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Por J. P. Enrique
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Rajoy empieza a cavar su tumba

    Se acaban de celebrar elecciones y, como se anunciaba, en Cataluña todo sigue como estaba (y estar como estaba es estar peor): Los independentistas siguen con su mayoría parlamentaria y se ha constatado que la sociedad catalana es una sandía partida por la mitad (tanto hablar de mayoría silenciosa y resulta que también era independentista). Otro dato relevante es el ascenso de Ciudadanos que ha aglutinado el voto de quienes se dicen constitucionalistas pero toman de la Constitución lo que les conviene. Les sirve para presumir de que han marcado muchos goles aunque hayan perdido el partido. Al lado de ese dato hay que apuntar el hundimiento del PP, un hundimiento que certifica que  ese partido empieza a desmoronarse a partir total rechazo de la sociedad catalana y que el inmovilista Rajoy empieza  cavar su tumba. Un partido que es un lastre para encontrar una solución porque son a  ellos y sobretodo a ellos a quienes deben agradecer los independistas los votos que han logrado de una sociedad cabreada.

    ¿Por qué ese rechazo al PP en Cataluña hasta dejarlo en un partido insignificante con menos apoyos que la CUP? Porque es un partido que lleva años hiriendo en el amor propio a los catalanes: Recogió firmas contra el Estatut, azuzó en el secesionismo lingüístico, protagonizó campañas de boicot contra sus vinos espumosos, centralizó las infraestructuras dejando de lado el corredor mediterráneo, propagó el anticatalanismo en el resto de España, ignoró a quienes se manifestaban en las calles una y otra vez mientras Rajoy leía el Marca y encendía un habano, ordenó a la policía actuar de forma desmesurada el 1-0, puso como líder a un político con tintes xenófobos a quien apenas han votado ni en Badalona, la ciudad en donde fue alcalde,… Favoreció con un decreto ley que las empresas  abandonaran Cataluña, mandó a Soraya a sacar pecho diciendo con arrogancia y sonrisa burlona que ellos habían descabezado el catalanismo,… ¿Cómo pueden haber cometido  tantas torpezas?

    El beneficiario de esa actuación, a parte del independentismo, ha sido Ciudadanos, un partido en su sombra que ha demostrado tener en Inés Arrimadas a una mujer más fresca con un discurso muy hábil con el que derrotó dialécticamente a  Marta Rovira  en el debate que mantuvo con ella. También salió triunfante en un debate preelectoral con los líderes de otros seis partidos. Pienso que sin ella el descalabro del bloque llamado constitucionalista hubiera sido aún mucho más sonado.

     Rajoy y su gobierno solo han sabido cometer un error tras otro, errores que han sido útiles para incrementar el independentismo mientras azuzaban, a la vez, el anticatalanismo en el resto de España. Ellos han agudizado el problema y los catalanes les han dicho que de ellos no quieren ni  su sombra. Son parte del problema y por ello no sirven para hacer propuestas y para propiciar un diálogo sin líneas rojas en busca de una solución.

    ¿Y a partir de ahora qué? A partir de ahora tenemos el mismo problema, pero agravado y la misma incapacidad del gobierno de Madrid para darle una solución.

    Fue torpe e inútil facilitar la huida en masa de 3.000 empresas. A los catalanes les es igual. Ha sido inútil mandar a tantos policías y encarcelar a los líderes. Les da igual. Ya de nada sirve que les digan que se hundirá la economía. Les da igual. La mayoría independentista, cargada de ilusión e ideales, quiere creer en un nuevo país. Quieren creer que las empresas querrán estar en ese país. Quiere creer que en ese país habrá más justicia social. Quieren creer que en ese nuevo país no habrá corrupción y en él las personas serán solidarias y se preocuparán por una mejor sanidad, una mejor educación,… Sueñan como sueña el hincha de un equipo que se encuentra arropado por los de su grupo, por los suyos, para defenderse de las provocaciones de los otros. Quieren creer que ya se las apañarán mejor solos  para  organizarse y pagar las deudas. Quieren creer  en su país ideal como creen los creyentes en su dios.

    Ante esa fe en ellos mismos, para nada valen los miedos y las amenazas y menos venidas de un  equipo contrario que, se le mire por donde se le mire, está lleno de corrupción y en el que hasta sus más incondicionales  y sus cargos, viendo peligrar sus sillas, ya  empiezan a reclamar, en voz baja, un recambio de líder y rectificación de las políticas. Cada vez es más difícil porque lo que  exigen los suyos es más mano dura y esa solución es muy peligrosa.

    Tras la jornada electoral escucho a Rajoy por la radio en rueda de prensa. Se le pregunta ¿Qué errores ha cometido? Dice que ninguno. Lo han hecho todo muy bien. ¿Piensa reunirse con Puigdemont? “A mí -dice- me gustaría reunirme con Inés Arrimadas .Otra pregunta.”  Y como responde lo que le da la gana, afirma que el independentismo “ha ido perdiendo apoyos elección tras elección”.  Pero como yo también escucho lo que quiero, tras oír eso apagué la radio y puse música, pensando que si le preguntaban si pensaba dimitir tras la caída de 63% en escaños de su grupo su respuesta sería la misma que acababa de dar García Albiol: “Si abandonara saldría favorecido a título personal  pero dejaría al partido en una situación delicada”. Es evidente que con ellos no hay solución porque no son capaces de reconocer a realidad catalana y, en base a ella, hacer propuestas inteligentes.

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    comentarios 2 comentarios
    JPE
    JPE
    25/12/2017 07:12
    Moltes gracies

    Moltes gracies. Feliç any nou

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