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“Son cifras inasumibles”: Cáritas pone el grito en el cielo en Castellón por los 65 kilos de comida que cada hogar tira a la basura

“Son cifras inasumibles”: Cáritas pone el grito en el cielo en Castellón por los 65 kilos de comida que cada hogar tira a la basura
  • Lanza la campaña “Compra como piensas” para que los vecinos luchen contra un desperdicio que la propia sociedad no considera ético

Cada hogar en España tira a la basura 65,5 kilos de alimentos al año. Esta es la atronadora cifra que ha llevado a Cáritas a poner el grito en el cielo para tratar de acabar con este derroche.

Son cifras inasumibles para una sociedad que quiere calificarse de avanzada”, ha expresado Francisco Mir, director de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón.

Por ello, desde Cáritas hacen una “llamada a la responsabilidad y a la austeridad bien entendida paras que el ahorro de millones de personas se pueda destinar a las personas que lo necesitan”.

Lo hacen lanzando la campaña “Compra como piensas” recalcando que cada día se desperdician en el mundo más de 1.000 millones de platos de comida, mientras 783 millones de personas padecen hambre, según datos de Naciones Unidas, que indica que han acabado en la basura una quinta parte de todos los alimentos disponibles para el consumo humano.

De hecho, Mir explica que si se aprovechase esta elefantiana cifra se podrían proporcionar 1,3 comidas diarias a todas las personas que padecen hambre.

El 60% de la comida la tiran los hogares

Cáritas pone en el foco en los hogares, ya que el 60% se desechó por particulares, mientras que el 28% correspondió a la hostelería y el 12% restante al comercio minorista.

Según Naciones Unidas en 2021 los hogares de España desperdiciaron 3,6 millones de toneladas de alimentos, una cifra que disminuyó en 2022 hasta los 2,8 millones de toneladas.

Por su parte, el Gobierno central cifra el desperdicio alimentario en 1,17 millones de toneladas, un 6,1% menos que el año anterior, y un 13,5% menos respecto del año 2019, antes de la pandemia.

Una situación que la mayoría de la población considera que "no es ética", por lo que piden a los vecinos, como indica el eslógan de la campaña, que las personas "compren igual que piensan", adquiriendo los productos en su cantidad necesaria y no en exceso.

Según Cáritas, los productos sin elaborar siguen siendo los más desperdiciados con una tendencia a la baja, aunque, por el contrario, los platos cocinados aumentaron con respecto al año anterior.

¿Cómo reducir los alimentos que acaban en la basura?

Ante esta situación, la entidad contempla que una de las maneras para reducir los desperdicios pasa por no donar alimentos en especie y porque cada familia pueda destinar, si así lo desea, el importe de ese ahorro a Cáritas Diocesana, que lo distribuirá entre las personas a las que acompaña.

De esta manera, como indica, se provoca una reacción positiva en cadena que permite, por ejemplo, a las personas voluntarias de Cáritas dedicar más tiempo a la acogida y acompañamiento de las familias atendidas, creando vínculos con ellas.

Por otra parte, reduce el CO2, generado por el transporte de alimentos para su recolección y entrega, mejorando su sostenibilidad.

También disminuye los gastos superfluos, como alquileres de almacenes de productos, aumentando los recursos para quien realmente los necesiten.

Asimismo, respeta la dignidad de las personas, permitiéndolas comprar los alimentos que decidan de forma anónima y sin ser estigmatizadas por ello en las tradicionales colas para recoger las bolsas con alimentos.

Y, por último, favorece la autonomía, dando la posibilidad a las familias de escoger los alimentos según sus gustos, creencias religiosas, cultura o necesidades.

Pero, como recuerda Mir, no solo es un problema de justicia social sino de económico y ecológico, ya que el desperdicio alimentario exacerba el cambio climático, la pérdida de la naturaleza y la contaminación.

Además, se calcula que el coste de este desperdicio de alimentos supone para la economía mundial unas pérdidas de 1 billón de dólares.

“El problema no radica en la falta de alimentos en el planeta, sino en su accesibilidad y en el cómo se realiza este acceso, para que cada persona pueda elegir una dieta de calidad, equilibrada, nutritiva, suficiente y adecuada a gustos, costumbres y estado de salud. La alimentación es un bien público que desempeña un papel esencial en la vida y el bienestar de todo ser humano. No es una mercancía y no debe tratarse como tal”, explican desde Cáritas.

La sociedad, a favor de aprovechar los alimentos

Por otra parte, según una encuesta realizada por la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) al 99% de los españoles le molesta tirar comida, mientras que el 89% está muy de acuerdo con que tirar comida en buen estado no es ético, no está bien.

Asimismo, el 75% se siente mal cuando piensa en el dinero gastado en comida que termina tirando y el 76% considera que el desperdicio de alimentos tiene un impacto negativo sobre el medio ambiente.

Uno de los pocos efectos positivos de la pandemia es, según la OCU, que, “durante el confinamiento, se redujo el desperdicio: en los hogares se cocinó el doble que antes, se planificaron más las comidas y las compras y se reutilizaron los restos de comidas con más frecuencia que antes”, lo que demuestra que es posible acabar con el desperdicio.

También según la OCU, en los restaurantes cuando nos sobra comida, de cada cuatro encuestados, uno la pide siempre, otro nunca y los otros dos, alguna vez.

 

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