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Por Ángel Padilla
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Entrevista a Ángel Padilla, poeta de los animales

  • "He aquí un mañana posible, justo y justiciero, que se fundó sobre las cabezas de todas y todos"

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Ángel Padilla. Fotógrafo: Vicente Bolufer

Ángel Padilla (Valencia, 1970), es poeta, novelista, autor de texto teatral y letrista de canciones. Ha publicado muchos libros en distintas editoriales, se han representado varias de sus obras de teatro y más de 30 poemas suyos se han convertido en canción por distintas bandas y cantautores. Su Obra de compromiso a favor de los animales y de denuncia del calentamiento global viene siendo estudiada desde hace años en Congresos internacionales de literatura de vanguardia y en libros de ensayo sobre la última literatura crítica en castellano. Es conocido como "el poeta de los animales". El poeta considera sus libros herramientas para el activismo, y los usa en sus actos de protesta donde se producen los martirios de animales; ha detenido, así, pasos de "Moros y cristianos" contra 'la esclavitud de los caballos' y entrado en varios bous al carrer para gritar por los toros, lo que le ha procurado agresiones, graves amenazas y detenciones por la policía. En pocos meses verán la luz sus obras: la novela animalista y pro salvación de la Tierra "Humanzee" (de la mano de ediciones Hades) y el texto teatral, en libro, "Los hijos de Romeo y Julieta", con igual fondo temático (por La Consentida editorial).

1— Ángel, creemos que te lo habrán preguntado varias veces, pero sería interesante comenzar esta entrevista con la cuestión: ¿dónde nació lo de “poeta de los animales”?

El término lo acuñó ANDA, en una de las entrevistas primeras que respondí como escritor. La entrevista apareció en la revista SOS Animales, y en ella, en la foto principal, aparecía yo sentado ante la mesa de escritura en un cuarto de Valencia, donde vivía, y aparece mi perra Reina, que tanta felicidad me dio pero murió tan terriblemente (queda todo reflejado en la canción “Vuelve Reina”, de Graciela Folgueras, que del poema que hice, destrozado de dolor, realizó Folgueras una canción tremendamente emotiva, se puede ver en youtube). En esa entrevista, en el mismo titular, ya ponía “Ángel Padilla, el poeta de los animales”. No recuerdo si yo en apartes les dije a los de ANDA que escribía por los animales y no veía que muchos más lo hicieran, etc. Cuestión que llevo denunciando hasta la actualidad, por ejemplo reflejada en la canción “A los poetas“, de la misma Graciela Folgueras y que se puede escuchar también en youtube, nos dice que la literatura es bella pero es una profunda estafa en tanto a que es mentira en buena parte de su mención del mundo: han grabado a los animales como lo que no son, cosificándolos como están en la misma vida de los humanos especistas, realidad y ficción se han espejado y desde los libros pocos o nadie habían hablado hasta entonces por los animales, me refiero en un libro de ficción y/o creatividad (que de ensayo ha habido varios), una novela o un libro de poesía. En la actualidad, por fortuna, ya hay más poetas y escritores que ocupan obras enteras para los animales, no reflejándolos como en los álbumes de propagandas de juguetes donde se vende “granja de animales” o “caballito para montar” sino que, en forma animalista, se introduce el autor en sus conciencias y construye algo parecido a su voz (nunca lograremos imitar la dulce y honda voz, desgarradísima como una estrella que se mueve, de los animales sometidos), para que el humano se asome al tormento del holocausto animal. Entonces, como decía, me gustó el término, lo sabía mío, el de “poeta de los animales” (como a Castro Alvés, el poeta de los esclavos, le nació el término, y le fue grato); de igual forma ocurrió que a partir de esa entrevista en algunos medios otros animalistas me denominaban así, y yo no lo evitaba, incluso lo alentaba, me decía: si en las cosas que haga, por pequeñas que sean, aparecen los animales en primera nota, ¡ya son visibles! Todos sabemos que la mayor baza de los explotadores de animales es ocultar la explotación, asociar animales usados con bienestar, y no con tortura. Desde la poesía y otras formas del uso artístico de la palabra vengo escribiendo décadas libros para denunciar la tortura animal por el pertinaz, en su malevolencia, humano. Mi deseo no es ser “el” poeta de los animales, sino uno más de decenas, de cientos. La realidad no invita a la esperanza en terreno literario. Aparte de los pensadores y filósofos animalistas, para la creación alta está, por suerte, Amanda Eznab, que nuclearmente escribe para los animales y la naturaleza. No conozco otro poeta de altura (y conozco muchos) que dedique el grueso de su obra a ser línea de comunicación, con la potencia eléctrica del río, de los animales sometidos hacia nosotros. También opino que la filosofía sobre los animales deja mucho que desear; releí el “Liberación animal” en su versión revisada por el autor publicada en 2023 y me nacían las arcadas en toda su lectura, como cuando lo leí por primera vez, asombrado por todo lo que Singer revelaba. Singer fue válido por lo que reveló, la realidad del sufrimiento animal, con descripciones que hasta entonces no teníamos, datos y detalles. Lo peor de la obra, la opinión del propio Singer, que es bienestarista y que siempre la acaba cagando aquí o allá con concesiones al dominio humano sobre el resto de los animales. Sobre todo patinan en terreno de la vivisección, donde casi todos los veganos defensores de los animales no son radicales diciendo No a toda la vivisección. Ellos dicen, No aunque si se realiza para… (cuando per sé, la vivisección además de crudelísima es una completa estafa porque no es un método válido, como demuestra sobradamente Javier Burgos).

