonja, empaparse de los aromas de quesos curados, especias de todo tipo y carnes de gran calidad. Por no hablar de la belleza de su edificio que ilumina cada rincón y de la historia que desprende cada uno de sus puestos.

El Mercado Central de Valencia cumple esta semana 94 años de historia. Casi un siglo alimentando al corazón de la ciudad desde un enclave espectacular y en un edificio histórico que convierte a esta zona en emblema y postal de Valencia. Pero pese a estos más de noventa años de vida, su origen se remonta a 1839, cuando se inauguró en esta ubicación un mercado descubierto, el Mercado Nuevo, que sería el germen del actual Mercado Central.

Con el paso de los años y el crecimiento de la ciudad se vio que este mercado era claramente insuficiente para atender a la demanda y por eso a principios de siglo XX se decidió levantar el majestuoso edificio como hoy lo conocemos. 

Los arquitectos Alejandro Soler March y Francisco Guardia Vial modificaron el proyecto original y el Mercado se terminó en 1928 de la mano de los arquitectos Enrique Viedma y Ángel Romaní. Ubicado junto a la Lonja de la Seda y la Iglesia de los Santos Juanes, su estructura modernista, sus cúpulas y su aspecto exterior hacen presagiar la espectacularidad que puede uno encontrar al traspasar cualquiera de sus puertas.

La arquitectura no ha cambiado nada, sin duda. Lo que sí lo han hecho son las formas de vender, la situación de los puestos, el tipo de productos y el perfil del cliente. Cuando el mercado abrió, había 1247 paradas y hoy hay 267. No significa esto que el mercado se haya reducido, sino que los puestos han ido haciéndose más grande y hay puntos de venta con seis paradas y tres generaciones de historia.

Toda una vida viendo crecer el Mercado Central


Es el caso de Javier Hernandez: él, junto a sus hermanos, tiene toda una manzana de puestos: “Mis padres empezaron en una esquinita y fueron creciendo. Somos seis hermanos y yo llevo aquí vendiendo toda la vida”.

Muchos años viendo crecer el mercado y adaptándose a sus cambios: “Ahora hay otro estilo de venta y quizás menos alegría que antes, cuando vendíamos mucho más”. Javier recuerda que llegaban a vender quince cajas de lechugas en un día y ahora con dos pasan dos días. 

Servicio ‘delivery’ desde hace un siglo

Como dato curioso, el Central es el único mercado municipal que no gestiona el Ayuntamiento: “Esto permite a los vendedores tomar decisiones como la venta a domicilio que llevamos haciendo desde hace casi treinta años”, nos explica Cristina Oliete, gerente del Mercado Central. Aunque el ‘delivery’ - como se le conoce ahora- ya existía desde el principio: “Antes se repartía la comida a las casas mediante carros tirados por caballos y tenían un cartel que ponía ‘Servicio a domicilio’”.


Web, App, redes sociales y hasta tiktok, el mercado no quiere quedarse atrás y trabaja por atraer a los clientes del presente, pero también del futuro. Y es que el perfil juvenil interesa, y mucho. Hay nuevas paradas casi dedicadas exclusivamente a ellos como las comidas preparadas, las de sushi o algunas tan curiosas como la que regenta Miguel Soriano, dueño de Benvolgut Aperitivos.

En un lateral del Mercado Central encontramos esta bonita parada que es todo un homenaje a algo tan valenciano como la picaeta: “No hemos inventado nada, es el aperitivo de toda la vida pero con una marca que engloba a todos los productos”. Podemos encontrar cervezas, papas, cacaos, vermuts y un etcétera de propuestas que le hacen a uno salivar.

La idea es innovadora y surgió en plena pandemia: “Llevamos medio año aquí y fue totalmente un cambio de vida, producto del covid. Yo antes era director de hoteles de lujo y cuando llegó el covid decidí que no quería trabajar para otros”. Hasta aquí se acercan turistas, valencianos y, sobre todo, jóvenes entre treinta y cuarenta años que ven en el aperitivo la solución, seguro, a muchos de sus problemas.


Si no está en el Mercado Central, no existe

Paseando encontramos también muchas paradas internacionales como la de Amparo Andagoya, que desde hace un año vende productos latinos : “Valencia está llena de latinos y aquí ofrecemos una gran variedad como cervezas, los dulces de guayaba, el mole, las tortillas de maíz o los frijoles. Son productos que, además, gustan mucho al español”.


Y es que hay una frase que dicen los vendedores del Mercado Central y que es totalmente cierta: “Si no está en el Mercado Central, no existe”. En la web hay un buscador donde podemos encontrar prácticamente de todo.

“Se pide mucho arroz al horno. Los valencianos somos muy exigentes y los que viven fuera de Valencia les gusta cocinar con nuestros productos, por eso a veces se gastan más en el envío que en la propia compra”, destaca Cristina Oliete. Otros productos estrella son las anguilas, las naranjas o el embutido, todo origen valenciano.

¿Hacia dónde va el Mercado Central?

Tras un siglo de historia, los comerciantes tienen claro que quieren cumplir dos y tres más: “Nuestro objetivo es no perder la esencia del mercado, que es el suministro de alimentos. Hemos solicitado al Ayuntamiento que limite el número de puestos de souvenirs y las actividades no alimentarias porque eso podría destruir al mercado y tenemos que velar porque siga siendo un referente”.

Y mientras usted lee el reportaje, quizás acompañado de un zumo de naranja, unas tostadas de tomate o algún piscolabis para llenar el buche, recuerde que un vendedor ha madrugado esta mañana para que usted pueda estar disfrutando de tal manjar. Es la esencia de cualquier comercio de alimentación que, como el Mercado Central, levanta cada día la persiana con el único objetivo de ofrecer lo mejor para poder seguir trabajando.

 

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