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Dos efemérides relacionan a Calixto III y San Vicente Ferrer

Estatua de Calixto III
Estatua de Calixto III

    Mañana, viernes 5 de abril se cumple el sexto centenario de la muerte de San Vicente Ferrer, por lo que la archidiócesis de Valencia ha declarado año santo jubilar. Pero es que, además, el lunes 8 de abril hará 564 años desde que el setabense Alfonso de Borja fuera elegido como papa Calixto III. La coincidencia de ambas efemérides en el calendario nos retrotrae a la relación que mantuvieron estas dos figuras universales de la cultura valenciana.

    Según cuenta la tradición, la relación entre Alfonso de Borja, después Papa Calixto III, y San Vicente Ferrer se remonta a la infancia de este primero. Así, autores como Miquel Navarro citan un pasaje de su vida en el que en 1409, siendo un niño, presenció en Valencia un sermón del dominico Vicente Ferrer, quien al terminar se aproximó al joven Alfonso Borja y le profetizó que llegaría a papa y que luego lo canonizaria. Según la crónica del dominico Pietro Ranzania: "una vez que predicaba el santo dominico en Valencia, estando presente entre la multitud el joven Alfonso, se dirigió a él y le dijo: -Te felicito, hijo, pues debes saber que serás máximo ornato de tu patria y de tu familia. Obtendrás la mayor dignidad entre los mortales, y a mí, una vez difunto, me colocarás en grandísima y altísima veneración. Mientras tanto, procura perseverar en tus estudios".

    Aunque se trata de un hecho no documentado, sí existe documentación en la que queda patente que Calixto III relataba esta anécdota con total convencimiento: "solía decir a los cardenales y al Maestro de toda la Orden fr. Marcial que siempre había tenido por cierto su pontificado desde que San Vicente se lo prometió " Lo que sí es cierto es que Alfonso de Borja ascendió al solio pontificio el 8 de abril de 1455 y, muy poco después, el 29 de junio de 1455 canonizó a San Vicente Ferrer. Este proceso se inició en 1453, durante el pontificado de Nicolás V y, por tanto, antes del ascenso de Calixto III. Sin embargo, fue Calixto III quien recibió las actas de la investigación del proceso y anunció formalmente la canonización, después de someterlo a votación por el Consejo Cardenalicio.

    El manuscrito original de este proceso, hoy desaparecido (aunque existen copias) ocupa un total de 600 folios e incluye 380 testimonios de la época, tales como el de Alfonso II el Magnánimo. Además, recoge más de 860 milagros atribuidos a la intercesión del predicador valenciano, numerosos documentos notariales y textos sobre la vida cotidiana y predicaciones del santo en sus dos últimas décadas de vida.

    Tras la ceremonia, Calixto III ordenó que las actas del proceso se custodiarán en Roma, donde desaparecieron en 1527. Sin embargo, existía una copia en la ciudad italiana de Palermo, que actualmente aún se conserva y de la que se hizo otra copia para Valencia, en 1572. Más tarde, en 1577, se haría una tercera copia para San Luis Bertrán y en 1590, otra más para el dominico Vicente Justiniano Antist, que probablemente es la que actualmente se conserva en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia.

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