2— ¿Dónde te sientes más cómodo, en la novela o en la poesía, prosa o verso?

Siempre digo que esencialmente soy poeta. Puedo escribir novelas, se han publicado varias novelas mías, y teatro, se han estrenado obras, hechas en teatros y representadas para niños con muñecos de guiñol. Desde mis inicios salté cómodamente de la novela a la poesía, incluso escribía al mismo tiempo novelas y libros de poesía, podía hacerlo. Sigo haciéndolo. Para mí son lo mismo. Pero cuando paso, camino, por un libro de poesía, en concepción, me siento más en casa. Soy más yo. La novela requiere mucho más razonamiento lógico. No digo que la poesía no, los entramados internos, los cimientos de toda obra poética, están pensados con mucha estrategia y lógica, mas la forma tiene más vuelo, pluma y cielo alto. En la novela hay que pensar más en si tal personaje queda creíble (o increíble, si da susto, si queda loco…), si lo que dijo páginas después se corresponde con su personalidad, si todo encaja con un hilo tenso y entretenido. Una novela, por mucho vuelo poético que tenga, ha de ser entretenida, que te enganche, el misterio. Siempre comienzo con un enigma. Mis novelas comienzan ya con el nudo, en general. Y siempre me salen con miedo. Trabajo con el terror, a menudo. Un crítico dijo de mi poesía que es una poesía de terror. Así, comienza todo con un temblor, cada obra, con un conflicto desde la primera página. Las novelas traen ya al abrirlas un fuego o una explosión, un tornado. Pero es que los libros de poesía también. Me interrogo mientras escribo ahora y me doy cuenta de que tanto poesía como novela las escribo en forma muy parecidas, de hecho todos mis libros de poesía son temáticos, lo que llaman en música “álbum conceptual”. Entonces cada poemario mío, por extraño que le parezca en su lectura a un neófito o poco leído en poesía, se puede leer como un cuento, una narración de hechos. En definitiva, necesito como el respirar escribir novela y escribir libros de poesía. Escribo, por lo dicho, que me siento más cómodo y libre, más libros de poesía que uso la prosa. Pero también es muy cierto que de cuando en cuando necesito urgentemente introducirme en una nueva novela, porque hacer crecer un mundo con identidades, espacios y luces y colores (pintar, en definitiva, soy tan poeta como pintor) me parece un acto mágico, y si es usado ese espacio y personajes para reflejar una opresión, entonces la tarea es mucho más relevante. Me siento saltando de una barquita a otra, todas endebles, todas a punto de naufragar en un mar tormentoso, e intentando salvar mi cuaderno de diario donde, si me hundo, que será algún día (y cada día temo que me viene más cercano, y no lo temo por mí sino por mi obra, de si no la dejo bien cerrada y destinada a su fin, sobre todo la parte más esencial de ella), alguien pueda leer lo que vi en la travesía, esté escrita en la forma en que esté escrita esta.

3— Tu activismo parte de tus libros y de la lucha animalista, usas, de hecho, tus libros, físicamente, en muchas de las acciones directas que has llevado a cabo y de las que la prensa ha dado cuenta tantas veces.

