Los paraísos privados de Tetê de Alencar en el MuVIM
En el siglo XVI, Fernando II âarchiduque de Austria y conde del Tirolâ reunió en su castillo de Ambras (Innsbruck) una colección de arte, rarezas y curiosidades conocida como «Cámara de Arte y Curiosidades» (Kunst und wunderkammer) que está considerada como un precedente renacentista de los actuales museos. Para Rafael Company, director del MuVIM, la exposición que hoy inaugura el museo es una moderna «cámara de las maravillas» donde se recogen las últimas obras salidas del taller y la inspiración de la artista Tetê de Alencar. Una cámara de las maravillas propia, intransferible y profundamente femenina. De hecho, la presencia del arte hecho por mujeres es tan asidua en el museo que el diputado de Cultura, Xavier Rius, no ha dudado en calificarlo de «museo valenciano de la Ilustración, la modernidad y el feminismo», antes de felicitarse porque las mujeres tengan ese protagonismo en el MuVIM «más allá de las efemérides y las fechas habituales, como el DÃa de la Mujer».
La artista ha aprovechado los elegantes joyeros eduardianos y victorianos que tradicionalmente contenÃan joyas entregadas como regalos a las mujeres para âmanteniendo el contenedor pero cambiando el contenidoâ rendir homenaje a la naturaleza rescatándola, protegiéndola y ofreciendo, a quienes como ella deploran su destrucción, pequeños refugios a los que acudir cuando ya no queda nada. La inspiración de la obra surgió por casualidad, cuando aparecieron en su taller esos joyeros y ella âsegún sus propias palabrasâ se limitó a «darles un sentido y construir jardines propios en los que esconderme en un momento complicado de mi vida».
Los paraÃsos privados
Esa idea de jardÃn propio, encerrado en bellos estuches de joyas, ha sido también reivindicada por Amador Griñó âjefe de exposiciones del MuVIM y comisario de la muestraâ vinculándola con la idea de «paraÃso», palabra de origen persa que «significaba precisamente jardÃn cerrado, jardÃn del Edén. Ese hortus conclusus que en la imaginerÃa cristiana es también una de los tÃtulos y atributos de la Virgen MarÃa». Para Griñó, el secreto es un concepto clave en el mundo femenino, «que resguarda asà su privacidad del acecho y asedio del mundo circundante, predominantemente patriarcal».
Esa idea de confidencialidad está presente en otras obras que también se exponen en la muestra, como en las cuatro esculturas de cristal de la serie Secrets, delicadas piezas transparentes que contienen en su interior un secreto escrito por la artista y que nadie podrá desvelar, permaneciendo asà oculto y resguardado en el interior de la burbuja de cristal. O también en dos piezas de la serie Enigmatic objects: dos cámaras desechables usadas por la artista y forradas con terciopelo cuyas pelÃculas no podrán ser reveladas jamás si no es al precio de destruir la obra.
La perversa economÃa del regalo
La sensibilidad femenina âo, como prefiere denominarlo Tetê de Alencar, «la estética delicada, preciosista y minimalista»â atraviesa toda la obra de la artista y generalmente con tintes reivindicativos. De hecho, la idea motriz de la principal serie de objetos de la muestra âOpposite ecotopiesâ protagonizada por los joyeros victorianos y eduardianos pretende «darle la vuelta» al uso tradicional de dichos objetos, elegantes envoltorios de joyas entregadas como regalo masculino.
Porque ahora esas antiguas cajas de joyerÃas desprovistas de su contenido original âsin función aparenteâ son recuperadas ahora para un nuevo y más noble propósito: recordarnos que tras el brillo, el glamur y la belleza se ocultan también lóbregas realidades, como la de la esclavitud, la desigualdad y el desastre medioambiental. Porque los diamantes, zafiros, esmeraldas y topacios que originalmente contenÃan esos estuches fueron y son extraÃdos a cambio de muchas vidas de mineros perdidas en oscuras cuevas o inhumanos garimpos y la industria de los metales y de las piedras preciosas contribuye a la destrucción de los bosques y de las culturas indÃgenas o autóctonas.
Pero no sólo eso. En su obra, Tetê de Alencar también denuncia la perversa economÃa del regalo que se oculta tras esos pulcros embalajes. Y es que esa âaparenteâ ofrenda amorosa puede encerrar a veces cierta perversidad, ya que un acto a menudo sincero podÃa ser también en un instrumento de persuasión, seducción o exculpación y una indefectible muestra de poder. Como ha recordado Amador Griñó, «cuando un hombre hacÃa un regalo caro de estas caracterÃsticas âjoyas carÃsimas y bellÃsimasâ la mayorÃa de las veces sólo querÃa conseguir algo o hacerse perdonar algo».