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Por Ángel Padilla
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«Esperando al Ángel Negro», de Abismo. Uno de los mejores álbumes de 2022

  • Con "Esperando al ángel negro" la formación turolense Abismo se ha consagrado, y con honores, como una de las bandas mejores y más dotadas de este país.

FOTOS
«Esperando al Ángel Negro», de Abismo. Uno de los mejores álbumes de 2022- (foto 1)
«Esperando al Ángel Negro», de Abismo. Uno de los mejores álbumes de 2022- (foto 2)

Diría, sin pensármelo dos veces, que "Esperando al Ángel Negro" es uno de los álbumes mejores del 2022. Por su enorme autenticidad, un sello incuestionable, canciones que comienzan y terminan demoledoramente, por su ejecución maravillosa en lo musical, en el terreno de las letras y en su conjunto, donde en cada corte del disco no hay nada previsible. "Esperando al Ángel Negro" es, sin duda, una de las grandes obras de arte del mundo contemporáneo. El arte no está sólo en los museos, también en la calle. Si con Velázquez, ante sus enormes cuadros espantosamente bellos, uno experimenta una sensación ultraterrena, como estar ante la obra de un dios o de alguien no humano, no de esta tierra, alguien colosal, de igual forma ante las creaciones de Abismo también nos abotargamos con la escucha atenta y del corazón, su obra asusta, esta gente asusta. No recuerdo quién dijo en una letra de canción que la belleza asusta. El miedo y el amor, la muerte y la vida, siempre abrazados. No descubrimos nada. Mas esos ámbitos de sombra e infiernos poéticos que despliegan Abismo en sus melodías, coros y en el álbum completo todo, es una muestra concentrada (como un perfume de la época de Baudelaire, quien, en su nihilismo, feísmo y búsqueda del enfant terrible total, decía que la muestra de la naturaleza que le gustaba más es ésta concentrada en un perfume) de que el amor es lo mismo que la muerte, porque la rosa una vez nace ya lleva la marca en uno de sus pétalos rojos del día en que morirá. Ahí la gravedad de esta vida, también la sencillez con que debemos afrontarla y vivirla. Pero no nos perdamos. O sí, perdámonos. Porque cuando uno cree que 'ha llegado', entonces sí ha muerto, en alguna forma. La verdadera forma de la vida es recorrer camino, no detenerse. Miro el vuelo de los pájaros, miro las olas del mar. Miro la noche, recorre el pueblo en la noche, hay más cosas en las calles del pueblo en la noche que las que puedes encontrar en el día.

Es que con Abismo me pasa como cuando era joven y leía de todo (como hoy, pero hoy me centro más en los clásicos literarios y biografías), libros sobre satanismo y brujería, que el clima de ellos me hacía pensar mucho. Ozzy Osbourne funcionó como el contrapunto a una cultura pobre y triste heredada por imposición. Personalmente, siempre he sentido atracción, cuando menos interés especial, por los personajes del terror, la familia Manson, la América loca y rica en monstruos y cielos a la mano de cualquiera, "la tierra de las oportunidades", dicen (qué locos); América donde nació alguien tan hermoso y a un tiempo tan lleno de miedo como Marilyn Monroe, y de estos hitos históricos: Manson y la actriz siempre violentada y triste, es de donde bebió para inspirarse, entre otras cosas, la banda Marilyn Manson para su imaginario de extraordinarias canciones, sus discos fueron quemados por grupos de cristianos airados. La masacre de Waco, ese David Koresh y esos davidianos creyendo en un cielo prometido para los no pecadores. También anda por ahí en la memoria del miedo el líder Jim Jones que llevó a la muerte a casi un millar de personas con su secta delirante "El Templo del Pueblo". John Wayne Gacy vestido de payaso persiguiendo niños, insuperable abyección maldita. Sthepen King y su mundo genial y tan terroríficamente... real. Al fin, todo ese danzante cuadro de horrores de color vivo, representa nuestra realidad, a tal pueblo y cultura, tales monstruos. A tales golpes, tales respuestas. A cada tiempo, una poesía. A cada época, unas canciones. Por aquí, por esta España que aún no ha superado el yunque del franquismo y, o sigue amándolo, o se empecina en sólo ver 'eso", también tenemos nuestros terrores diarios, Ana Rosa Quintana es uno de ellos (que la primera visita al salir del hospital después de la convalecencia de una enfermedad grave, se fue 'a los toros'), el cementerio alzado de zombies que cada tarde se inyectan absenta de Sálvame, las cadenas de televisión fachosas a tope, Herrera en la Onda, el Mocito Feliz y los adláteres de Ortega Cano ("Cecilia" en las redes, porque nunca pagaba nada, "como siempre sin tarjeta"), todo este horror cotidiano sólo puede dar francotiradores adolescentes y votantes de Vox, así como neocristianos férreos como Tamara Falcó, una santa compaña de un terror quizá mayor, si cabe, que el que sufre de común la América loca descrita, y aquí, ¿cómo pudo Nena Daconte resistir con canciones tan bonitas sin romperse por dentro al final, como pasó (le deseo lo mejor)? Este Abismo criticado por casi todos los autores del 98, también a su forma por la generación del 27 y como máximo criticón, Valle Inclán. Prosigamos con la música de Abismo.

