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Un estudio pionero de teoría y ciencia política revela los elementos clave para detectar casos de dominación lingüística

Un estudio pionero de teoría y ciencia política revela los elementos clave para detectar casos de dominación lingüística

    Un estudio de Sergi Morales, investigador de la Universitat de València, define con detalle por primera vez desde la teoría y ciencia política la dominación lingüística, situación que se da cuando una persona o grupo interfiere en la libertad para elegir una lengua, y analiza los elementos que la determinan. Son la situación socioeconómica, demográfica y cultural de las personas o grupos involucrados; y por otro, el valor que la sociedad otorga a un idioma.

    “Tener la opción de hablar tu propia lengua [...] es importante para permitirte proteger ciertos intereses [...] (comunicación, participación social, movilidad, respeto a uno mismo, acceso al propio mundo vital valorado)”, afirma Sergi Morales, quien también destaca que la dominación lingüística “existe precisamente cuando se interfiere arbitrariamente en esta libertad de utilizar la lengua propia, haciendo que una persona o grupo esté directamente sometida a otra”.

    El investigador del Departamento de Derecho Constitucional, Ciencia Política y de la Administración define dos tipos de dominación lingüística en su artículo en la revista Philosophy& Social Criticism. La horizontal, analizada en profundidad en el estudio, se da entre personas o grupos. La vertical, por otro lado, se caracteriza por la imposición o restricción de una lengua desde las instituciones, una situación como el caso valenciano, con la actual Ley de Libertad Lingüística que puede reducir el uso del valenciano en las aulas.

    Para entender el funcionamiento de la dominación lingüística horizontal, en concreto, es necesario atender a dos elementos independientes pero interconectados. El primero, a lo que Sergi Morales llama “la condición de la lengua marcada”, habla del valor que se le da a un idioma según cómo este es percibido en la sociedad. Por ejemplo, una persona valencianohablante que acude a una entrevista de trabajo de determinada empresa puede decidir no utilizar su lengua y utilizar el castellano para evitar cualquier tipo de juicio cultural, ideológico, etc., y así asegurarse su éxito laboral.

    “La condición meramente discrecional”, en segundo lugar, se refiere a la capacidad de dominación de una persona o grupo atendiendo a su contexto socioeconómico, demográfico y cultural. No es lo mismo una persona que 27 años después de vivir en Barcelona exige a los demás que le hablen castellano en vez de catalán sin que esto le suponga ningún coste, cuando ha tenido la oportunidad de aprenderlo y desarrollarse en la cultura local, que un extranjero anglófono que pide que le hablen en inglés porque solo va a pasar 6 meses allí y porque las duras condiciones laborales que sufre le hacen imposible dedicar tiempo a aprender el idioma. En el primer caso sí existiría dominación.

    Esta investigación es innovadora en teoría y ciencia política porque otros estudios tratan conceptos como la dominación o la justicia lingüística de forma independiente, pero este es el primero que intenta crear una teoría general sobre la dominación lingüística y los elementos clave que la generan.

    Para Sergi Morales este primer acercamiento debe servir de fuente teórica para futuras investigaciones que estudien empíricamente casos de dominación lingüística, con el objetivo final de elaborar principios normativos capaces de detectarla y corregirla. “Ahora la pregunta sería qué medidas se podrían tomar para abordar la injusticia de la dominación lingüística”, concluye el autor.

     

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