Asunción García analiza mañana la influencia de la Gran Guerra en la indumentaria de hombres y mujeres
“La ropa es reflejo de la cultura y de la sociedad y, en tiempos de guerra, además de la indumentaria en el frente bélico, hay que considerar también la del frente doméstico, The Home Front, y cómo evoluciona y se adapta para cada situación”, explica Asunción García Zanón, experta en indumentaria y encargada de dictar la charla “The Home Front. Roba i societat en la Primera Guerra Mundial” mañana miércoles, 2 de diciembre, a las 19:30, en L’Iber, el Museo de los soldaditos de plomo.
Con esta charla, el Museu Valencià d‘Etnologia continúa el ciclo de actividades culturales dedicado a la exposición “Crónica de la Gran Guerra. L’Arxiu de Tánger”, organizado con la colaboración del Museu L’Iber.
“El cuerpo vestido es el cuerpo social”
La también conservadora del museo de la Diputación, Asunción García Zanón, destacará en su ponencia que la ropa “es reflejo de la cultura y de la sociedad, en definitiva, y tomando prestadas las palabras de la autora Ana María Díaz, el cuerpo vestido es el cuerpo social”.
Según García Zanón, “todo lo que pasa en la Primera Guerra Mundial afecta también a la forma de vestir de la gente y se convierte en herencia para sociedades posteriores”.
Como ejemplo de esta herencia y de cómo ciertas prendas de uniformidad militar también pasan a uso social habitual, la experta en indumentaria cita la gabardina, “inventada en 1912 para vestir al ejército inglés y que hoy en día es un icono de moda y se sigue empleando como prenda habitual”, señala Asunción García.
Mujeres en fábricas y en batallones
Otro de los aspectos que abordará en la conferencia es la indumentaria de las mujeres. “Durante la Primera Guerra Mundial las mujeres también se movilizaron para trabajar en industrias bélicas y en el frente, principalmente como enfermeras pero también, en muchos países, integrando batallones para combatir, como el Batallón de la Muerte del ejército ruso”, expone García Zanón.
En este sentido, “la ropa empleada por estas mujeres, necesariamente, también cambia y estos cambios, faldas más cortas, prendas más cómodas, también se extenderán progresivamente al resto de la sociedad”.
Del rojo al azul
Sobre la uniformidad masculina, Asunción García cita el ejemplo del ejército francés. “Mientras que en los conflictos anteriores a la gran guerra el ejército francés se decantaba por tejidos de gran vistosidad y colorido, durante la Primera Guerra Mundial optan, aunque les cuesta un par de años tomar esta decisión, por eliminar el rojo de sus pantalones por un uniforme azul claro, más sufrido”, explica.
