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Por Ángel Padilla
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Reseña de «El dolor de la lucidez», de José Luis Victoria. ¿Cómo será nuestro futuro?

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    Reseña de «El dolor de la lucidez», de José Luis Victoria. ¿Cómo será nuestro futuro?- (foto 1)

    Hacen falta más distopías. Más novelas como la de José Luis Victoria "El dolor de la lucidez", un thriller absolutamente emocionante y agradable, sí, esas son las palabras. Ameno, tan ameno y rápido de leer como la anterior novela que leí de él, "La luz", que me fascinó por su novedad y avanzadilla en imágenes y mundo inventado. Agradables ambas novelas porque generan familiaridad y ponen en valor algo que hoy se está deteriorando cada vez más y nos es inherentemente valioso para la supervivencia: la amistad.

    "El dolor de la lucidez" (ediciones Hades, 2023) es la novela posterior a "La luz", de este autor castellonense; pero tiene otras dos escritas, según sé. Y que no he leído. Deberé hacerme con ellas y disfrutarlas también, a la vez que -esto me gusta mucho- establecer una comparativa en cómo ha evolucionado la narrativa en el autor.

    En "La luz" estamos ante una obra loca, alucinada, un mundo que parece situarse en un pasado pero se encuentra en cualquier momento, época, es un páramo, donde se suscitan los hechos, hechos urgentes, llena de misterio, luz (el título está bien buscado), maravilla... y amor. Amor del bueno. En "La luz" el lector se topa de inmediato con el nudo. De un poblado pequeño ha desaparecido una joven, joven novia del protagonista, quien emprende un camino arduo en su busca, y toda la novela gira en torno a ello, una desaparición, y el enigma y riesgo, preocupación, que esta conlleva. En un páramo de monte, casi árido, verdes y marrones, marrones y verdes, y un cielo nublado siempre, como un fantasma, andamos en la novela como por dentro de un fantasma y al final nos convertimos en novivos.

    Pero "El dolor de la lucidez" es más asentada con pies al suelo. Ojo. Pero de nuevo el autor se arriesga. No un suelo del hoy, sino de un mañana posible, y casi seguro: un mañana postcolapso.

    Como en "La luz", un grupo de personas, que son afines o incluso amigos, o se hacen amigos en la marcha, caminan con un fin común. En "El dolor de la lucidez" ocurre igual. Y ahora que reflexiono, en "La luz" se anda tras una mujer perdida. En "El dolor de la lucidez" también los protagonistas, jóvenes, emprenden una marcha tras algo perdido, y también es mujer en cierto modo, y también está perdida de igual forma: nuestra tierra. Nuestro mundo.

    En la sinopsis de "El dolor de la lucidez" se nos dice:

    "Una humanidad alienada, sumida en un letargo de conformismo e indiferencia, ve cómo pasa el tiempo sin expectativas de variaciones en su anodina existencia. Conceptos y palabras como: transformación, esperanza y libertad, han sido arrebatadas de su memoria o no han llegado a ser conocidas en un mundo moldeado a la conveniencia de los grupos de poder que los controlan.

    Todo vestigio de insurrección ha sido aniquilado, toda voz discordante ha sido implacablemente ahogada. Solo un pequeño grupo de individuos que el radar de los gobernantes no ha detectado, es capaz de despertar con un arma muy poderosa: cuestionar su propia existencia y el modelo de sociedad en la que viven.

    Un thriller distópico-esperanzador que quizás no sea tan fantástico ni tan lejano."

    Y sobre su autor, José Luiz Victoria, sabemos lo siguiente:

    "Nacido en Cuenca hace 53 años y residente en una masía de Culla (Castelló). El dolor de la lucidez es su cuarta novela publicada, antes fueron: Los ojos del mar (2010), La senda del odio (2012) y La Luz (2019). Amenaza con seguir publicando hasta que las ideas le abandonen o el mundo llegue a su fin. En la década de los 90 formó parte del grupo musical: Exhume. Orientado hacia el Death Metal llegaron a publicar un siete pulgadas. En la misma década fue locutor de un programa de radio que mezclaba música y poesía en una radio libertaria de su ciudad. Todo acabó cuando una orden gubernamental mandó cerrar todas las radios libertarias del estado. Se define como un animal autodidacta, y es de la opinión de que "para aprender y pensar hay que leer libros, no rellenar exámenes."