No diferencio mi obra de mi vida. Cuando digo que no soy ciudadano, no miento, porque renegué de ello hace tiempo. Y digo que soy animal porque al dejar de ser hombre y persona, soy la base: animal. Porque los humanos se llaman humanos a secas para arrojar al cubo de la basura (como trituraba las noticias que ponían en duda el pensamiento único el Ministerio de la Verdad en “1984”, de Orwell), de su biológico constructo animal humano, lo de animal, así animales son el resto de las especies y ellos, ‘sólo’, humanos. Así, se separan, son otra cosa, mejor se entiende, eso dicen, caraduras. Como los burgueses y los condes y casas reales, lo de la sangre azul, y los demás no la tienen. Y se lo creen, y lo hacen creer a los nacidos, cada hornada de nuevos nacidos (además de apuntalar el clasismo, para que el capitalismo subsista): somos superiores al resto de las especies, eso ven y oyen decir y lo hacen suyo los bebés humanos aun cuando comienzan a hacer primera aventura del mundo fuera de la madre, y lo hacen suyo, y se convierten en nuevos especistas, en nuevos crueles peligros para cada individuo de las otras especies. Todo bien tramado, la farsa, la estafa. Desde” el nacer ya el bombardeo especista, en los juguetes, “establo de caballos”, “kit de pesca”, “cocina (para niñas)”, todo tipo de “caballitos para montar”… Como en las sectas destructivas, en las religiones, el cliché se forma por la repetición, una mentira repetida miles de veces, en el inconsciente ya es una verdad. Por ello creo que ahora toca generar la disonancia cognitiva, cuando poco, para que luego después del trauma de las dos ideas contrarias (1. he de oprimir animales porque es mi derecho, 2. no he de hacerlo, porque su derecho no se debe ver afectado por mis caprichos, sean los que sean y vengan ordenados por quien/es sean). Y no creo que el animalismo actual esté trabajando bien, lo hacen a destiempo, se han quedado anticuadas las acciones, la manifestación, la charla por las calles, luchar en la educación. Todo eso era bueno por sí mismo hace veinte años. Hoy, cuando el divide y vencerás, cuando la masificación de información es más intensa que nunca, cuando cada idea o voz que se alza de inmediato se hace una papilla con el otro millón de voces que hacen “ruido constante”, donde la oscuridad de la estupidez es la luz de cada día de millones de personas que viven una mentira, una locura colectiva, un onirismo donde creen sentirse cómodos y libres, como en la cueva antigua de Platón, debe haber locos que hablen de la luz de fuera. Deben seguir las formas de protesta y visibilización del infierno animal, pero deben aumentar las protestas agresivas y creativas, a la altura (o bajura) de este tiempo, que son más efectivas. Es como si en una noche donde un barullo de voces de muchos lo cubre todo hablas, no se te oye. Pero haz tu voz de luz y grita, te verán. En eso consisten mis activismos (y muchos de otros activismos agresivos tipo los de Femen o Pussy Riot, que los hay por todo el mundo, sólo que no se les hace el suficiente eco, “El ejército de los saris rosas”, la resistencia palestina de los niños como la de la admirable Ahed Tamimi, y deseo que se hagan mundiales, todos esos alzamientos de Unos y Unas, brillando entre la sombra de la quietud general y ausencia de ideas que puedan hacer más ruido que el ruido que rodea y apocha nuestras casas y lechos. Si muchas y muchos hacemos disrupción en todos los lugares, colegios, iglesias, mercados, zonas de ejércitos, calles, azoteas, reuniones de esto y lo otro, grandes charlas abarrotadas de gente donde se habla de esto y lo otro, allí entrar y en forma novedosa hablar por ellos y por la Tierra. Pondré un ejemplo. Cuando entré en el Auditorio Arturo Varea de Burriana (Castellón), lleno de gente en donde toreros y ganaderos hablaban de “la próxima temporada taurina”, a voz en grito recitando mi poema antitaurino “Mañana”, con mi libro de poesía antitaurina en las manos “La guadaña entre las flores”, estoy en un acto de resistencia potente, porque ya no es alguien diciendo algo contrario a lo que dice otro, rompo el canal y los desconcierto. En una presentación de tortura taurina (para ellos cultura), entro leyendo un libro de poesía (que por cierto -no por casualidad, claro-) donde se protesta por la muerte del toro en el ruedo. El residuo es Cultura contra tortura. Por supuesto estos actos no servirían si luego no salieran en prensa. Deben hacerlo para que otros los hagan en otros lugares. Cada una con lo que sabe hacer. ¿Sabes tocar el violín? ¿Posees una buena voz, cantas? ¿Bailas, y podrías realizar una coreografía contraria al martirio animal? ¿Eres mimo, payaso, buen orador? Usa tu capacidad, piensa bien, inventa una acción que sorprenda y genera la “disrupción”. Estos actos, insisto, si son pocos, no valen; si creciera en el mundo el número de disruptores en todos los lugares, y fuera insistente y sin freno, los coordinadores, financiadores y directores de estos actos, sean los que sean, donde se habla de animales torturados como cultura, donde se tortura a animales por el pueblo como algo bonito y es vomitivo, donde “legalmente” se llenan pueblos de gente para celebrar su tradición anual de matar animales en mercados, o perseguir toros por los valles, caballos que bajan de las montañas o cerdos engrasados, allí deben entrar cinco tíos cantando una canción, guitarra tocando, entre las gentes; varias mujeres pueden entrar gritando, vestidas de harapos y con atrezzo de teatro, representando una tragedia, o desde las terrazas varias cabezas de activistas aparecen imitando el sonido de los toros, como una alarma natural, interrumpiendo los actos, boicoteándolos, haciendo pensar al resto, cuando salgan sus hechos en las noticias. El animalismo, sus actores, no son todavía ni el grano en el culo necesario del especismo, caen simpáticos, son la anécdota. En tanto el animalismo no esté completo y sobrado de “locos y locas” que se arriesguen y entreguen por boicotear todos y cada uno de los actos especistas, con acciones que disloquen y los del plano pensamiento (todos, en suma, los que creen que pueden oprimir saliendo impunes) finalmente se reúnan y contemplen, porque ya les es muy molesta nuestra presencia, la supresión del acto o actos porque les es más problemático realizarlos ya, porque nos van a encontrar, que hacer otra cosa. Imagina que en cada programa de TV en directo nos interpusiéramos ante las cámaras para Decir. Que en lugar de haber tanta gente quejándose gastando su tiempo, lo empleasen en ser grano en el culo de cada publicación que aparece en contra de los inocentes, lanzar otra flecha incendiada hacia ellos. Que no haya un fuego sin respuesta. Charco sin bota, mano cogiendo caracoles al finalizar la lluvia para hacerse un guiso, y otras manos allí quitando de las manos agresoras los caracoles a los que cometen crimen contra los campos y descampados. Contra un cazador, tres paseantes campistas que le joden la tarde. Contra un pescador, alguien que desea bañarse justo allí. En las carnicerías, gente con camisetas y cartones con los animales como realmente mueren, bajando en paracaídas en las lonjas activistas haciendo llover flyers con mensajes de “Asesinos, volved a vuestras casas en veganismo!” (en silencio, con respeto). Cuando seamos la peor opción en sus cosas, esas cosas ya no las harán. Entonces lograremos el cerco a sus actos de opresión animal. La calma y la tolerancia no han funcionado. Sólo por sofocación se apagan los incendios.

