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VLC NEGRA exhibe el Nueva York más negro de WEGEE THE FAMOUS en el MuVIM

    El festival VLC NEGRA y el MuVIM exhiben en Valencia la exposición fotográfica WEGEE THE FAMOUS, compuesta por 95 imágenes de gran tamaño que resumen el trabajo que este pionero del fotoperiodismo desarrolló en las décadas 30 y 40 del siglo XX en la ciudad de Nueva York.

    La muestra, comisariada por Silvia Oviaño, de Caravan Cultura, consta de 95 fotografías procedentes de la colección privada del copista de Weegee, Sid Kaplan. La exposición llega a Valencia gracias al acuerdo alcanzado entre el MuVIM y Caravan Cultura.

    WEEGEE THE FAMOUS, expuesta en el vestíbulo del MuVIM hasta el 31 de agosto, ha sido abierta al público esta mañana. Al acto han acudido la diputada de Cultura de la Diputación de Valencia, María Jesús Puchalt, el director del MuVIM, Francisco Molina, el director de Comunicación de VLC NEGRA, Bernardo Carrión y Silvia Oviaño, comisaria de la exposició

    Molina ha anunciado que la Diputación de Valencia “seguirá apoyando al festival VLC el próximo año” y ha destacado que la colaboración, entablada desde la primera edición, ha sido en dos ámbitos, literario y expositivo”. En el primer ámbito de participación, la institución provincial creó del Premio “Valencia” de Novela Negra que en sus tres años de vida ha distinguido la obra de Manuel Barea, Juan Ramón Biedma y Antonio Gómez Rufo.

    Tal como ha señalado el director de Comunicación de VLC Negra, Bernardo Carrión, “el festival ha ido creciendo de nivel en sus tres años y estamos orgullos de traer la muestra de este gran personaje”. Sobre el antropónimo empleado por el fotógrafo hay diversas teorías entre las que Carrión ha citado que en sus años de juventud trabajó en un lavadero de coches y quizá su nombre haga aluda al sonido del parabrisas cuando se limpia.

    Otra teoría, lanzada en este caso por la comisaria Silvia Oviaño, es la afición de Wegee por el espiritismo y por el juego de la Ouija, cuya pronunciación se asemeja con el nombre escogido por el personaje.

    Oviaño ha calificado a Wegee de “cronista de fotografía”. “Wegee le tomó el pulso a la ciudad”, ha dicho Oviaño y ha explicado que fue uno de los precursores de la inmediatez periodística al instalarse en su vehículo un laboratorio de revelado y un receptor para escuchar la emisora de la policía.

    Esta circunstancia le permitía llegar a los lugares de los sucesos, antes incluso que la policía y “su gusto por la estética” le llevaba a retocar las escenas de los crímenes. “Movía cadáveres cuando así lo disponía”, ha destacado la comisaria de la exposición.

    Según Oviaño, “Weegee tenía un desarrollado sentido del arte, y en ocasiones se permitía modificar la escena del crimen antes de la llegada de la policía para lograr una mejor composición en sus fotografías. Otra de sus máximas era contextualizar las imágenes que servían de decorado a la escena del crimen, y prefería tomar una fotografía lejana que permitiera observar el entorno antes que un primer plano de un cuerpo ensangrentado”.

    Un coche equipado con radio y laboratorio

    Wegee llegó a Nueva York como Arthur Fellig en 1909. Tenía 10 años y era hijo de emigrantes austrohúngaros. Ejerció de aprendiz de fotógrafo en las calles del Lower East Side hasta que en 1923 empezó a trabajar en el laboratorio Acme Newspictures. Doce años después comenzó su carrera como fotógrafo independiente y en 1938 consiguió permiso para instalar en su casa y en su coche una emisora que le permitía escuchar la frecuencia de la policía. También adaptó el maletero de su vehículo para convertirlo en un laboratorio de revelado y positivado. Con todo ese equipamiento conseguía llegar antes que nadie a la escena del crimen y salir de allí con copias en positivo, cuñadas por detrás con la leyenda Weegge the famous, que vendía a los más importantes diarios y agencias de Nueva York y de Estados Unidos.

    “Desde medianoche hasta la una, escuchaba todas las llamadas que hacían sobre mirones en las azoteas y en las escaleras de incendios de las habitaciones de enfermeras. De una a dos, los que se resistían a dejar los últimos delicatessen abiertos. De dos a tres, accidentes de coche e incendios. A las cuatro cerraban los bares y los chicos estaban achispados por las bebidas. Los camareros gritaban ‘estamos cerrando’, pero los clientes se negaban a salir... Los chicos de azul los escoltaban hasta la salida y luego entraban ellos para tomar algunas copas a oscuras en los cuartos de atrás. Después, de cuatro a cinco, venían las llamadas por robos y rotura de escaparates”, solía explicar Weegee cuando alguien le preguntaba cómo transcurría su jornada laboral. También alardeaba sobre la importancia de sus retratos: “Aunque figure entre los enemigos públicos número uno de la lista del FBI, ningún malhechor alcanza su consagración hasta que yo lo haya fotografiado”.

    De Nueva York a Hollywood

    Durante la década de los 40 del siglo XX su prestigio se fue agrandando. En 1941 la Photo League de Nueva York organizó su primera exposición bajo el título Murder is my business, y en el 43 el MOMA adquiere cinco fotografías suyas para la muestra Action Photography. En 1945 publica su primer libro, Naked City, al que sigue un año después Weegee’s People. A finales de 1948 se muda a Hollywood, donde Naked City se convierte en una película y produce su primer documental, Weegee’s New York. Fruto de su estancia en la cuna del cine es el libro Naked Hollywood. A finales de los 50 Weegee es ya un afamado artista que recorre el mundo dando conferencias. Murió en Nueva York en 1968.

    La obra de Weegee, que fue donada por su viuda al ICP de Nueva York, se encuentra en la colección de numerosos museos de todo el mundo y ha servido de inspiración a muchos artistas como Diane Arbus, Andy Wharhol o Stanley Kubrick. No solo incluye escenas de sucesos, sino también instantáneas que atestiguan el modo de vida de los habitantes de la Gran Manzana en actividades de asueto: en el cine, en el teatro o en bares y todo tipo de locales, muchos de ellos marginales. También el cine se ha sentido atraído por sus imágenes y su vida; Howard Franklin dirigió en 1992 El Ojo Público, una película basada en su personaje protagonizada por Joe Pesci.

    Una mirada muy personal

    En tiempos en los que en el mundo de la prensa aún se valoraba la primicia y la exclusiva, Weegee logró sorprender infinidad de veces con sus fotografías descarnadas tomadas segundos después de haber ocurrido el suceso. Sus imágenes, directas, sorprendentes y con una mirada muy personal, captaron momentos dramáticos de los neoyorquinos. Para  rebajar su descarnado realismo, solía trabajar en el laboratorio con una iluminación lateral que él mismo llamó “estilo Rembrandt”.

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