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El número le valió la medalla de Oro en Montecarlo en 2010

Fabio Paraizo se supera a diario en el doble salto mortal encapuchado

Fabio Paraizo se supera a diario en el doble salto mortal encapuchado
  • El trapecista es el responsable de la Escuela del Circo donde enseña todos los días

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Fabio Paraizo se supera a diario en el doble salto mortal encapuchado  - (foto 2)

Los Astros. Éste es el nombre artístico del grupo de trapecistas volantes que protagonizan uno de los números más espectaculares y atrevidos de las funciones del Circo Alaska, la carpa levantada en la gran explanada sita enfrente del Paseo Neptuno y la Marina Real Juan Carlos I.

Ellos protagonizan los primeros momentos de la segunda parte de la función y, a ciencia cierta, derrochan profesionalidad a lo largo de todo el desarrollo. Fabio es el trapecista volador. El es quien debe viajar en el aire para realizar los distintos giros con la ayuda del porteador y de las acompañantes.

Lleva años en el mundo del circo y se le nota que lo lleva dentro. “ Poco a poco te gusta éste mundo multicolor donde prima el compañerismo, la amistad y la profesionalidad. Los trapecistas tenemos un tope en el mundo artístico pero después seguimos. En mi caso no sólo hago mi trabajo en el trapecio sino que continuo después en la Escuela del Circo. En el Alaska hay una decena de niños con quienes trabajo para enseñarles como se debe ser artista y también a amar está profesión”.

Media hora después de terminar la función llega la Escuela

La escuela del Circo se pone en marcha una media hora después de terminar la función y durante casi dos horas Fabio lleva, a través de su mano y maestría, el buen saber del mayor espectáculo del mundo. Viene con experiencia porque ya tiene una en su ciudad brasileña donde reside. Los Astros lograron hace tres años, en 2010, la medalla de Oro del Festival Mundial del Circo en Montecarlo, que es, en sí, como si fueran los Óscar del mundo del cine, con el doble salto mortal encapuchado.

“ Es como si lo hicieras siendo ciego. Es necesaria mucha coordinación entre el porteador y yo. Su voz me guía para hacerlo bien. Hicieron falta muchos meses de práctica como también son necesarios para los números que hacemos” , comenta orgulloso y con sus ojos volviendo al día que le entregaron la distinción. Los aplausos del público son la señal de que todo ha ido bien. De que el trabajo de horas y horas de ensayo no han sido en vano.

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