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Las estrategias de prevención del Sida en las que participan pacientes son las más eficaces

    Un grupo de investigación de la Universitat Jaume I ha analizado la eficacia de diferentes estrategias para la prevención del Sida en estudiantes universitarios. Los resultados señalan a la participación de un paciente infectado con el virus VIH como la actividad con mayor éxito a la hora de cambiar las actitudes hacia la enfermedad, frente al menor valor preventivo del visionado de imágenes aversivas.

    El estudio se inscribe en la tesis doctoral de Cristina Giménez García, dirigida por Rafael Ballester, del Departamento de Psicología Básica, Clínica y Psicobiologia, y titulada Eficacia diferencial de distintas estrategias de prevención del Sida para promoción del sexo seguro y la realización de las pruebas diagnósticas del VIH en estudiantes universitarios.

    «Este proyecto se origina en tres hechos: primero, hoy por hoy, la prevención es el único medio eficaz de acabar con el Sida; segundo, los programas de prevención se han revelado eficaces en el cambio de las condiciones de riesgo; y tercero, desconocemos cuáles son los ingredientes o elementos más eficaces en este cambio comportamental, que podrían optimizar el éxito de los programas», explica Cristina Giménez.

    El objetivo de los investigadores de la UJI era cubrir esa laguna y ofrecer a los psicólogos información útil sobre cuáles son las mejores estrategias para prevenir el Sida en grupos especialmente vulnerables. Uno de esos grupos es el de los estudiantes universitarios, en el que se han observado varias conductas de riesgo asociadas a la infección por el VIH, como el uso no sistemático del preservativo o la resistencia a realizarse las pruebas de detección de anticuerpos.

    Los investigadores expusieron a diversos grupos de estudiantes a las distintas estrategias de prevención y registraron cómo habían modificado su actitud y conocimientos sobre la enfermedad en cada caso. Para ello, se realizó una evaluación previa a la intervención, una posterior a la misma, otra transcurrido un mes y otra a los cuatro meses.

    Las estrategias preventivas evaluadas fueron las siguientes: estrategia basadas en la información a través de charlas expositivas, estrategia basada en el cambio de actitudes mediante los grupos de discusión, estrategia basada en el cambio de conducta mediante el entrenamiento en habilidades para el uso del preservativo y negociación de relaciones sexuales seguras, estrategia basada en la sensibilización a partir de la intervención de un paciente infectado, y estrategia basada en la inducción de emociones negativas a través del visionado de imágenes aversivas.

    «La participación de un paciente infectado parece mostrar una mayor eficacia diferencial en la transformación de distintas variables de riesgo como la información o las actitudes ante el preservativo. Además, resulta ser la mejor valorada por la muestra, lo que probablemente puede incrementar su capacidad preventiva», señala Cristina Giménez. «Por el contrario, la estrategia que ha consistido en el visionado de imágenes aversivas parece ser la que menos eficacia tiene en cuanto a la mejora de las variables de riesgo. A su vez, ha sido la peor valorada por parte de la muestra», explica Giménez.

    El objetivo del trabajo es disponer de información empírica que permita diseñar la mejor estrategia combinada para la prevención del Sida, con el objetivo de aplicarlo con éxito a los programas existentes como el de Unisexida en el caso de la UJI.

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