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Xavi Bort, una vida de voluntario en Castellón: "Llena mucho hacer feliz a otras personas"

CARLOS MEDINA - 05/08/2022

“Tenemos que dejar el mundo mejor de como nos lo hemos encontrado”, señala este voluntario de Cáritas

Cáritas en la provincia de Castellón ha celebrado este 2022 sus 65 años de historia dando atención a los más necesitados de la provincia. Una red con más de 100 subsedes, 1.035 voluntarios, 1.083 socios y 121 empleados, que ayuda cada año a más de 16.000 personas de todo Castellón.

Una labor que no podría llevarse a cabo sin la ayuda de los socios y voluntarios. En el marco de este aniversario elperiodic.com entrevista a uno de ellos, Xavi Bort, que lleva toda una vida colaborando como voluntario en la entidad.

¿Cómo empezaste en Cáritas?

Hace ya más de una década, yo estaba hace muchos años de monitor en los ‘scouts’ de una parroquia, pero al llegar a cierta edad ya no me apetecía tanto estar con chavales, aunque tenía claro que quería seguir con un voluntariado.

Estamos en una vivienda semitutelada ¿Qué hacéis en este piso?

Cáritas tiene varias viviendas en Castellón, para proyectos de inclusión de personas extranjeras o, como en este caso, con personas que vienen del albergue. Después, tenemos otra vivienda no tutelada adonde van las personas que han dado un paso más hacia su vida normal y que ya son más independientes, por lo que pagan un alquiler simbólico.

¿Qué perfil de persona vive en este piso?

En general es gente derivada desde el albergue de Cáritas, que estaba en situación de calle o que vivía en casetas de huertos abandonados.

En el albergue se les va haciendo un seguimiento tratando de que salgan de la situación de calle y cuando ven que una persona está preparada para salir de ahí y dar el paso a entrar a una vivienda se derivan a estos pisos cuando hay una plaza libre.

Si les interesa, porque hay personas que visitan la vivienda y luego no entran, o gente que entra, no aguanta y se va, porque no están acostumbrados o porque no se llega a una situación de armonía entre los residentes.

Afortunadamente la trabajadora de este piso ha conseguido que entre los siete residentes haya buena convivencia y si hay problemas, se solucionan. Pero al final son siete personas diferentes y algunos llevaban años viviendo en la calle, por lo que han de acostumbrarse a convivir en un piso.

¿Cuál es tu tarea como voluntario?

Hacemos diferentes cosas, nos adaptamos a las necesidades de las personas que hay en cada momento. Al principio como eran inmigrantes dábamos clases de castellano para que aprendieran un poco escribir o a leer. Luego hubo necesidad de que se les enseñase algo de informática o talleres de guitarra para pasar un rato socializando.

También hemos organizado talleres de castellano con juegos y lectura, porque creo que es importante que leyésemos con ellos, aunque les costase al principio, porque fuera de la casa no practican el idioma.

A partir de este verano, como había más españoles que extranjeros, ya no interesaba tanto el tema del castellano y empezamos con una dinámica de juegos de mesa como forma de socializar, una manera de mantener la mente activa.

Además, para ganar autonomía, la mayoría de estas personas están dentro de otro programa donde se les dan clases básicas de matemáticas lengua y otras materias y una persona les enseña oficios, para que puedan trabajar por ejemplo en reformas que lleve a cabo Cáritas.

¿Hay muchos jóvenes en el voluntariado?

En Cáritas hace falta joven. De normal no suele haber demasiada gente joven en los programas de inclusión en los que yo conozco.

Durante el año sí se organizan campos de trabajo para chicos y chicas jóvenes y se les enseñan todas las áreas de inclusión: Van al albergue de transeúntes, vienen a las viviendas, visitan los proyectos y van aprendiendo un poco. Lo bonito sería que la gente se cogiera, porque debería de haber más movimiento de gente joven.

¿Cómo animarías a la gente joven para que diese el paso?

La sensación de sentirse útil haciendo feliz a otras personas. Hay gente con la que mantienes una relación y eso te anima, además del hecho de que puedes transmitirles que no son invisibles, porque, al final, son a los que la sociedad tiene menos en cuenta.

La gente joven, dependiendo de la edad, tiene su cabeza en otras cosas, pero a mí siempre me ha gustado el trato con la gente, y esto llena mucho. Animaría a la gente joven que tiene esa inquietud por entablar esas relaciones a que se animen porque interiormente te llena mucho.