    Creo que en la sinopsis se detalla bien qué va a encontrar el lector en la novela. Y no soy de los que sobre novelas así me gusta revelar demasiado, porque esta novela está escrita en progresión del desenredo de un gran misterio, y contar algo más de lo que en la sinopsis aparece sería como hacer un spoiler tremendo. La novela se disfruta más, se diría, sin saber nada de ella. Pero nada.

    No obstante, me gustaría decir, y perdón por pecar (me siento como ante un párroco, me gusta esta idea, es pura ironía; voy en el tono de la novela, que es iconoclasta), que la novela me ha gustado mucho, que la he leído en muy pocos días, me enganchó desde el inicio. Atrapa mucho la relación tan bien creada entre los jóvenes protagonistas, donde la amistad une y en algunos de ellos pega un salto a otro tipo de relación más amorosa, sin embargo (de la amistad habla mucho la historia creada en los libros de este autor), en otros casos, esa amistad de grupo se ve amenazada por las cuestiones que emergen en un conjunto humano que lucha contra algo importante, unidos por un puñado de buenas ideas evolucionadas: surgen siempre dudas, debates que culminan a veces en deserciones, e incluso la traición. No diré en qué punto evolucionan estas pulsiones humanas en el grupo que heróicamente se rebela contra su presente (que es nuestro futuro seguro, en la mayoría de las presunciones del autor) en "El dolor de la lucidez", pero advierto al lector que se sorprenderá, y disfrutará, de cómo se va dibujando la realidad de las relaciones humanas, incluso en entornos donde la fraternidad y el ir a una todos debería ser irrompible.

    La estructura de la novela es demoledor, porque se sitúa en la epopeya de los jóvenes, que como aquellos primeros cuaqueros antiesclavistas que en la Inglaterra del siglo XIX se reunieron en un bajo de Londres para planear la gran revolución y el plantar cara mundialmente al esclavismo en "las américas" (al final lograron que el mundo se uniera a sus planteamientos justos y para que la esclavitud de la trata de, en su casi totalidad, africanos, fuera prohibida); así, como esos primeros hombres y mujeres preclaros tuvieron una visión de cambio mundial para establecer justicia, los jovenes de "El dolor de la lucidez" saben qué deben hacer, se reúen para planearlo, con sencillez, porque lo que hay que hacer debe iniciarse lo más pronto posible, y comienzan... De la misma forma que voces surgieron en la época más negra del abuso a las mujeres en el siglo XVIII, desde Mary Wollstonecraf, pasando por Virginia Wolf a Dora Russell, para conformar el necesario feminismo contra el esclavismo de los hombres a las mujeres, sólo por ser mujeres, a las que no permitían estudiar, ni leer, ni relacionarse, ni nada, ¡ni salir de casa! Como vemos, hoy, en pleno siglo XXI, la tarea de erradicar el abuso del hombre contra la mujer todavía no ha terminado.

    Y digo que es demoledora la estructura de la novela porque nos enfoca a los protagonistas el autor, para en el siguiente capítulo detallar cómo está la ciudad en la que viven, todas las ciudades del mundo, qué es de nuestro mundo futuro. Cómo es, en qué hemos quedado, cómo son las casas que nuestros descendientes habitarán, qué tendrán en ellas, qué no tendrán. ¿Habrá gobiernos? Al fin -claramente los habrá, siempre los habrá-, pero: ¿en qué forma se manifestarán esos gobiernos? Porque en cada época lleva 'el rey' un traje distinto, eso lo sabemos. La sopresa será máxima conforme avance el lector por nuestro futuro posible y casi seguro, a golpe de avanzar con quienes podrían revertir ese mundo (que ya comienza a ser en el nuestro) anegado en la hediondez, que supura desesperanza y donde la gran mano de hierro ha cerrado aún más sus dedos, allí gigantescos y que todo lo abarcan; focalizamos jóvenes, avanzando, pensando el siguiente paso para vencer, focalizamos ese mundo, en sus estructuras físicas, en sus estructuras políticas, oligárquicas, incluso se detallan a estos, los seres en sombra que también se reúnen, luz y sombra, sombra y luz, avance y deseo de retroceso. Como el latido de un corazón, así es la estructura novelística de la historia. Un sueño. Una realidad. Avance de la rebelión, la realidad dura. Avance del amor, el odio...Tumpum, Tum, Tumpum... Recomiendo tanto la lectura de "El dolor de la lucidez" como las otras obras del autor, porque hacen pensar. Y...