Si en el anterior álbum de la banda, de nombre "Canciones satánicas", ya nos enfrentábamos con sorpresa y deleite a canciones de enorme potencia y originalidad, que transitaban por ámbitos de terror y de amor (las letras son de auténtica poesía, poesía urbana, que dirían algunos; para mí: poesía), en "Esperando al Ángel Negro" estamos ante la confirmación de que esta banda nació con estilo y con estilo permanecerá, con las botas puestas, cubiertas de polvo de un western negro como el carbón. Basta escuchar unos instantes de cualquier canción de Abismo para saber que son ellos. Eso no se puede decir de muchos grupos, y más hoy en día, donde impera, entre las bandas de rock, el esfuerzo loco por 'hacerse ver' a la busca de fórmulas que se cree comerciales, sin perder esencia, creen, en un mundo musical atestado de bandas, algunas muy buenas y la mayoría copias unas de otras y otras de unas. Por sobresalir se pierden, perdiéndose 'no se ven'. ¿De qué sirve llegar a ciertas alturas si vendiste tu alma por diez monedas de oro para llegar a 50.000 oídos de necios? Pagarle a facebook visibilizaciones no te hará artista.

Pero Abismo, los malditos y malévolos santos Abismo. ¿Cómo definirlos? Al menos para mí, es imposible. Y creo que a ellos tampoco les gustaría. Se les nota una banda muy auténtica, y las bandas auténticas, que manejan tantos registros como ellos y tan bien, huyen de las etiquetas, porque investigan y avanzan constantemente. El marco, el rótulo, que te incluyan aquí o allá, sólo es estatismo. Eso sí, hagan lo que hagan, insisto, su sello lo dejan siempre.

En "Esperando al Ángel Negro" encontraremos trece canciones, pero no temamos. La escucha completa se hace incluso corta. No estamos, en general, ante temas largos, sino justos, exactos en su fórmula temporal, cada canción naturalmente requería un tiempo de mostrarse, y ni un segundo más, y ese dominio de la tensión dramática lo llevan a rajatabla.

Estos son los títulos de las canciones: 1. Brujas en la tormenta. 2. Yo soy la perra. 3. Tiempo del corazón. 4. Hacia las llamas. 5. Arde. 6. Desorbitado. 7. Mientras brillen. 8. Cuchillos afilados. 9. Desde la tumba. 10. El último faro. 11. Oh Señor. 12. Polvo y terciopelo. 13. Todo está bien.

Como se ha dicho, el álbum en su conjunto es perfecto y funciona, cada canción por separado, como en forma de empaque temático, a la perfección. Me resulta muy difícil destacar qué canciones me han sorprendido más, por lo inusitado de su escucha. Y no diré mucho sobre ellas porque deseo que los lectores que por aquí sobrevuelan como yo ahora lo hago mientras escribo estas letras, escuchen el álbum, lo consigan a través de Abismo en cualquiera de sus zonas de las redes, o también pueden echarle una atención primera en Youtube, donde está colgado libremente.

Los coros son perfectos y tormentosos, filosos y vampíricos, voces de ánimas y oleajes de ronqueras rockeras en estribillos con coros más gruesos que lo lírico de lo gótico y lo oscuro, que abunda en el disco. "Brujas en la tormenta" muestra una espléndida creación de coros. "Yo soy la perra" es un corte contundente e híperrockero. Alarde musical en "Tiempos del corazón" (esta gente va sobrada), así como en "Hacia las llamas", donde tornamos a escuchar composiciones letrísticas de amor, desamor, muy bien escritas, sobre todo para empastar con los instrumentos (yo que soy poeta, sé lo difícil que es que una letra, siendo poética, pueda armonizar en una canción, sin perder sentido poético pero a la vez conformando un único cuerpo). "Arde" y "Oh Señor" son de las canciones más cañeras y tremendamente chulas del trabajo completo. "Oh Señor", en particular, es de las canciones que más me han sorprendido de los últimos tiempos, es demoledoramente actual, y a un tiempo eterna. Que mi lector la escuche y entenderá. Contiene a John Lennon y Joko, en aquella cama donde peroraban por la paz mientras los fotógrafos, que sólo les importaba inmortalizar a los excéntricos, atestaban el dormitorio, y contiene la esencia de las grandes canciones espirituales con impronta made in Abismo, o sea, western puro y duro, distinto, eso sí. Es como entrar en un poblado del viejo oeste, abandonado, y entrar en el bar, sin nadie, donde unos músicos desde la oscuridad de esa tierra baldía (no la de Eliot, ese se burló de todos con su poema), que es la nuestra por completo, cantan lo que se canta en Oh Señor mientras nosotros damos cuenta del whisky que queda en la licorera de la barra, un whisky que con el tiempo ha ganado mucho, ángeles y demonios rodean ese bar de pueblo abandonado, fijándose en alargadas filas en arco para dispararnos al salir: son los políticos, son la realidad sin futuro nuestra, son este mundo sin alma. Ahí la canción, ahí su aridez y llorante antiplegaria.

