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Mercedes Pérez Almenar lleva 75 años de religiosa en las Siervas de María

Una monja valenciana cumple 100 años y lo celebra “muy feliz” con 97 familiares

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    La religiosa valenciana Mercedes Pérez Almenar cumplirá mañana, lunes, 100 años, 75 de ellos como religiosa de la congregación de las Siervas de María.

    Hoy celebrará su aniversario, en la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, en compañía de 97 miembros de su familia y de la comunidad de las Siervas de María de Valencia, con las que compartirá una misa en acción de gracias este mediodía.

    En una entrevista que publica hoy el periódico diocesano PARAULA, la religiosa afirma sentirse “muy feliz aunque ya esté vieja, y muy satisfecha de mi vida que no cambiaría”.

    El carisma de las Siervas de María es cuidar enfermos, por eso, sor Mercedes admite satisfecha que “toda mi vida he estado velando enfermos durante la noche. He ido a cuidarles hasta que no he podido más, algo que me ha hecho muy feliz”.

    “No quiero regalos, sólo quiero que me quieran y que me aguanten. Pero el haber podido reunir a tanta familia ya es un regalo”, indica.

    El acompañar a enfermos “no sólo consiste en cuidarles, lavarles, darles la medicación y moverles, también hay que ayudarles a bien morir, consolarles y procurarles un sacerdote cuando sea necesario”.

    A las 12 horas de hoy asistirán junto con las hermanas de comunidad a misa en la iglesia de Nuestra Señora de El Puig y después comerán en el casal de la falla, subraya la religiosa valenciana, que afirma que aún tiene ganas de seguir viviendo y que piensa “ser feliz hasta que me muera”.

    La vocación religiosa le llegó en la guerra
    Mercedes Pérez, cuyo nombre de pila es Antonia, nació en la céntrica calle Bolsería de Valencia, donde sus padres, Miguel y Antonia, tenían la vivienda y una tienda de ropa. En la familia eran seis hermanos y de su infancia recuerda que “era muy mala y siempre estaba peleándome con mis hermanos” y que iba al colegio de las Carmelitas “por la calle Baja”.

    En aquellos tiempos “las chicas no estudiábamos, aprendíamos las labores de la casa” pero ella pudo empezar a estudiar la carrera de piano, “que tuve que dejar por la guerra” y también estudió en la Escuela de Comercio.

    Fue bautizada en la parroquia de los Santos Juanes y fue educada en la fe ya que su familia era cristiana “con una fe fuerte”. Tal como recuerda, su madre iba a misa todos los días antes de abrir la tienda, y también todos los días rezaban el Rosario en casa todos juntos.

    También recuerda cómo al empezar la guerra civil, dos mujeres se ofrecieron para trabajar en su casa. Eran Siervas de María y “gracias a ellas, a su ejemplo en el día a día, fui sintiendo la llamada del Señor”, relata en la entrevista. “No sé qué me llamó la atención de estas mujeres, pero un día dije que me iba con ellas”.

    De este modo, con 25 años entró en el convento en Alcalá de Henares, hizo el noviciado en Madrid y desde entonces ha pasado por ciudades como Sarriá, Barcelona, Sabadell, Mataró y Alcoi, donde estuvo 46 años. Desde allí vino a Valencia hace siete años y es aquí donde tiene a la mayoría de su familia y “todos mis recuerdos” y se muestra “muy agradecida hacia las hermanas que me tratan muy bien, son muy buenas y me soportan”.

    Como Sierva de María, recuerda la religiosa en la entrevista que mientras pasaba la noche al lado de los enfermos, sor Mercedes rezaba, leía, estudiaba, cosía “y copiaba muchas veces las partituras de música para que todas las hermanas tuvieran la suya” ya que la música ha sido siempre su gran afición, según relata en PARAULA. De hecho, desde joven ha tocado el piano o el armonio, e incluso ahora lo hace de vez en cuando en su habitación.

    Se levanta cada día a las 6 de la mañana
    En la actualidad, la religiosa participa en todos los actos de la comunidad. Se levanta a las 6 de la mañana, reza y va a la eucaristía. Hasta la hora de comer, arregla su habitación, pasea, y lee mucho, el periódico “con lupa para enterarme de las noticias y ver cómo riñen unos partidos con otros” o lectura espiritual.

    Respecto a su familia, afirma que sus sobrinos la tratan muy bien “y me quieren mucho, a lo mejor es porque no les queda otra tía”, según cuenta entre risas, señala en el periódico diocesano. Le llaman por teléfono y, en fechas señaladas, se reúnen todos.

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