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El Servicio de Hematología del General de Alicante desarrolla una técnica pionera para diagnosticar leucemias y linfomas

  • Mañana se celebra una jornada de actualización en diagnóstico y tratamiento de síndromes mielodisplásicos

  • Entre 100 y 200 alicantinos son diagnosticados de síndromes mielodisplásicos al año

El Servicio de Hematología del Hospital General Universitario de Alicante ha desarrollado la tecnología más puntera para diagnosticar de forma temprana y con la máxima precisión los síndromes mielodisplásicos y sus diferentes variantes, con los que se diagnostican leucemias y linfomas.

Actualmente se aplican tratamientos específicos como la 5- azacitidina o la lenalidomida, inmunomoduladores o estimulantes de la eritropoyesis que pueden mejorar la función medular, la calidad de vida y la supervivencia. Como consecuencia, muchos enfermos pueden vivir durante mucho tiempo sin necesidad de transfusión.

Especialistas de Hematología y Hemoterapia de los hospitales de la provincia de Alicante se reúnen mañana para consensuar pautas de actuación comunes e iniciar una línea de investigación en síndromes mielodisplásicos en una reunión organizada por el Servicio de Hematología del General de Alicante.

En esta reunión, llevada a cabo en colaboración con la Asociación Valenciana de Hematología y Hemoterapia, la Dra. Carmen García Hernández tratará aspectos comunes y actualización en el diagnóstico y tratamiento de estos síndromes. Por su parte, el doctor Fabián Tarín propondrá un proyecto de investigación mediante una técnica denominada Citometría de flujo de 8 colores.

Citometría de Flujo de 8 colores

El servicio de Hematología ha desarrollado durante el último año esta tecnología que ya se aplica con éxito en leucemias, linfomas y otras enfermedades hematológicas convirtiendo al Hospital General Universitario de Alicante en uno de los centros pioneros a nivel internacional.

Consiste en un sistema de lectura en una cámara láser basado en la identificación de 8 antígenos simultáneamente (habitualmente proteínas de la membrana) en cada célula. “Las células enfermas presentan una estructura antigénica diferente a las sanas. Analizando un número muy elevado de células de la sangre y de la médula ósea la citometría de flujo de 8 colores permite identificar una de cada 10.000 células enfermas y predecir tempranamente la evolución a leucemia”, explica el doctor Tarín.

Mediante la citometría de flujo de 8 colores es factible diagnosticar la enfermedad en una fase más temprana, identificar nuevas dianas terapéuticas, adecuar el tratamiento al grado de severidad de la enfermedad, así como realizar un mejor seguimiento de los enfermos.

Todo ello puede permitir la aplicación de tratamientos más específicos en fases más precoces, evitando la toxicidad excesiva y mejorando significativamente la evolución de los pacientes.

“Se abre, por tanto, una nueva esperanza para un importante colectivo de pacientes afectos de una patología que aumenta en la medida en que aumenta la expectativa de vida de la población, y que tradicionalmente ha significado una de las asignaturas pendientes de la medicina por sus pobres resultados terapéuticos”, apuntan desde el servicio.

Cuando la sangre se convierte en agua

Al año, entre 100 y 200 alicantinos son diagnosticados de síndromes mielodisplásticos. Aunque la enfermedad afecta fundamentalmente a población mayor de 60 años, algunos casos son diagnosticados en pacientes más jóvenes e incluso, excepcionalmente en niños.

Esta enfermedad consiste en una alteración en el funcionamiento de la médula ósea que afecta a la fabricación de células sanguíneas. La célula madre hematopoyética, que en condiciones normales prolifera y se diferencia hasta las diferentes células sanguíneas, no madura correctamente. Como consecuencia, el paciente tiene una profunda anemia (falta de glóbulos rojos), infecciones de repetición (falta de glóbulos blancos) y sangrados frecuentes (falta de plaquetas).

En la médula ósea se acumulan poblaciones celulares anormales que con el tiempo degeneran y conducen a un mal funcionamiento de la misma.

“Hasta hace pocos años, los pacientes sobrevivían meses o algunos años dependiendo de transfusiones de sangre y plaquetas, teniendo que ser hospitalizados con frecuencia por infecciones a veces muy graves y por múltiples complicaciones”, explica el doctor Tarín.

En los últimos años, gracias a las nuevas tecnologías de diagnóstico, se pueden identificar distintas variantes dentro de la enfermedad así como dianas terapéuticas específicas que responden a nuevos tratamientos.

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