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Un estudio de la Unidad de Prevención Comunitaria de Conductas Adictivas revela que más de la mitad del alumnado de entre 12 y 18 años del municipio consume o ha consumido alcohol

Un estudio de la Unidad de Prevención Comunitaria de Conductas Adictivas revela que más de la mitad del alumnado de entre 12 y 18 años del municipio consume o ha consumido alcohol
  • Otras sustancias como el tabaco o el cannabis también presentan una elevada tasa de consumo y el Ayuntamiento de Sagunto ya trabaja en el futuro Plan de Prevención de Drogodependencias 2022-2026

La Unidad de Prevención Comunitaria en Conductas Adictivas (UPCCA) del Ayuntamiento de Sagunto ha detectado una alarmante tendencia en el consumo de sustancias adictivas entre la población adolescente de los centros educativos del municipio. El informe del Estudio sobre consumo de drogas y otras conductas adictivas en alumnado de enseñanza secundaria del municipio de Sagunto revela que existe un elevado consumo de alcohol, tabaco y cannabis entre los chicos y chicas de entre 12 y 18 años, entre otras conductas de riesgo.

El informe se basa en la encuesta desarrollada por la Fundación AEPA y que se pasó a estudiantado de Educación Secundaria Obligatoria, Formación Profesional Básica y del Programa Formativo de Cualificación Profesional impulsado por el Consistorio entre febrero y mayo del pasado año 2020, a partir de una muestra aleatoria de 600 alumnos y alumnas de 9 centros educativos de ambos núcleos del municipio que representan un 30% de la población estudiantil de la ciudad.

Los cuestionarios anónimos tenían por objetivo recabar información de valor para diseñar y evaluar posibles intervenciones dirigidas a prevenir el consumo de drogas y otras adicciones y la iniciativa ha contado con la financiación del Ayuntamiento de Sagunto, a través de la Concejalía de Bienestar y Servicios Sociales, así como por parte de la Generalitat Valenciana, a través de la Conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública. Asimismo, se pretendía detectar tendencias relacionadas con el género identificando aquellos indicadores que pudieran estar relacionados con el mismo, motivo por el que se ha tratado de que ambos sexos estuviesen representados por igual.

Las conclusiones del estudio alertan de que deviene «una asignatura pendiente» en la prevención de conductas adictivas «generar un entorno comunitario seguro para los niños, niñas y adolescentes que limite eficazmente su acceso al consumo de drogas y otras conductas adictivas».

«Necesitamos estrategias de control de la oferta y adecuación del medio para limitar, en la medida de lo posible, el acceso a este tipo de conductas. En algunos casos, la mera aplicación efectiva de la legislación vigente puede ser suficiente», advierte el informe, mientras que «en otros casos, la adecuación del medio dependerá de la sensibilización y el compromiso de familias y organizaciones», y considera «básicas, también, las líneas de prevención que promuevan la sensibilización, formación y promoción de iniciativas en prevención de conductas adictivas dirigidas a familias y organizaciones», ya que «se trata de generar un  clima social en el que no se normalice el consumo de drogas y otras conductas adictivas para evitar que las personas adolescentes construyan su identidad social normativa asociada a las mismas».

En este sentido, el concejal delegado de Bienestar y Servicios Sociales, Alejandro Sotoca, ha apuntado que, tal como se puede comprobar en el estudio, «los datos son bastante preocupantes» y ha anunciado que desde el Departamento de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Sagunto ya se está trabajando en el Plan de Prevención de Drogodependencias 2022-2026. «La salud y el bienestar constituyen un derecho fundamental, por eso la protección de la salud y el bienestar de niños, niñas y adolescentes es fundamental», ha manifestado el edil a este respecto.

Según ha indicado Sotoca, este plan contemplará todos los problemas que ha detectado el informe y tratará de reducir el número de jóvenes que empiezan a consumir; retrasar la edad de inicio así como la frecuencia y los consumos de alto riesgo; incrementar la participación de las personas jóvenes en políticas relacionadas con la salud; incrementar su educación respecto al consumo de alcohol y drogas; reducir la presión que empuja a beber a la gente joven; proveer protección e intensificar medidas que limiten la exposición y promoción del consumo de drogas entre niños, niñas y adolescentes; y promover la educación. «Es muy importante incrementar la concienciación sobre los efectos de las drogas, particularmente entre la gente joven», ha declarado el concejal.

