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Por Ángel Padilla
Yo, animal - RSS

Se presenta el aire

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    Se presenta el aire- (foto 1)

    No, no diré mucho de mí, en esta presentación. Usaré esta columna para hablar de "los demás”.

    De mí, de mi yo poeta, remito a la red a quien tenga interés en “Ángel Padilla”, asóciese mi nombre en la búsqueda a palabras como escritor, dramaturgo, animales, revolución..., aparecerán noticias en periódicos de actos culturales y de desobediencia civil; mis obras literarias, puestas en escena teatrales, canciones, muchas y de varios cantautores y grupos, que parten de poemas y de letras mías..., y  fotos de ese mí cuerpo poético, la estética elegida y elaborada durante años desde donde proyectar -imagen y verbo deben sintonizar- mi Palabra armada.

    En este espacio, que tan amablemente me cede elperiodic.com, hablarán, en cada entrega -que intentaré sea semanal- los pisoteados, mas aún no vencidos, los millones que les han cosido los labios con hilo celeste de madre buena o cerrado con fierros y sogas los hocicos; muchos que poseyendo mirada y corazón feliz jamás han visto el Sol, la margarita, el beso, la hoja verde de la frágil rama. Entraré en las mentes y biomasas, atento y fugaz, recogeré el instante de mayor fulgor y todo ello lo dejaré aquí reflejado.

    Los objetos también hablan, los despertaremos; en ellos duerme frustrada, ninguneada, una gran enseñanza.

    La libertad, la salud, sólo aventa las velas de sus barcos en almacenes milenarios abriendo ventanas y puertas; que salgan todos los fantasmas en la luz como pedía Freud para, al verlos y reconocerlos ante nosotros, sepamos quiénes somos. Lo que sabíamos que éramos y lo que habíamos olvidado. Y el por qué dañábamos, por ciegos, corazones inocentes en los que debemos reparar siglos de hoguera y látigo.

    Llamo a los sin nombre, a los Nadie, a los Nada, a los marcados con spray azul en su lomo rosa y a los niños a punto de fenecer de sed, al líder indígena amenazado de muerte por las petrolíferas y aún así encabezando a miles arriesgándose a la bala y al limo hambriento en pro de la Madre Tierra, a la esclava sexual que llora mar, a la vaca lechera que pisa sus heces y no puede voltearse en su estabulamiento medieval (siglo XXI); venid, por el aire, por la oquedad del volcán, Hablad.

    No me interesa la forma de tus pies, el color de tu piel, tu altura, confía. Venid de día y de noche, me aposto a la escucha.

    Tú que esto lees, ven también.

    Acércate más, este es terreno nuevo. De palabra antigua, la que unía (la de hoy, separa).

    Eres, lector, sin duda, la parte más importante.

    Sin ti, no tendría sentido esta coral que aquí comienza a congregarse, mediante la que nos proponemos Recordar, y al fin, cantar, el mayor y único Himno, la necesaria verdad en la época humana más mentirosa, tramposa y sanguinaria.

    Yo creo que eres mucho más grande de lo que te dijeron.

    No te vayas.

    Quédate y escucha, ¡pues eres tú y sólo tú quien hablará!

    ¡Como el mar de ola alzada, en tormenta, yo te invoco, cielo!

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