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Prestigiar la política

    Todos los políticos no roban. Todos los políticos no mienten. Todos los políticos no son unos vagos. La mayoría de la clase política de nuestro país es honrada y trabajadora, especialmente en el plano municipal hay personas que con mucho esfuerzo, y sin percibir nada a cambio, dedican parte de sus vidas a mejorar el entorno y las condiciones de supervivencia de sus semejantes. Ellos debieran ser los verdaderos políticos. Estamos, tristemente, demasiado acostumbrados a escuchar titulares negativos de la vieja política, la que nos desengaña y desilusiona. La que roba y la que miente. Y no, eso no es política. Eso es supervivencia, 'raterismo', funambulismo del malo. 

    Es tarea de todos los ciudadanos, medios, partidos y entidades sociales volver a prestigiar la política. Y para ello hay que desterrar de una vez por todas las malas actitudes de nuestros políticos. No todo vale y son ellos quienes han de dar ejemplo a una sociedad que, por desgracia, cada día tiene menos referentes en los que confiar. Títulos plagiados, falsificados, acuerdos incumplidos, programas mojados y muchas falsas promesas están provocando un hartazgo general que en otros países de Europa ha cristalizado en fuerzas antisistema. No lo perdamos de vista, pues podemos caer en el juego de la antipolítica institucionalizada. 

    No es de recibo que juguemos a ver qué partido es más o menos corrupto, ninguno habría de serlo. No es de recibo que no exigamos a nuestros compañeros de filas que se bajen del carro cuando cometen algún ilítico o conducta reprochable. Los políticos han de dar ejemplo, como lo ha de dar un padre a un hijo. Prestigiemos la política de una vez, por favor. 

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