Señala María Belén Piró, la técnica de la unidad autora del informe, que resulta igualmente importante «profundizar cualitativamente en las diferencias de género asociadas a las conductas adictivas» que permitan «diseñar intervenciones formativas e informativas con contenidos adaptados a las diferentes necesidades de las diversas identidades sexuales», así como ahondar en la salud mental en la población adolescente, ya que las «conductas adictivas están íntimamente relacionadas con diversos problemas de salud mental» y «es evidente que existe una correlación».

Estas recomendaciones se derivan de los resultados de los 600 cuestionarios estudiados, que revelan que existe entre el estudiantado local de entre 12 y 18 años (personas nacidas entre 2008 y 2001) un elevado consumo de alcohol, tabaco y cannabis, ya sea por separado o de manera combinada, así como de otro tipos de sustancias. En este sentido, el informe considera alarmante que más de la mitad de las personas encuestadas hayan consumido alcohol alguna vez y que empiecen a hacerlo como promedio a los 13 años, iniciándose además siguiendo un patrón de abuso, con la práctica del botellón como eje y de modo habitual a partir también de esa misma edad.

El ocio nocturno, instaurado entre la mayoría de personas adolescentes, está muy relacionado con el consumo de drogas, especialmente de alcohol, que va ligado al del tabaco, una sustancia cuyo uso se incrementa de nuevo y se convierte, asimismo, en un hábito de consumo diario con rapidez. En este aspecto destaca el hecho de que «la información es necesaria, pero no suficiente para una prevención eficaz», dado que en su mayoría los y las jóvenes que fuman conocen los efectos adversos de esta sustancia, si bien el 72% de los fumadores y fumadoras se han planteado dejarlo y el 42% lo ha intentado al menos.

Por otra parte, se prueba que el modelo de consumo de cannabis es claramente adictivo para el 10% de las personas consumidoras de esta sustancia, aunque el 13% de sus consumidores han iniciado algún tratamiento para dejarlo o reducirlo, al tiempo que «sorprende y resulta significativo el consumo de hipnosedantes en población tan joven, incluso siendo con receta médica y debería ser considerado como indicador de salud mental comunitaria, porque la indicación terapéutica de estos medicamentos son los cuadros de ansiedad y/o depresión».

De igual modo se da una percepción de normalidad en el consumo y «claramente están fallando los sistemas de control de la oferta», según se avisa en las conclusiones. «No estamos protegiendo a los menores de la exposición al consumo de drogas en edades muy sensibles», se puntualiza. Entre un 15 y un 35% presenta problemas ligados al consumo de drogas entre los que destacan con mayor frecuencia las peleas familiares, pero también problemas de memoria, concentración, resacas, expulsiones del centro educativo o incluso relaciones sexuales no consentidas, sin protección o sin control de las mismas y arrepentimiento al día siguiente.

También se demuestra que un 28% de la muestra juega a videojuegos más de lo que sería saludable y entre el 15 y el 30% del alumnado podría estar haciendo un uso problemático o de riesgo. De un 3 a un 7% juega con dinero desde los 15 años, y los tipos de juego más populares suelen ser aquellos que tienen un mayor riesgo de adicción como, sobre todo, las apuestas deportivas presenciales y en línea. Entre un 2 y un 3% de ellos y ellas presentarían una conducta especialmente al límite en este sentido, por lo que se pone de manifiesto, también aquí, la «debilidad de los sistemas de control y protección de menores». Una media del 15% hace también un uso problemático de internet (redes sociales, servicios de mensajería instantánea, etcétera) y un 37% reconoce que utiliza este medio para ver contenido adulto.

Es por todo ello que el informe remarca como algo imprescindible «que se sigan desarrollando los programas formativos e informativos dirigidos al vértice individual en contextos educativos formales y no formales, contemplando también los canales informativos más cotidianos y próximos a las personas adolescentes».

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