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Las ánforas de Carmoxen

Las ánforas de Carmoxen
  • En la última fase de excavaciones, en el yacimiento de Moixent, se han localizado tres ánforas de diferente tipología, probablemente fenicias, de los siglos VI y VII a. de C.

  • La Ciudad de Carmoxen se ha revelado extensa y excepcional por su estratigrafía y por sus materiales

Las excavaciones arqueológicas que la SEAV de la Diputación de Valencia ha realizado en la ciudad ibérica de Carmoxen, situada en el término municipal de Moixent, como era previsible, se han revelado, extensas, importantes y excepcionales por su estratigrafía y por sus materiales.

Aparte de abundante cerámica ibérica profusamente decorada con temática geométrica y floral de los siglos III a I a. de Cristo, y de una compleja estratigrafía con dos tramas urbanas superpuestas en el espacio y en el tiempo, muros de mampostería labrada de gruesas y medianas piedras calcáreas, así como adobes de arcillas amarillentas y gris-azuladas, los últimos días han proporcionado tres ánforas de diferente tipología, probablemente fenicias, de los siglos VI y VII a. de C..

Las ánforas eran recipientes para la conservación de productos líquidos, semilíquidos o sólidos, así vino, aceite y otros entre los primeros, miel y salazones entre los segundos, trigo y diversos cereales, además de frutos secos, habas, lentejas, yeros, etc. entre los terceros. No olvidando el agua con la misma misión y uso que los cántaros de nuestra época que, por cierto, se fabricaron, en ocasiones, con la misma arcilla que determinadas ánforas. No descartamos su uso como contenedores para productos cárnicos en aceite.

Su uso fue familiar, es decir doméstico, o bien comercial para el transporte de mercancías desde los centros de producción a los de consumo. Vino, aceite, miel y la salsa de pescado conocida como “garum sociorum” (por cierto, producto de lujo) son los más reconocidos.

Tres ánforas de procedencia fenicia
La proximidad de este hallazgo, aparecidas durante los últimos días de la anual campaña de excavaciones, nos impide conocer si se trataba de un almacén familiar (bodega-sótano-despensa) o bien almacén de algún comerciante en algunos de estos productos, para su distribución local, comarcal o de mayor alcance.

La cronología que nos aportan, ahora en estudio, tiene cierta amplitud pero, por la cerámica de importación de capas superiores parece que deben datarse entre los siglos VI y VII a. de Cristo y, aunque la procedencia suele ser discutida por los especialistas, la fenicia parece la más admitida, y con esta hipótesis se está trabajando.

Se baraja también la probable relación con la época orientalizante de la escultura ibérica a la que nos remiten los hallazgos de escultura y elementos arquitectónicos encontrados en la propia necrópolis, la del Corral de Saus inmediata, procedentes de la destrucción sistemática de esculturas y monumentos arquitectónicos, como consecuencia de la primera revolución social que parece registrar la Historia en nuestra tierra y que aceptan algunos investigadores.

Las ánforas, aparte de documentos de archivo para la deducción de múltiples datos histórico-cronológicos, también los proporcionan económicos, comerciales y tecnológicos, entre otros.

La importancia de su hallazgo
Su tipología es un dato de primer orden porque nos remiten a alfares determinados, incluso locales, ibéricos en este caso. También es cambiante a lo largo del tiempo, por lo que pueden datar con una cierta aproximación el nivel, capa o unidad estratigráfica en la que se hayan encontrado.

Al mismo tiempo, su área de hallazgos nos delimita la extensión del área comercial desde el núcleo de producción y, por lo tanto, de la proyección económica de la unidad política y territorial de origen.

Su contenido los productos exportados y, por lo tanto, producidos, así como los importados por carecer de los mismos.

La cantidad de las mismas en el caso de proceder de almacenes la potencia comercial de sus dueños y de la ciudad donde se encuentre, o el poder adquisitivo de los importadores.

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