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¿Vacaciones con miedo? El verano más vacío en la Costa Blanca

¿Vacaciones con miedo? El verano más vacío en la Costa Blanca
  • Esta es la realidad que se vive en hoteles, restaurantes, tiendas y playas de nuestro alrededor

Con los hoteles listos, restaurantes abiertos, tiendas de souvenirs preparadas y las fronteras desbloqueadas para algunos países, España daba la bienvenida de nuevo al turista en medio de una pandemia que, a día de hoy, se sigue combatiendo en todo el mundo. Sin embargo, las escenas que se han ido produciendo en los aeropuertos quedaban lejos de lo que era el turismo masivo. Parece ser que el miedo al contagio y los rebrotes que se han ido produciendo no ayudan a dar la seguridad necesaria para que la gente se anime a viajar.

«Llevamos una semana abiertos y la gente que llama tiene miedo. Desconfían porque no saben que se van a encontrar», explicaba el recepcionista del Hotel El Raset, Ramón Redondo. Este hospedaje está situado en la localidad de Dénia y, según ha contado él, otros años sobre estas fechas era imposible reservar habitación: «La temporada pasada estábamos al completo, ya que como muchos otros lugares este es un destino de sol, playa y gastronomía». «Lo que preocupa son las estancias de los turistas porque son muy cortas. No se atreven a reservar muchos días, solamente fines de semana y es por ello que el verano no acaba de arrancar», alegaba el recepcionista.

Lo cierto es que el virus ha hecho evidente que el país necesita del turismo extranjero para mantener el equilibrio, ya que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha calculado que las pérdidas para el sector turístico de España alcanzan los 30.000 millones de euros, dado que cerca de 18 millones de turistas han dejado de venir. La economista especializada en política internacional, María Jesús Delgado, ha asegurado que urge un cambio de modelo económico: «Las deficiencias son evidentes. No puede seguir habiendo tanta dependencia porque llegará otra pandemia y la economía sufrirá las consecuencias». Delgado confesaba que si no hay un cambio a largo plazo el país puede estar condenado a necesitar de la financiación exterior.

Precisamente, la ciudad de Benidorm decidió vincular su presente y futuro al sector turístico hace ya siete décadas, así lo manifestaba el alcalde del municipio, Antonio Pérez, quien ha declarado que el turismo lo es todo para ellos. «Vamos a tener unas pérdidas que rondarán los 6 mil millones de euros. Será necesario un plan nacional de protección con especial atención en los destinos de costa, ya que somos un gran tractor en la economía española», explicaba Pérez. Para intentar paliar el choque que al parecer supondrá la COVID-19 en la metrópoli de los rascacielos, el consistorio ha lanzado una campaña a través de las redes sociales con el objetivo de enviar un mensaje de «Ciudad Segura» al exterior

Para el sociólogo e investigador del Área de Sociología Turística en la Universidad Rey Juan Carlos, Rubén José Pérez, el miedo es tan contagioso como el virus: «Hoy en día el miedo se puede propagar como mucha facilidad, por ejemplo, a través de las redes sociales con bulos o verdades a medias. Es un elemento más de los procesos de socialización». Pérez ha confirmado que se producirá un cambio en el perfil sociológico de los españoles, lo que supondrá una alteración de los flujos turísticos. «Si la pandemia dura mucho más tiempo se configurará un nuevo perfil de la sociedad y, en este sentido, los lugares menos afectados por el virus jugarán con una ventaja competitiva», ha aclarado.

La realidad es que el Informe de Temporada del Observatorio Nacional del Turismo Emisor, ObservaTur, recogía que el 65% de los viajeros han decidido cambiar los planes para este verano por miedo a la COVID-19. «A partir de ahora, el viajero tendrá preferencia por los destinos de proximidad. De eso modo, estará optando por su seguridad, alejándose así de las zonas donde más población se congregue», añadía el investigador, Rubén José Pérez, que explicaba porque: «Mientras no haya una vacuna el virus será un freno. Las personas viajarán de otra manera marcada antes por la calidad que la cantidad. El temor a ser contagiados o confinados de nuevo serán dos factores que se tendrán en cuenta a la hora de ir de vacaciones».

Pero el miedo no solo es una alteración del ánimo de aquel que viaja, sino también de los que residen en las zonas de playa como es el caso de Àngela Sendra, una valenciana que reside en la Costa Blanca, concretamente en Les Marines (Dénia), y que se siente atemorizada por la llegada de turistas. «Me asusta el hecho de que gran parte de los extranjeros y nacionales que nos visiten sean la causa de una segunda ola de contagios», alegaba Sendra. «Se que es importante la economía, pero creo que se deben tomar más mediadas de control como, por ejemplo, la realización de pruebas PCR en el lugar de origen y destino o la implantación del llamado pasaporte biológico», concluía.

El alcalde de Dénia y delegado del Área de Turismo, Vicent Grimalt, ha insistido en que esta herramienta no era una buena idea: «Lo único que aporta es una falsa sensación de seguridad. Nadie te asegura el no contagiarte. Además, no se sabe el alcance real de la gente que está inmunizada. Desde el punto de vista turístico no serviría para nada. Suena más a propaganda que a una situación realista». El munícipe quiso recalcar que entre la comunidad sanitaria tampoco ven con buenos ojos la idea de un ‘pasaporte biológico’ y que en ningún caso puede ser un mecanismo para acabar con el miedo.

Hasta el momento, en los aeropuertos solo es necesario rellenar un formulario y pasar varios controles de seguridad para poder acceder al país. Lo que parece evidente es que el virus ha dado un frenazo al turismo de masas que, a su vez, ha generado un agujero económico de incertidumbre, tal y como lo reflejaban los datos del INE. El Gobierno ya ha aprobado un tramo preferente de 2.500 millones de avales ICO y han declarado que invertirán 151 millones de forma directa en el sector turístico. Por ahora, la realidad es que a pesar de la apertura de fronteras la gente aún no se ha animado a visitar el Mediterráneo o, tal vez, han descubierto el placer de la quietud.

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