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Un estudio dirigido por SEO/BirdLife alerta sobre la pérdida de valor de los arrozales de l’Albufera como lugar de alimentación para las aves acuáticas coloniales

Un estudio dirigido por SEO/BirdLife alerta sobre la pérdida de valor de los arrozales de l’Albufera como lugar de alimentación para las aves acuáticas coloniales
  • Se han analizado las fuentes de alimentación de los pollos de garzas y gaviotas coloniales utilizando un enfoque novedoso basado en isótopos estables a partir de muestras de sangre y analizando el conjunto de la comunidad de aves coloniales

  • El estudio constata el empeoramiento de la calidad de la dieta de estos grupos de aves, ya que las presas con menor valor energético como las larvas de libélula cobran mayor importancia

  • Los resultados reafirman que las medidas agroambientales aplicadas en los arrozales no están cumpliendo sus objetivos y ponen de manifiesto la necesidad de ser revisadas

L’Albufera de Valencia es un humedal clave para las aves acuáticas durante todo su ciclo anual. Su importancia para la conservación de este grupo de aves está íntimamente ligada a la calidad ambiental del cultivo de arroz. De hecho, el arrozal es el lugar de alimentación de numerosas especies de aves acuáticas durante el período de reproducción (como garzas, moritos, gaviotas, charranes y limícolas), especies que suponen uno de los principales valores conservacionistas que motivaron la protección de l’Albufera a escala regional e internacional.

Garzas en declive

Durante los últimos años, el seguimiento de las aves acuáticas realizado por SEO/BirdLife en colaboración con la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica ha puesto sobre la mesa que especies que se alimentan en el arrozal como la garza real, la garcilla bueyera o la garceta común no sólo muestran importantes declives poblacionales, sino que también muestran productividades bajas. Por ejemplo, en los últimos cinco años han volado una media de 0,63 pollos por nido de garza real, 1,99 pollos de garceta común y 1,48 pollos de garcilla bueyera, muy lejos de las cifras registradas a principio de los años 90, cuando estos valores eran el doble o el triple. En la medida en que estas especies dependen en exclusiva del arrozal para alimentar a sus pollos, estos datos suponen una importante llamada de atención sobre la capacidad del arrozal de mantener unas poblaciones de ardeidas reproductoras en buen estado de conservación.

Ante este escenario, con la financiación del Ajuntament de València, SEO/BirdLife realizó en 2018, con la colaboración del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva y de la Universidad Autónoma de Madrid, un estudio pionero para conocer la dieta de los pollos de las aves coloniales de l’Albufera (garza real, garceta común, garcillas bueyera y cangrejera, morito común, gaviota reidora y pagaza piconegra) mediante la determinación de isótopos estables de carbono (δ13C) y de nitrógeno (δ15N) en sangre, y el análisis de los resultados mediante modelos de mezcla isotópica. “Dicha metodología permitió superar evidentes sesgos en los resultados que se obtenían en el estudio de presas regurgitadas y que pueden conducir a interpretaciones engañosas, como por ejemplo no detectar presas sin partes duras y por tanto de digestión rápida”, subraya María Antón, técnica de SEO/BirdLife y participante en el estudio.

Más larvas de libélula y menos cangrejo

A grandes rasgos, el estudio recientemente publicado en la revista científica Ibis, una de las más prestigiosas en el ámbito de la ornitología, muestra que “la mayor parte de las especies alimentan a sus pollos con larvas de libélula como parte importante de la dieta, un componente poco energético y por tanto poco adecuado para el crecimiento de los pollos. Esto se observa principalmente en las especies generalistas, que escogen el alimento en función de su abundancia e idoneidad para alimentar a sus pollos, y por tanto sugiere la escasez de otras presas más energéticas”, concluye Antón.

Sin embargo, de momento la competencia entre especies no parece suponer un problema dado que cada una utiliza de manera complementaria distintos recursos tróficos del arrozal. En los extremos se encuentran la garcilla bueyera, que muestra una dieta más ligada a ambientes terrestres y se alimenta de organismos de la parte baja de la red trófica (invertebrados), el morito común, la especie más ligada a los ambientes de aguas dulces, o la garza real, que muestra una alimentación basada en otros vertebrados, incluyendo peces, anfibios y pollos de otras aves.

De una forma llamativa, analizando el conjunto de resultados, el cangrejo rojo americano no forma una parte importante de la dieta de las especies estudiadas (y especialmente de las generalistas cuya dieta depende de la disponibilidad de presas en los arrozales), siendo más relevantes, en conjunto, los anfibios y odonatos. “El hecho de que el cangrejo rojo americano haya vivido un declive importante en los arrozales, como parece desprenderse de diversas evidencias indirectas, supondría la reducción de disponibilidad en los arrozales de un alimento tradicionalmente abundante y energético, y una razón evidente para el declive del número de parejas y la baja productividad de aquellas especies que más dependen de los arrozales para alimentarse, como la garceta común, la garza real y la garcilla bueyera”, explica Pablo Vera, técnico de SEO/BirdLife y participante en el estudio.

Al mismo tiempo, la importancia que tienen los odonatos en la dieta de varias especies, según se desprende de los resultados, energéticamente menos adecuados para alimentar a los pollos que otros alimentos situados más alto en la escala trófica, apoyaría la hipótesis de que la falta de recursos en los arrozales que satisfagan los requerimientos energéticos de las aves reproductoras puede estar detrás de las bajas productividades experimentadas por algunas especies, especialmente aquellas que de una manera más intensa dependen de los arrozales para alimentar a sus pollos.

Revisión de las medidas agroambientales

Por tanto, y a partir de los resultados obtenidos, la superposición de nichos tróficos entre las diferentes especies, la rarefacción del cangrejo rojo y una alimentación menos óptima en términos energéticos, hacen más evidente aún la necesidad de considerar de una manera satisfactoria a los arrozales como un elemento más del ecosistema acuático. “Por tanto, las ayudas agroambientales, con las que se premia a los agricultores por poner en práctica medidas agronómicas que fomenten la biodiversidad en los arrozales, han de ser revisadas críticamente e incluir en su diseño medidas específicas que eviten, entre otros aspectos, el uso de productos químicos nocivos para los invertebrados; procesos de anoxia; y períodos prolongados de sequía en arrozales y acequias previos al inicio del cultivo, que en la actualidad tienen lugar entre dos meses y medio, y seis meses, dependiendo de la localización de estos”, ha indicado Vera.

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