4— ¿En qué obras literarias trabajas actualmente? Sabemos que pronto verán la luz algunas de ellas.

Terminé “La Bella Revolución” en su edición definitiva. Ahora está siendo leída por una editorial, cruzo los dedos porque hay algo en mí que me dice que saque cuanto antes mis obras, está el mundo tan mal, y siempre pensé que no pasaría de los cincuenta años (es una idea de mi atolondrada y oscura niñez y juventud, en que era más loco que ahora, aun); aunque al conocer a Iratxe, mi mujer, supe que podría soportar el mundo el tiempo que sea, porque como digo en muchas pares de “La Bella Revolución”, Iratxe es el verdadero mundo (porque lo refleja, porque lo acoge, porque el mundo habla desde en sus labios). Y, por otro lado, o el mismo, porque es una obra que toca iguales temas, mi texto de teatro “Los hijos de Romeo y Julieta” será editado en libro por la editorial La Consentida, cuestión que me llena de alegría porque es un texto muy completo en explosión de fuegos de valores animalistas y de respeto a esta Tierra y sus mares, bosques y cielos, libro para el que tengo grandes planes. Vengo de acabar de firmar el contrato de edición con la editora, quien según creo, teniendo muchas colecciones de libros, no había publicado aún texto teatral, este sería el primero, de la fundada para ello colección 'El semillero'. La profesora de Oralidad del texto dramático en la ESAD (Escuela Superior de Arte Dramático de Valencia) Pepa Zanón, está medularmente en los planes; es quien me ayudará a darle marcha a las formas que el texto adopte en el tiempo, desde la presentación del libro “dramatizada”, en que se leerá éste, una parte imagino; después puede que si todo va bien se prepare una lectura dramatizada para radio, y después, tarde o temprano, se representará en teatros. Luego, para primeros meses de 2014, Hades sacará la novela animalista “Humanzee“, que cierra la trilogía animalista que es conformada por “Mundo al revés: Origen“, (Sportula), “Mundo al revés: HISTORY” (ediciones Hades) y esta tercera que es “Humanzee”, que creo es la más completa, la más potente de las tres novelas. Aunque no me hagáis caso, para mí siempre el último libro es mejor que lo anterior. También espero respuestas de otras obras mías que son examinadas por editoriales, incluso alguna cosa mirada para el cine, pero eso tarda, tarda mucho. En general tarda todo mucho. Y yo no tengo tiempo. Los animales no disponen de tiempo. La Tierra, su vida, su vergel, talado a diario, es finito. Por eso me atormento en la celeridad por sacarlo todo, pero no hay forma humana de eso. Así que tantas veces paseo por los caminos de campo de alrededor de la casa donde vivo con mi amada Iratxe, y pienso, bajo un cielo azul lleno de chemtrails, intento relajarme. Intento ser como Billy el Niño, sacar humor hasta de los momentos en que ya parece que el cadalso es todo y cada rama parte de mi horca. El luchador por los animales ha de saber convivir con los fantasmas y el dolor de alma. Mi familia y amigos saben lo payaso que soy, estallo luces con mis manos de continuo, para iluminar una noche y darle sentido a un mundo que no parece tenerlo por ningún lado. Animal soy, y por eso me digo: Calma, paciencia, vive el instante. Levántate como las más altas que viste. Ruge como sabes.

