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Por Paco Ventura
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Atrevimientos

    Hace tres años, en uno de mis viajes a París formando parte de un grupo de “premiados”, me “lancé a la piscina” con ganas de refrescarme.

    Como es típico, en estos viajes organizados para “premiar” los esfuerzos de los ganadores, te llevan a visitar aquellos lugares que, la mayoría de los que viajamos, ya conocemos.

    Autobús; Guía turística (a la que se le supone suficiente cultura para “entretener” convenientemente al grupo de ganadores), programas de mano y un largo etc., forman parte de estos viajes “culturales”.

    Cultural, entre comillas, fue la “disertación” de la guía que nos tocó en suerte. La señora, “educadísima”, desconociendo las tendencias de los que ocupábamos el autobús, inició su “parlamento” dándonos a conocer sus “ideales” políticos (que no eran aquellos cigarrillos que podíamos encontrar en los estancos en mis años mozos), atreviéndose incluso a darnos una lección sobre el uso del “preservativo” (que igualmente podríamos escribir con Don), sin tener en cuenta que las personas que allí nos encontrábamos, ya rozábamos o habíamos superado los sesenta, o sea, lo que podríamos llamar una clase de “cultura del sexo” extraordinariamente provechosa para todos aquellos “jóvenes” que nos encontrábamos bajo su “tutela”.

    Como es natural, la gente empezó a rumorear e incluso se pudo escuchar algún que otro “abucheo”, por lo que, la “educada” señora, sin apenas ruborizarse, cambió de “tercio” y ¡Mira tú por donde! se puso a darnos una lección de historia y, refiriéndose a un hecho de la segunda guerra mundial inició la “clase”. El título de “la lección” que la señora eligió, no era otro que “La liberación de París en Agosto de 1944”.

    Después de hablarnos de los actos que se habían organizado en la capital Francesa para conmemorar dicho evento, nos habló del Castellonense Amado Granell, a quien, según nos explicaba, se le quería “reconocer” a “bombo y platillo”, aquella gesta de la liberación, así como la devolución de algún que otro patrimonio a sus descendientes.

    Daba la casualidad, que unos meses antes de este viaje y por un buen amigo, se me habían facilitado unos apuntes que hablaban de los “Españoles en la liberación de Paris” y, aunque no eran muy extensos los datos que allí se recogían, si que fueron lo suficientemente ilustrativos para que yo me atreviera a “lanzarle” algunas preguntas para conocer hasta que punto conocía nuestra guía a Amado Granell.

    Esta “culta” señora, que de tantas cosas “interesantes” nos había hablado hasta el momento, desconocía la graduación que tenía Amado Granell. Desconocía igualmente cual era la compañía que mandó el general Leclerc como avanzadilla y si ésta se dividió en dos para entrar en Paris, e incluso, de que Ciudad era natural el personaje que tan “atrevidamente” había escogido para su “lección” matinal.

    Aunque yo conocía muy poco del tema, por cuanto debo confesar que hasta que no leí los apuntes que me facilitaron meses antes del viaje, ignoraba por completo la gesta del Teniente Amado Granell, me aventuré a hacerle algunas preguntas y acerté, por cuanto nuestra guía, que conocía perfectamente las propiedades que tenía el “preservativo” para personas mayores de sesenta años y que, a mayor “inri” nos “vendió” sus ideales políticos, que como he dicho antes, no eran aquellos cigarrilos del paquete verde y envoltura amarilla que encontrábamos en mi infancia en cualquier estanco, no pudo contestar acertadamente a mis preguntas y ello por cuanto únicamente se enteró de la gesta de Amado Granell, por la publicidad que se daba a los actos que se estaban preparando en su memoria. Finalmente y con “el Burrianerismo que nos caracteriza”, me manifesté diciéndole: ¡Señora! Amado Granell era de mi pueblo. ¡De Burriana! El mejor Pueblo del mundo, (al menos para mí).

    En los cinco días restantes, “los premiados” no volvimos a ver a esta “señora”, circunstancia que agradecimos.

    Imagino que la sustituyeron por cuanto ¡FUE MUY ATREVIDA! Como lo es la propia ignorancia.

    ¡Hasta la próxima!

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