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Monseñor Ros abre el Año Santo Jubilar de Cocentaina

Monseñor Ros abre el Año Santo Jubilar de Cocentaina
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    Monseñor Ros abre el Año Santo Jubilar de Cocentaina - (foto 4)

    El obispo auxiliar de Valencia monseñor Arturo Ros abrió ayer tarde, en representación del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, el Año Santo Jubilar concedido por la Santa Sede a la localidad alicantina de Cocentaina por el 500 aniversario de las lágrimas que lloró su patrona, Nuestra Señora del Milagro, y alentó a que sea “un tiempo para sembrar semillas de vida y esperanza empezando por los que más sufren”.

    La misa, en la que concelebraron una veintena de sacerdotes, tuvo lugar en el monasterio de las clarisas donde se venera la imagen, con todos los bancos llenos de fieles y con cerca de 300 personas siguiendo la celebración desde el exterior de la iglesia a través de una pantalla gigante.

    En su homilía, monseñor Ros recordó que en este tiempo pascual, “este mundo necesita escuchar nuestro grito y nuestro grito es ¡vive! y sobre toco con la fuente de vida y esperanza que nos regala permanentemente Jesús resucitado”.

    En referencia a la advocación de la patrona de Cocentaina y el milagro de las lágrimas que lloró, el obispo aseguró que “no hay cosa más dolorosa que ver a tu madre llorar” e invitó a preguntarse “¿por qué llora hoy la Madre?”. Las madres “lloran sobre todo por sus hijos” y, así hoy “la Madre llora por tantos niños que sufren, sus lágrimas son por tantas mujeres maltratadas, por tantos ancianos solos que son descartados, lágrimas por tantos jóvenes que no encuentran sentido a sus vidas, lágrimas por tantas personas que ven herida su dignidad y su existencia, por tantos niños recién nacidos encontrados en la basura, o por tantas familias que sufren por tantas circunstancias.”

    Por ello, monseñor Ros invitó en el Año Santo a tomar como propósito ”ayudar a la Mare a que no llore”, porque “si es tremendamente doloroso ver a la Madre llorar, es enormemente gozoso verla sonreír y las madres sonríen cuando ven felices a sus hijos”: De esta manera, alentó al “compromiso de incluir en nuestros quehaceres el que haya menos sufrimientos en nuestro mundo”. “¿Nos proponemos cada uno en este tiempo precioso que comenzamos esta tarde aquí, con mucha pobreza y humildad, comprometernos ayudar a que nuestra Madre sonría y hacerlo a través de sus hijos que más sufren, los más débiles, los que más lloran?”. Así, en el Año Santo Jubilar, “propongámonos hacer este camino de fe que la Iglesia nos regala para ser verdaderos testigos de la resurrección y para alegrar el corazón de la Mare de Déu”.

    Al término de la misa, el obispo auxiliar impartió bendición apostólica con indulgencia plenaria tras el canto del himno de la Mare de Déu del Miracle, que fue acogido con una gran ovación y vivas a la Virgen y al Papa.

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