5— Hablando de libros, y de llegadas de nuevas publicaciones, cuando realizas una presentación de alguna de tus obras, sueles llevar a músicos y otros artistas. Háblanos sobre ello.

Me crié con la música, concretamente con el heavy metal, y secundariamente, o en paralelo, con la música punk. Cuando chupaba tristeza y maltrato en la casa familiar, siete hermanos (tres hermanas y cuatro hermanos, entre ellos, yo) y mi único alivio eran los libros, de los que la casa estaba llena, no había pared visible, todas estaban tapadas con estanterías rebullentes de libros, entonces a los 15 años vino a salvarme la música, literatura y música me salvaron la mente, y la vida. Porque yo comencé desde muy pequeño a ser insociable y a frecuentar mis amistades en los libros, en las novelas, en concreto, las clásicas. Kafka para mí era más amigo y familia que los vecinos que teníamos y saludábamos a diario, la voz de los personajes de Dostoievski resuenan más y mejor en mi cabeza que las de los vivos que me rodeaban. Las autoras y los autores marginados en su época, o sencillamente enfermos por culpa de su arte o artistas a raíz de ser enfermos, esos eran los que más me abrigaban, leí insaciablemente la poesía de Silvia Plath, las cartas de Dostoievski fueron una revelación, y las de Baudelaire a su madre, pidiéndole cariño … y dinero. Las cartas de Fitzgerald con su mujer Zelda. Las de Flaubert, cuánto se aprende con Flaubert sobre arte y aguante. Bukowsky, John Fante, la generación beat, las biografías, de Janis Joplin, de Lorca, Miguel Hernández, Marilyn Manson, Ozzy Osbourne, … Fue cuando ya tenía mi círculo de amigos, que eran los libros, cuando llegaron refuerzos, y como digo fue con unos 15 años, mi hermano me mostró un disco de Iron Maiden, también algunos de AC/DC, y lo de los Barones, Barón al Rojo Vivo, y flipé: dije ¡esta es mi gente! ¡Esta es la música más maravillosa del mundo, está hecha para mí! Desde ese instante no he dejado de escuchar música metal, como un gran himno para mi vida. Punki también, Eskorbuto me encantan, Negu Gorriak, Extremoduro, Boikot, de más allá los Exploited me mataron de buenos, y cómo no los anarcas Sex Pistols. Con el tiempo he podido conocer a algunos y algunas de esas glorias, conocí a Vicente Feijó, de mi admirado grupo Zarpa de Valencia, conozco a Leonor Marchesi, de Santa cuando hicieron el glorioso álbum “Templario”, conozco a Enrique Rosales de Azrael, conocí a la gente de Barón Rojo. Para mal, al Sherpa, que se tornó —o ya lo fue siempre— de la extrema derecha y tuve rifirrafes con él en notas de prensa incluso, donde Óscar Sancho, otro hacha del metal que tuve la suerte de conocer, cantante de Lujuria, le metía caña también al Sherpa por sus tuits racistas y fachas, que a (casi) todo el mundo heavy asquearon. Desde mis secciones de opinión he tenido la suerte de entrevistar a buena parte de la plana de grandes del rock de este país y de algunos países sudamericanos. Como al cantante de Badana y los anteriormente nombrados, al Pulpul, de Ska-p, Carlos Pina de Panzer o a José Carlos Molina, de Ñu. Con este último tuve una ‘amistad’ corta, porque en cuanto le vi publicar cosas de comidas de animales, le reprobé y se enfadó, se burlaba, y lo mandé a la eme, le dije, como les he dicho a tantos, que como han formado parte de músicas contestatarias, que rechazan la violencia y las desigualdades, la injusticia, y cómo son parte de un fascismo peor que todos, el mayor, la peor y más lesiva tiranía: el especismo. Ninguno entiende nada cuando esto les digo, mas creo que no quieren entender. El mismo Óscar Sancho dio por finalizada nuestra amistad porque yo insistía en el veganismo para su parte, ya que como el de Ñu, él a veces publicaba cosas humillantes hacia los animales, con lenguaje especista. No soy alguien de callarme, más al contrario, y voy a la contra de ese pensamiento monjil de muchos veganos, que sueñan con que si tratamos con mucho cuidado, con algodoncitos, a los no veganos, algún día abrirán los ojos. Soy más de tirar la información de golpe, porque a los animales ni a la Tierra les queda tiempo ni desean seguir así. No hay tiempo que perder y, no vegano, o te tornas vegano o me tendrás de cara reprobándote, porque es mi obligación moral. Entonces vuelvo al origen de la pregunta, mi poesía se hermana con la música con muchas cuerdas de barco, entiendo el lenguaje como una música; así como las novelas las escribo ya pensando en verlas en cine, las escribo estéticamente como reproducidas ya en pantalla; así con la palabra, me va saliendo orquestada, con sus instrumentos y músicos y sonidos. Por eso he tocado tanto el teatro, donde todas las artes confluyen, y por eso en mi temprana juventud pinté cuadros al óleo, porque escribo pinturas, si se puede decir, y canto cuentos, y pinto poemas. Y los músicos me han formado mucho, tanto como las lecturas y las grandes figuras literarias de las que he bebido, para formarme y reformarme como persona; más bien, para confirmarme, porque desde muy pequeño he tenido claro que estaba en contra de la sociedad humana. Yo tenía un padre maltratador, y veía ese maltrato y violencia en todas las cosas —porque realmente estaban, están. Y comía cada día tanto libros como las escenografías de violencia de mi padre. Él ponía los fines de semana vinilos pero de música ligera, qué horror, Julio Iglesias, Diango, Masiel, Manolo Escobar, ¡no sé cómo sobreviví!; entonces yo escogía libro de entre los miles que atestaban la casa y me refugiaba; cuando tuve conciencia musical, cultura musical, me sumergí de lleno en mis mejores bandas y avancé con ellas. Soy un constructo de las mejores canciones que escuché, de los cuadros más preciosos que vi y de los seres maravillosos que con sus ojos de óleo y sangre me miraron en esta vida. Cuando canto oigo a más. Cuando pienso siento a más pensando. No podría estar sin música. No podría vivir sin leer. A quien menos soporto es a mí mismo. Si pudiera ser quienes me ayudan en mis libros (los animales y Natura y quién sabe qué más) menos yo, sería feliz. No aspiro a ser feliz, y quiero, porque he vivido toda la vida, he llegado hasta aquí, con ese que llaman Ángel, que tiene dos piernas y ahora mira esta pantalla mientras tecleo con sus manos, mas cada vez se me hace más pesado llevarlo a cuestas, porque es torpe y porque impone pensamientos invasivos de desastre, cuestión de lastre que quedó de mi infancia obscura; mi parte de poeta es la que me salva, porque es la que contiene muchas y muchos, que no soy yo, y es la que contiene al yo mío intocado, que casi no lo conozco porque se oculta y sobresale entre rosaledas y cabezas erguidas dignas de los tantos animales con que me comunico a diario por las paredes del aire, en el salto de caballo de mi mente desde mí hacia todas las cosas (bellas).

6—Se sobreentiende que al vivir el dolor (en tu infancia) del maltrato, conoces, estás más cerca, como si dijéramos, del dolor de los animales esclavos, usados y abusados.

