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Per J. P. Enrique
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Una partida de cartas se juega ante nosotros

    Unos políticos juegan ante nuestras narices una partida de cartas en busca de un ganador en la apuesta de alcanzar el poder y ocupar la Moncloa.

    Desde el mismo momento en el que se sentaron a la mesa, todos los jugadores tenían muy claro que Rajoy jugaba solo.

    Ante tanta soledad, el líder del PP ha estado pregonado, fuera de la mesa, a los cuatro vientos, cual debía ser el final de la partida: “Un acuerdo tripartito PP-Psoe-Ciudadanos”, contemplado como un tripartido- este sí- bueno para España. Para reforzar su predicamento se han dedicado, desde el primer minuto, a lanzar proclamas contra el resto de jugadores: “Son todos unos radicales que van contra los intereses de una España a la que quieren romper.” Un eslogan separatista que ya se utilizó años atrás con Navarra. Un miedo que ya se utilizó hace 30 años para decirnos que el petróleo se acabaría en tres o cuatro décadas o para repetir que el socialismo de Felipe González nos quitaría las casas.

    Con esos mensajes y esa soledad han ido pasando los días.

    Otro jugador, Sánchez se dispuso, con el margen de que disponía, a llegar a acuerdos con otros jugadores para formar un gobierno el día después que Rajoy sufriera una sonora derrota en una sesión de investidura prevista para el día 25.

    Sorpresivamente, el pasado viernes, otro jugador, Pablo Iglesias (con ases en la manga o de farol y sin haberlo negociado previamente con el Psoe) jugó muy fuerte sus cartas y se ofreció para ser vicepresidente de un gobierno dirigido por Sánchez en el que se reservaría, además, varias carteras ministeriales.

    La jugada le salió bien y el envite se lo aceptó Sánchez que ingenuamente obvió los órdagos envenenados del mensaje: Podemos entraba en el gobierno “porque no se fiaba del PSOE y estaba dando un regalo a Sánchez que debía agradecerle.” La respuesta de Sánchez fue amable: “Los españoles no entenderían que no nos entendiéramos.”

    El pacto de gobierno era algo que se palpó de forma muy clara durante el pasado viernes. Se conformaría con IU y la abstención de los partidos nacionalistas. Solo quedaba el trámite de humillar a Rajoy en su sesión de investidura en el Congreso y a partir de ahí empezar las negociaciones.

    Mientras tanto, y con la previsión de un gobierno de “izquierdistas y separatistas”, la bolsa subía un 3,3% (para que tengamos claro que ellos van a lo suyo y que tras haber provocado, quienes la manejan, fuertes caídas, era el momento de recoger los frutos ocupando el espacio dejado por los asustadizos.)

    A última hora y de forma inesperada, el solitario y derrotado Rajoy se sacó un as de la manga y lanzó su envite: “Yo, de momento me reservo y paso“. Y un aviso amenazante “Tengo mayoría de bloqueo en el Senado”. Con su jugada, el veterano político se ha situado al margen, dispuesto a observar cómo se pelean entre sí sus compañeros de mesa y cómo los mismos barones del PSOE devoran a Sánchez.

    ¿Cómo está ahora mismo la partida? Con las últimas jugadas sobre el tapete, Sánchez se enfrenta, con dos comodines en la mano, atado de pies y manos, a una negociación que vaya por donde vaya romperá su partido para dejarlo a merced de Pablo Iglesias. Por otro lado, Rajoy, cuestionado también por destacadas voces internas, resurge mostrándose como “un líder moderado, sensato y razonable” en un partido cohesionado (mientras mantenga el poder), con el mensaje de que deberían volver a sus filas, en futuras elecciones, los descarriados de Ciudadanos que le abandonaron.

    ¿Qué hay en el fondo de la partida? En el fondo está la voluntad de posicionarse quienes se ven ganadores, ante la posibilidad de que todos se levanten de la mesa y se inicie una nueva partida en la que solo quedarían dos jugadores.

    Así están las cosas. Con una crisis que aquí sigue y arrecia en el entorno internacional. Con un país lleno de excluidos y con creciente desigualdad. Con un PP muy tocado por una corrupción galopante a la que se suma ahora ACUAMED (otro caso más del asalto a lo público). Con el problema catalán debatiéndose entre dejarlo como está o mandar allí a la guardia civil con tanquetas. Con un partido imputado por obstruir a la justicia al haber hecho desaparecer los discos duros de sus ordenadores. Un país con demasiados parados,…

    De momento lo único que interesa es ganar la partida. Una partida apasionante y nada aburrida que puede acabar cambiando de baraja para continuar con el mismo juego. Mientras tanto el país funciona igual de bien e igual de mal. La economía está en otras manos. Los poderes económicos están ahí, al acecho, dispuestos a mover sus cartas para intervenir poniendo orden y, si fuera necesario, sacarse de la manga a un líder presentable como el que en Italia estuvo en el poder sin haber pasado por las urnas.

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    comentaris 17 comentaris
    Vicent Bosch i Paús
    Vicent Bosch i Paús
    30/01/2016 09:01
    Combustible

    A Veneçuela la gasolina costa 0,39 centavos de real brasiler. Quin xollo tenen els nostre mamprenedors que són socialistes, però, sols quan perden.

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