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Por Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

Poder, querer, saber

    Hace casi medio siglo, tras haber estado poco menos de dos años trabajando en el Banco de Vizcaya y tras otros dos en la mejor y única empresa privada familiar de mi vida, PERIS ANDREU S.A, me dieron la oportunidad de formarme empresarialmente.

    Me sugirieron la posibilidad de hacer un curso de formación para ejecutivos en la Escuela de Formación de D. Antonio Ivars en Valencia, con un claustro de profesores relativamente jóvenes, con la excepción del mismo D. Antonio una persona ya en plena madurez, pero con una clarividencia y formación excepcional.

    Antes había pasado un proceso de selección con el Departamento de Psicología aplicada del Doctor Galdámez para entrar a trabajar en la plantilla, como Adjunto a la Dirección de Exportación.

    Todo esto viene a cuento, porque entre las muchas cosas que aprendí y apliqué durante toda mi vida profesional, estaban esos tres principios fundamentales en los que debe basarse cualquier persona, para poder tener un desarrollo personal y profesional adecuado en todo momento.

    Cada uno querrá ordenarlas de mayor a menor importancia en función de sus capacidades, pero yo las he ordenado alfabéticamente, porque todas son fundamentales e incluso yo diría que equivalentes y sin una dosis aceptable de cada una de ellas, nadie podrá nunca gestionar adecuadamente a ningún grupo humano ni empresarial, ni social ni mucho menos político.

    Podrán alcanzar posiciones de relieve, grados determinados de reconocimiento social o político, pero nunca se consolidarán definitivamente como “líderes”.

    Y la razón, es simplemente porque un “líder” es aquella persona que sabe elegir sus equipos en función de las necesidades de la empresa y no se pone delante de todos ellos, sino son ellos los que le siguen convencidos de que da el perfil adecuado, para confiar en que les llevará al objetivo final propuesto.

    PODER

    Me refiero con esta palabra a la capacidad o a la preparación mínima exigible, para disponer física, ética o de formación en su vida, para no quedar en ridículo nunca, cuando se actúe en nombre y representación del grupo humano o empresa a la que represente.

    Posiblemente sea el requisito más fácil de cumplimentar siempre que se hagan las cosas desde el sentido común y el conocimiento de las propias limitaciones personales de uno mismo, delegando en personas de su equipo perfectamente cualificadas, para representarle en temas específicos.

    Por mucho que “quieras o sepas, no te servirá de nada si no puedes delegar en quienes saben más que tú en materias determinadas”.

    De ahí la importancia para formar un equipo, con las responsabilidades de cada área, perfectamente definidas.

    QUERER

    En este caso, me refiero esencialmente a la voluntad y espíritu de sacrificio o renuncia a los objetivos personales, supeditándolos siempre a los intereses generales del grupo o incluso de nuestros conciudadanos o de nuestra nación y siempre en orden inverso a como los he enumerado, es decir de mayor a menor dimensión.

    Nunca serán más importantes nuestros objetivos personales que aquellos que afectan a un mayor grupo humano, empresarial o nacional.

    En este apartado tiene también una especial importancia la pereza, la desidia o la comodidad en el planteamiento vital de la persona.

    Si no estás dispuesto a sacrificar tu comodidad por el grupo al que vas a representar, no sirves para hacerlo, por mucho que “puedas o sepas, porque no quieres”.

    SABER

    En esta cualidad, tiene mucho más que ver la inteligencia natural de cada uno y las posibilidades de formación que ha encontrado en su vida.

    Y es la última de ellas, porque si aun disponiendo de una inteligencia natural importante y de unos medios familiares y sociales muy favorables, para a través del esfuerzo y del sacrificio prepararte para la vida, no lo haces, te niegas a ti mismo esa posibilidad.

    Por eso, personas muy brillantes y con un coeficiente intelectual muy alto, han fracasado en su vida víctimas de su falta de voluntad para “querer cuando podían y sabían”.

    Como reflexión positiva, no quiero cansaros más y ser redundante.

    Es un consejo más para muy jóvenes, que para aquellos que ya están inmersos en el mundo de la empresa y conocen perfectamente lo que digo.

    Tampoco hará la menor mella entre la clase política de mucho nivel, porque todo esto les sonará a chino, ya que los principios que les han servido a ellos para medrar y situarse en sus partidos, poco o nada tienen que ver con los que yo expreso en esta columna.

    Allá ellos con su conciencia.

    Por eso precisamente España está como está.

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