Exacto. No me he extendido mucho sobre el tren de los martirios de mi infancia en otras entrevistas, creo que es necesario que lo tomemos y volvamos juntos, lectores y yo, a ese piso en la Calle Alcublas número 5, puerta 15 de Valencia donde todo el horror de la vida lo asumí de frente desde el nacer. Y porque creo que reflejando qué pasó allí, examinamos qué pasa con los animales sometidos y por qué siguen siéndolo. Podría contar varias experiencias del terror que vivimos con un padre loco y violento, agresor de toda la familia, pero resumiré ese paso de la luz de mis ojos por la infancia así: lo que más me llamaba la atención es la diferencia corporal y mental entre quien ejercía el dominio y los dominados. Te cuento, yo me sabía pequeño, corporalmente, intenté en varias ocasiones detener a mi padre, sus agresiones, pero siempre el impulso fue frustrado, mi padre podía empujar mi cuerpo con facilidad, torcerme los brazos, podía, en suma, luego castigarme duramente por haberme interpuesto entre él y mi madre. Sin embargo, ni aun con eso, mis hermanas y hermanos y yo dejábamos de intervenir, de hecho recuerdo (¡cuántas veces ocurriría esto!), como un recuerdo de vivencia vivida muy repetidamente en los días, de mi familia todos en el suelo, un mar de cuerpos intentando elevarse y cayendo, cayendo los de allá sobre los de aquí, yo intentando alzarme y un brazo en su caída me hacía caer o un cuerpo en su avanzar hacia mi padre se trenzaba con el mío y caíamos, un oleaje éramos de pedazos de seres que lloraban, y Gritaba esa ola, mi perro ladraba, era la alarma (perro pionero de todas las alarmas, Securitas, Prosegur, todas las alarmas modernas aprendieron lo que saben de mi perro), mi perro siempre que había bronca en la casa ladraba infatigablemente (cuánto debió haber sufrido ese perro, Lagun se llamaba!). Y entonces vi, comprobaba, verás, que la diferencia de fuerzas, si es importante, impide que la víctima pueda defenderse. Yo era como un enanito saltando al sol, nunca llegaría. Luego está el acostumbramiento, o sea la depresión: me recuerdo un niño serio y solitario. Como no conocía otra cosa, pues creía que el mundo era hostil, todo él, por naturaleza. No sabía que había parques amarillos esperándome donde tendría el amor en otoño, no sabía que escribiría poemas con el corazón latiendo y sin mi padre a mi lado supervisando mi vida, ignoraba que el sol y el cielo y las cosas podrían brillar de otra manera. Sólo tenía esa casa, sus cadenas, su esclavitud, su mierda acumulada en todo, debajo de las camas, bajo el lavabo de la cocina, montones de ropa y botellas con telarañas oliendo a humedad, dentro y abajo de los sillones había ropa, zapatos, de hace siglos. Todo era como un barco naufragado, pero faltaba el agua. Estaba el capitán, que era mi padre, y los marineros, que debíamos ser nosotros, no entendíamos qué debíamos hacer porque él sólo gritaba y gritaba! Esa es la vida de un animal reo de nacimiento, gallina, vaca, orca o delfín en acuario, león en zoo, pájaro en jaula, monos en laboratorio: somos una estirpe de pensadores que nacemos en la oscuridad, en una nada, y que sin mirar afuera, adonde haya luz, somos desdichados, apretados unos contra otros, sin aire, sin saber, y no sabemos por qué. La desdicha sin razón es peor aún. Hasta el triste quiere saber por qué lo está. Es lo mínimo. Es el nombre de la puerta por la que algún día salir. La razón de. Sin visualizar esa puerta ¿qué se posee? Nada. El dolor, de las estrellas hasta uno y de uno hasta las estrellas. Me alineo con los animales vapuleados porque yo lo he sido, lucho por su libertad porque sé lo que es vivir privado de ella, hablo de sus dignidades, porque de pequeño no sabía que tenía derecho a ella, quizá lo sospechaba, pero ese ogro borró toda esperanza en mí. Es el mayor horror en este mundo. Un niño sin esperanza. Un perro sin esperanza. Animales reos sin saber qué han hecho, sin esperanza. Con esto no afirmo que todo lo que escribo provenga de esa vieja herida. Qué va. Lo que indico es que, habiendo conocido la guerra, sé qué son los soldados —todos malos—, y que habiendo conocido a un carcelero y a un verdugo, sé que ningún carcelero es bueno, y que todos los verdugos son malos. Porque si no serían otra cosa. Uno, en libertad, puede dedicarse a lo que quiera. Si eres matarife de animales, eres como mi padre, eres un detrito. Quien no puede elegir es el caballo azotado para que arrastre un carro. Que no vayan de víctima los conductores de camiones de cerdos, porque trabajan en esa inmundicia de trabajo cómplice en la maquinaria negra de explotación animal en busca de privilegios: casa, comida caliente, placeres particulares … En mi obra “La Bella Revolución” hay un apartado muy terrible, que hasta a mí me asusta, que se llama “El dolor”. Cuando el libro esté editado pido al lector que lo lea, pero que lo lea en campo abierto, porque deseará que corra el aire y poder, si acaso, escapar (no sé por qué digo esto, pero lo pongo, me doy cuenta de que estoy contestando en este punto ahora en forma más inconsciente). En el apartado indicado aparece un poema loco y enfermo llamado “Herradura”, donde el libro se desata en sus cumbres más hermosas y más inquietantes … “Con tres heridas llego …”, dijo el poeta alicantino. Yo digo que vengo con millones de heridas, y que cada una de ella es una boca. Es la canción más terrorífica e inquietante, pero la única liberadora, de billones de almas, corazones, y de quien no quiera tener que ver con los directores de prisiones de animales … Que oigan, que escuchen este canto múltiple y multitudinario en la noche … Me dijo un caminante una vez: yo cuando miro la montaña largo tiempo, soy la montaña. Le respondí: lo eres aun cuando no la mires.