"El infierno no está lejos, el camino es placentero", dice una inquietante voz de mujer al inicio del tema "Polvo y terciopelo", una instrumental de primer orden.

"Todo está bien", nos dice el grupo en su última canción, con la más ásperas y dolorosas de las ironías, emulando el discurso político y la mente colectiva del pensamiento único. Y, en efecto, 'todo está bien'. Todo estará bien, a pesar de que, como dijo Greta Thunberg en un discurso de 2019 ante las naciones (des) unidas, "Nuestra casa está en llamas", todo estará bien mientras airosos y valientes personas artistas desde la música nos sigan dando canciones y haciendo bandas sonoras a las vidas.

Abismo esperan "al Ángel Negro". Nueva ironía. Saben que ya está aquí. Y es más bello y bueno que el "blanco". Porque para construir hay que aplanar el suelo. Esperamos una apisonadora, más alta que el cielo, habrá de ser. Abismo le abren paso cantando.

Escuchen sus canciones, si dios está en algún lado es en la buena música. Larga vida a los misterios y a la protesta contra la quietud y la estupidez que permite el paso de acero y fuego del amo y los trabajos de cadenas cada vez más grandes y de eslabones más firmes del herrero; larga vida, contra toda esta herrumbre, a Abismo.

Datos técnicos de la grabación del álbum "Esperando al Ángel Negro": Voz y guitarras, Alberto Arnau, con Vega ‘Venom’ Molina a las segundas voces y guitarras. Quien se encarga del bajo, arreglos de cuerda, teclado y coros, y la batería, es Iker Piedrafita. Sobre la formación, además de los citados, ésta se completa con Iván Moya a la guitarra y teclados, David Pascual a la batería y, al bajo, Imanol Pérez.

Según información de RockSesion.com (a quienes agradecemos la extensa información que vierten sobre la banda en nota sobre la banda de 3 de octubre del presente): "en directo la banda se apoya con el teclista Dani Castillo y en el disco además han contado con coros adicionales de Pilar Collados. Todo el diseño y concepción audiovisual, que ayuda mucho a contextualizar la propuesta musical, tanto de portada, como del libreto y de los videoclips presentados hasta la fecha es de Javi Reaktiu."

Cabe decir que Alberto Arnau, a petición mía, fue uno de los músicos que, de buen grado y por afinidad con los animales, participó en la grabación de la versión actualizada de la canción animalista "Llora Britches", con música inicial grabada en el 2007 por Lyvon y letra de Ángel Padilla (o sea mi yo poeta), canción que se regrabó con participación de muchos músicos de distintas bandas y voces diversas, en plena pandemia, entre ellos gente de Abismo, Alberto, como se ha dicho, y la ex Abismo Rocío Ro, maravillosa música y cantautora. Asimismo, estuvieron en ello con toda su grandeza y generosidad: Silvia Gers, Graciela Folgueras (Las Brujas), Electric Xandra (Electric Bang), Enrique Rosales (Azrael), David Lamb, Patricia Pons e Iván Muñoz (SynlakrosS), Eugenio Toribio, Sergio Garay (Sylvania), Sandra La Madueño (Castellón Baila), etc.

Nota final de este texto. Son varias semanas en las que el álbum "Esperando al Ángel Negro" está entre las primeras posiciones como mejor disco del 2022 de todo Aragón, en la web de Aragón Musical. En dicha web nos informan que "Los tres [grupos] más votados en enero de 2023 entrarán directamente a estar nominados a los 24º Premios de la Música Aragonesa, bien a mejor elepé, bien a mejor epé.

Pues bien, les deseo todo lo mejor a Abismo, en esta y en cualquier otra batalla que libren, aunque pase lo que pase ellos seguirán cantando desde la azotea de una casa abandonada en este abandonado (de alma) mundo, recordándonos lo que éramos, porque, quizá, podríamos retornar a serlo. Quizá si, quizá no. ¿Tú qué piensas?

 

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