De la tristeza a la esperanza

Todos los días vemos en las noticias, redes sociales, e incluso en la publicidad referencias al COVID-19, pero, ¿te has parado a recapacitar por todo lo que hemos pasado estos meses? Hemos vivido un momento histórico, un momento de saturación mental y laboral, o, todo lo contrario, meses totalmente paralizados. El mundo ha visto ciudades completamente vacías, a la par de ver sectores acelerando cada vez más su ritmo de trabajo.   

Los españoles lo hemos pasado mal, y esto se ve reflejado en la encuesta de Salud Mental realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), donde casi un 40% de la población ha sentido miedo a que se contagie o muera un familiar. Hemos tenido que vivir, y seguir viviendo con el temor. El temor de que el virus llegue a nuestro círculo cercano, que nos pueda afectar y constatar que, efectivamente, no es una fábula exagerada que nos cuentan los medios de comunicación, sino que se trata de algo real.

Depende a quién le preguntes te dirá si ha sentido su vida desbordada o como he mencionado anteriormente, totalmente paralizada. Hubo sectores que tuvieron que cortar toda actividad repentinamente, como el turismo, la hostelería, los comercios, el ocio… Y eso se ha reflejado en que casi un 40% de los españoles ha vivido con el miedo a perder sus ingresos económicos. Muchos aún continúan conviviendo con este sentimiento. La incertidumbre respecto de cómo evolucionará la situación en los próximos meses es algo que ha afectado a nuestra estabilidad mental.

Por el contrario, hay sectores que se han visto saturados. La sanidad, los cuerpos de seguridad y los supermercados se han visto desbordados y sin herramientas para poder hacer frente a la demanda y a las necesidades de una ciudadanía asustada y en incertidumbre.

Otro de los sectores que ha resultado muy afectado son las funerarias. Damos por hecho que su trabajo incrementó ya que, en las 21 primeras semanas de 2020, ascendieron las defunciones a 225.930 personas. Esto supone un aumento del 24,1% de las defunciones respecto al mismo periodo del año anterior (2019).  Este sector se ha visto desbordado y ha tenido que enfrentarse a una realidad aún más triste de la que es la propia de su trabajo. Se han encontrado familias rotas por el dolor, al verse despojadas de la oportunidad de ofrecer una despedida digna a su ser querido, sin el apoyo presencial de sus allegados, apoyo tan necesario en estas ocasiones.

Como en todos los sectores, al principio de la pandemia este también tuvo que enfrentarse al virus sin apenas medios. Hemos podido ver la labor heroica que han realizado y aún continúan realizando la sanidad y los cuerpos y fuerzas de seguridad, pero me gustaría poner en valor el sector funerario para que la ciudadanía sea consciente de su trabajo ya que no ha sido tan visible. En esta pandemia nos hemos dado cuenta de que todos somos personas y hay sectores que lo han pasado especialmente mal.

Es inusual encontrarse con una campaña como la que ha puesto en marcha Funeraria Magdalena, teniendo en cuenta la naturaleza de su trabajo; sin embargo, han sido ellos mismos los que han querido animar a la sociedad castellonense a seguir adelante, a mantener la esperanza y tener confianza en que esta situación pasará. Parece contradictorio que un grupo así tenga una visión esperanzadora y nos muestre con tanto positivismo y color que ya va quedando menos para esa normalidad que ansiamos. Pero es que, a pesar de lo que pueda suponer la sociedad sobre este sector, sus profesionales son simplemente personas que se han visto afectadas del mismo modo, que se preocupan por lo que hemos perdido y quizá no volvamos a recuperar, por las dificultades que estamos atravesando; que confían en que, con la ayuda necesaria, con esfuerzo seremos capaces de superar esta increíble situación. Así, a través de esta colorida campaña de “ESPERANZA”, grupo Magdalena ha querido aportar a la ciudadanía un soplo de aire fresco, un punto de inflexión para pensar que podemos y debemos avanzar, que poco a poco iremos recuperando nuestras vidas, que dejaremos atrás, aunque no olvidaremos, esta pesadilla que nos asaltó por sorpresa.