    Hacen falta más distopías.

    Necesitamos soñar. Sobre todo, necesitamos imaginar futuros distintos al que se avecina con la crisis climática que ya tenemos sobre nuestras cabezas, en esta llegada de la sexta gran extinción, que a diferencia de las cinco grandes extinciones en la historia de esta tierra, cuyo motivo fue netamente natural, esta sexta la ha originado enteramente el ser humano, el origen de todos sus males es antropogénico. En tanto se debate el humano en, como mucho, reuniones de los países europeos cada tantos años en cumbres climáticas que terminan en nada. Como se explica en la obra ideada y gestonada por Greta Thumberg "El libro del clima", nada de lo que se ha aventado como pactos y promesas de cambios estructurales en las naciones del mundo para reducir las emisiones de carbono y atajar los efectos más desastrosos del azote climático que nosotros mismos hemos generado hacia nuestras fachadas, puertas de casas y rostros, se cumple; nada; todas las reuniones, sin excepción, han acabado con protocolos firmados, pero en la práctica con nulos cambios, si no ninguno.

    El ciudadano medio espera que sus gobiernos hagan algo, y los gobiernos, que representan a los grandes ricos del mundo, no atienden al pueblo porque ningún gobierno lo hace. Un estado es un generador de dinero. Un estado es una industria. Y los nacidos en ese estado son meros obreros de la grosera y letal maquinaria donde sus huesos fueron a nacer y ver la luz, como mucho tendrán ciertos privilegios al haber nacido allí respecto a aquellos que vengan después nacidos en otros lugares, todo cuestión de azar, pobres y menos pobres. Entre los pobres todo será pobreza. Y entre los ricos, sólo se conoce este mantra: más dinero, jamás parar maquinarias.

    Al final de la Revolución francesa, los vencedores creían poseer, eufóricos, el mundo, la vida (y en su alegría tonta no se distinguen en mucho en los ciudadanos que creen tener ciertos privilegios frente a otros que poseen menos), el marqués de Condorcet expresó:

    "No se han fijado límites a la mejora de las facultades humanas. La perfectibilidad del hombre es absolutamente indefinida. El progreso de esta perfectibilidad, a partir de ahora más allá del control de cualquier poder que podría obstaculizarla, no tiene otro límite que la duración del globo en el que la naturaleza nos ha puesto."

    Efectivamente, señor marqués. Pues se mordió esa manzana ciega y estúpidamente hasta el tuétano. Y la "duración del globo" de que usted habló, ya llegó a su fin.

    La pregunta es, ¿podremos darnos cuenta colectivamente en algún momento del punto de gravedad vital terrestre en el que estamos situados? Y más aun, ¿nos pondremos manos a la obra para defender la vida Grande, que es nuestra casa y fue nuestra cuna?

    Si seguimos sin querer ver, seremos como aquel personaje conmovedor pero tan alejado de la realidad que era Lennie, en la bellísima novela "De ratones y hombres", de John Steinbeck, quien en tantos momentos de la aventura tremenda que libran él y su acompañante George, vagando de acá para allá buscando algo que echarse a la boca y metiéndose en constantes líos por la mala cabeza de Lennie, este interroga, como un mantra a George, sobre un previsible futuro beatífico para ambos (evocan a veces una casa en posesión, con un pozo con agua y huertos propios), que no se dará: "¡George, cuéntame otra vez cómo será!".

    Creo que ayudará mucho a clarificar ideas leer "El dolor de la lucidez". Como poco, nos hará soñar con un cambio grande. Soñar es gratis, pero leer, hoy, es obligatorio.

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