7— ¿Qué es para ti la realidad? ¿En qué piensas cuando escuchas las palabras amor, amistad, paz?

Dichas palabras han sido tan usadas y en forma tan torticera que ya, para la conciencia popular, lo que significan no es lo que son. Por ejemplo, el amor. La gente habla de amar y del amor como hablan de comprar un traje, ya todo se ha insertado, y no sale, en un lenguaje utilitarista, todo interesa de la vida en función del placer que pueda reportarme, no placer intelectual, sino corporal, de los sentidos más toscos. Entonces el humano vive ya perfectamente dentro de las distopías “Un mundo feliz” y “1984”. Creen vivir una realidad, pero viven una realidad dictada, lo cual es una estafa porque nadie debe indicar 1) cómo hemos de mirar el mundo, ni mucho menos 2) en qué forma debemos ver las cosas. Pero ambas cosas se dan. Ordenan desde la televisión y los medios escritos, y ahora mucho más en internet, que es lo que se consulta, qué ver (con la moda, con los hábitos, con las tradiciones) y cómo ver (desde también la moda, desde la voz de su amo, el capitalismo, que marca la narración de hechos colectiva, el calendario diario de todos y de cada persona en su ámbito más íntimo). Como en “1984”, donde el protagonista en su pisito viejo y frío intentaba hallar minizonas donde las cámaras del Gran Hermano no lo recogiesen, para descansar un poco de tal asfixia, para relajar la cara, y poder pensar… Si nos seguimos haciendo la pregunta primordial, ahora, de ¿se permite pensar en el mundo en que vivimos? Y la respuesta sigue siendo no, porque es así. Entonces estamos en un grave problema. No porque siempre haya amos, sino porque hasta la actualidad ha pervivido el alma esclava en la gente. Y esa es la peor enfermedad que asola el planeta, 7 mil millones de esclavos sin alma azotando el planeta … Esa es la realidad, todo lo demás es mentira o poesía. Y cuidado, poesía es la máxima realidad, pero cuando es poesía, o sea escrita por muchas y muchos desde una o uno, o sea un lenguaje no especista, anarquista, antigobernantes, libre por tanto, algo bastante inédito. Un pintor tiene pinturas y te puede pintar una pared del color que quieras. Tú no, no tienes pinturas. Un poeta, de los que digo, puede decir “Somos poema” y seremos poema, partiremos de aquí, hacia otros lugares incluso fuera de la mente. Pero cada vez hay menos payasos, menos pintores y menos poetas, al menos de los que hablo, de los creadores de realidades genuinas, hablo de lo genuino, hablo del diamante de la montaña, o sea de la estrella que puedes ver cuando cierras los ojos. Del ojo del reo, verlo, cómo quedó en esa sombra incluso cuando marchó hacia las sangraciones y martirios. Hablo de las y los que pueden ver la espectrogénesis, incluso en el día. Este mundo es un poltergeist de cada tierra al punto más alto del cielo. Un paso continuo de fantasmas. Anda y busca a los vivos, te costará.

8— Si fueras un crítico artístico literario ajeno a ti que examina tu obra cuando tú no estés y debiera resumir tu labor en un par de líneas, alguien independiente y justo, ¿qué crees que diría?

He aquí uno que naciendo hombre se hizo una flor, porción de monte. He aquí uno que pudiendo obtener una vida en calma usando sus dotes, además de sus habilidades sociales, usó estos en favor de quienes no vivían en calma, entrando su alma en guerra en el proceso, contra sí y contra los demás. He aquí el millón que murieron, cantando sobre una alzada mole de palos, como una sombra justiciera ellos, como una hoz, burlándose para siempre de los agresores, hecha su agonía canción en un cielo renaciente. He aquí un mañana posible, justo y justiciero, que se fundó sobre las cabezas de todas y todos los que permitieron que se moviese, entre la oscuridad, su luz radiante hacia adelante, como el palio que traspasó la Libertad de su encadenamiento, hoy, aquí, hacia el futuro.

 

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