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El catedrático Román Gubern analiza las raíces de la pornografía en un curso de verano de la UJI

El catedrático Román Gubern analiza las raíces de la pornografía en un curso de verano de la UJI
    La frustración de no saber qué viene después del beso en una película corriente de Hollywood. Muy pocos podrían pensar que éste es el auténtico origen del porno, pero así lo ha defendido el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona Román Gubern en la conferencia "Censura, erotismo y representaciones explícitas" en la que ha dejado muy pocos cabos sueltos sobre las películas pornográficas. Esta ponencia ha tenido lugar dentro del curso de verano de la UJI "Eros y Thanatos: Los límites de la representación audiovisual" que se celebra en Morella hasta el día 10 de julio de 2009.

    Gubern ha empezado la intervención destacando la importancia de la visión dentro del contexto del psicoanálisis, presentándola como una forma de tacto a distancia. Dentro de la visión, el color es fundamental y se ha convertido en una exigencia del porno, que no se puede concebir sin la textura de la piel. Continuando con el psicoanálisis, existen dos modalidades de mirada: la voyeurista y la exhibicionista, dos etapas previas al acto sexual que la teoría psicoanalista convierte en orgasmo. Por este motivo todos los seres humanos serían actores potenciales. Llegado a este punto, Gubern ha hecho referencia a las películas amateurs y su extensión gracias a Internet, que ha generado una fuerte crisis en la industria pornográfica americana. Con Internet la pornografía se ha democratizado y ha salido un género de imitación de profesionales, hecho por el placer exhibicionista que tiene como motivaciones más frecuentes servir de trofeo o de venganza.

    Tal y como comenta Gubern, "lejos quedan ya los tiempos en los que la iglesia era la principal fuente de conocimiento sexual por medio de los confesonarios". La pornografía ha vuelto a estar desculpabilizada y esto ha permitido la aparición de nuevas formas como las ya nombradas películas amateurs o, incluso, el porno femenino.

    La ob/scenidad, a examen
    Las perversiones atadas al deseo sexual fueron protagonistas de la ponencia de la catedrática por la Universidad de Valencia Giulia Colaizzi. Bajo el título de “Ob/scenidad: perversiones polimorfas y puesta en discurso del deseo”, la conferencia contó con material videográfico y contó con una gran participación por parte de los asistentes al curso.

    Giulia Colaizzi entró a analizar la dualidad del término “obscenidad”, que por una parte proviene de la morfología ob-caeno (“hacia la suciedad”), dirigida a una representación grotesca del cuerpo, y por otro lado, de obscena (“para dentro o fuera de la escena”). La obscenidad tiene que ver con cómo una norma establecida lleva a reflexionar sobre el significado del término “pornografía”, que etimológicamente se refiere a la “grafía del porne”, es decir, a la grafía de la prostituta. En este sentido, la pornografía no se podría aplicar al hombre que se prostituye, argumento del que se puede extraer la conclusión de que la pornografía implica la diferencia sexual, dirigida al sexo femenino.

    A continuación, Colaizzi expuso dos lecturas opuestas del discurso pornográfico. La primera como una representación del patriarcado en la que la mujer es el objeto del deseo masculino y que implica la aceptación de la violencia. La segunda haría visible la diferencia entre representación y realidad, negando los efectos de estos discursos en la sociedad.

    Para aclarar estos argumentos, se proyectó un fragmento de “Chicas de Nueva York”, un film que sirve de ejemplo del enfasís en el deseo, la erotización y la adhesión del cuerpo. Se desafía la conexión binaría por mostrar múltiples sexualidades y relaciones de solidaridad entre prostitutas. Por otro lado, también se proyectó material sobre el taller The Sluts and Goddesses de la actriz pornográfica, productora y autora de performances Annie Sprinkle en el que se explica como convertirse en una diosa en 101 pasos y que supone una representación de la mujer realizada por mujeres y con la que Giulia Colaizzi introdujo el concepto de post-porno, un tipo de pornografía realizada para agradar a las mujeres.
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