Es duro, porque nos enfrentamos a una realidad que no hemos vivido nunca, y te encuentras aquí a gente que te cuenta miles de historias, pero hay proyectos para todas las edades. Además, yo aprendí en los scouts que tenemos que dejar el mundo mejor de como lo hemos encontrado y para mí eso es una motivación, ayudar al que más lo necesita.

Hay que pensar que para estas personas es importante que venga una persona de la calle y que tenga una relación con ellos, porque al final nadie les trataba como una persona normal. Por eso nunca he querido inmiscuirme en sus vidas privadas, cuando ellos han querido me han contado de manera natural sus historias y lo que me han contado aquí se queda aquí.

¿Hacen falta voluntarios y socios?

Cáritas vive de la caridad de las personas, que aportan su dinero o su tiempo y son super importante las aportaciones de la gente. Al final, los que tenemos que ayudarnos somos la gente de a pie y la gente de base.

Se puede colaborar en una gran cantidad de proyectos, desde programas de inclusión, con gente de la calle, con madres solteras, con víctimas de violencia de género, con familias, con niños o con refugiados de Ucrania. El voluntariado es importante, para todo hace falta gente y nos hace falta gente joven.

¿Cuál ha sido el momento duro que más te haya marcado?

Se viven momentos duros, por ejemplo, cuando hay gente que ha hecho algo en la vivienda y se ha de ir por no cumplir las normas, pero los más duros se dan cuando gente que ves a personas que van avanzado poco a poco y que, desgraciadamente, se mueren.

Tenemos a muchas personas con problemas de salud asociados a adicciones o enfermedades mentales y hay gente que supera ciertas enfermedades y gente que desarrolla otras patologías a consecuencia de las anteriores.

Son momentos duros, especialmente cuando tienes a una persona que ya hace una vida casi independiente y sabes que corre el riesgo de fallecer.

¿Y una experiencia agradable que destacarías?

Se viven momentos muy bonitos, por ejemplo cuando la gente deja la vivienda para ir a un sitio mejor, porque consigue un trabajo o una estabilidad en su vida o cuando ves que poco a poco se convierten en personas autodependientes.

Se trata de que puedan tener una vida lo más normal posible, pero sobre todo más definitiva, porque este piso es para una estancia temporal, hasta que consiguen algo más estable.

Por ejemplo, un argentino que por situaciones de la vida se quedó en la calle y después de mucho tiempo intentándolo consiguió volver allí con una pensión de jubilación, está ahora con su familia, contento y ha salido del bucle en el que se encontraba.

¿Cómo ha afectado a estas viviendas la pandemia?

Yo aluciné con el clima de tranquilidad que se vivía aquí. Había miedo y algunos no querían ni salir a la calle y yo creo que eso les hizo reflexionar y decían: estamos aquí dentro y nos tenemos que soportar.

También hizo un buen trabajo de la trabajadora del piso, que consiguió que no hubiesen líos. Y además, hasta hace poco no ha habido ni un solo caso de covid en la vivienda. Ellos sabían que tenían que mantener una normas de higiene y lo llevaron muy bien.

¿Qué te llevas a casa cuando vuelves?

Es como ir a ver un grupo de amigos para pasar un rato con ellos, lo que hagamos es una excusa, da igual que sea un taller de informática, de idiomas o de guitarra, porque lo importante es estar en contacto.

Te llevas esa sensación de ayudar a la gente a que se sienta normal, porque para la gente muchas veces son los últimos en la sociedad.

Y también para las administraciones, porque parece que gastar dinero en la gente que vive en la calle es tirarlo, pero es darles una vida digna. Hay personas que por la circunstancia que sea se han quedado ahí, pero todo el mundo se merece tener una vida digna, que los miren con cariño y que los traten con dignidad. Y que se sientan personas y no invisibles a la sociedad.

Los proyectos de Cáritas en Castellón

Cáritas cuenta con varios proyectos en marcha actualmente como el programa Preocupa’t, Bartimeo para personas que no van a los albergues, el fondo covid en las sedes de Cáritas que sirvieron también como centros de vacunación y para el reparto de comida, así como la atención de las personas desfavorecidas, las personas sin hogar, El Pati que son pisos tutelados, dos viviendas en Castellón para atener a personas con problemas de habitabilidad y un piso en Castellón para las personas que no pueden pagarse un alquiler. Además, se ha puesto en marcha un proyecto de viviendas de alquiler social bajo el nombre de ‘Betania’.