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Por J. P. Enrique
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Lo dice ahora el FMI

    Aun a riesgo de que me tachen de agorero vuelvo  reproducir lo que  decía en mi anterior artículo: “Todo apunta a que se está gestando otra crisis muy, muy grave que coincidirá con el derrumbe de la bolsa neoyorquina”.  Apuntaba como causas las subidas de los tipos de interés y su efecto sobre las enormes deudas (públicas y privadas) emitidas para cerrar  la crisis del 2007. Unas deudas públicas que no se han utilizado para atender las necesidades de las personas. Todo lo contrario.

    En mi artículo llegaba a esa conclusión, nada optimista, tras apuntar los datos de la desregulación y del crecimiento de la masa monetaria. A ellas hay que unir otro factor: el incremento del precio del petróleo empujado por las amenazas a Irán que llegan desde EEUU. También de la alianza de ese país con el sionismo para desestabilizar Siria como vienen haciendo desde hace años. Como hicieron con Irak.

    El FMI utiliza un lenguaje más suave para referirse a los problemas de la economía mundial. Lo hace así habitualmente. Ahora sabemos que cuando nuestra banca tuvo que ser rescatada adornaron el mensaje tras negociar con el gobierno de Rajoy. Christine Lagarde dice ahora,  también suavemente, que “los riesgos que hace tiempo se divisaban han empezado  a materializarse” y el organismo internacional añade que “la creciente deuda de familias y empresas ha dejado a los bancos de algunos países expuestos a clientes de elevada carga” y da cifras de crecimiento económico más reducidas para el próximo año y para los cinco siguientes.  Concretamente para España (que este año anuncian que crecerá un 2,9 frente al 2% de la eurozona) nos hablan de crecimientos del 2,2 en 2019 del 1,85 para 2020, de un 1,71 para 2021 y descensos también para 2022 y 2023.

    Es decir, que tras años crisis en los que la banca ha recibido solo en nuestro país 62.000 MM y préstamos ilimitados del BCE al 0%, ese enorme monstruo sigue sin levantar cabeza y todo ello tras dedicarse impunemente a incrementar sus comisiones, a despedir trabajadores y a cerrar oficinas.

    Tras la caída de Leman Brothers, los Estados han incrementado la deuda no para atender a las necesidades de las personas sino para ayudar a las grandes empresas y acreedores Consecuencia de ello es que la deuda, con la subida de los tipos de interés, anuncia una nueva crisis que no podrá solucionarse de nuevo emitiendo más deuda pública. Ya tenemos ahí las crisis de Turquía, Argentina, Brasil y Sudáfrica. No son países pequeños. Las dificultades de esos países alcanzan de lleno al nuestro y los grandes bancos pedirán nuevas ayudas  directas o vía menores impuestos. Es decir nuevo déficit a cargo de todos. ¿Dónde ha quedado la tasa Tobín en los presupuestos pactados PSOE-Podemos aquello de recaudar 1.000 MM para dedicarlos a pensiones? En nada. En simples maquillajes.

    ¿Qué sucede en realidad? Sucede que la crisis del 2007 no se ha llegado a cerrar. Sucede que el capitalismo sigue ahí sin los controles que necesita para humanizarlo y que hasta Sarkozy quiso aplicar. Sucede que los poderes que mueven los hilos de los gobiernos han decidido que lo primero es preservar sus cuantiosos capitales y que lo que conviene es reclamar más liberalismo (liberalismo económico de derechos pero sin democracia como apunta Mounk en su libro “El pueblo contra la democracia”).

    Los creciente ascensos de los populismos de extrema derecha en Polonia, en Hungría, en Holanda, EEUU o en Brasil, no les preocupan a los poderes económicos. Al contrario, los defienden a la vez que  empujan para que caigan gobiernos molestos. El día siguiente en el que un líder populista (amigo de la tortura y enemigo de la prensa) obtenía la mayoría en las elecciones en Brasil la bolsa subía un 5,46% y eso que ni  Lula ni su Partido de los Trabajadores fueron  “terribles rojos comunistas” como acusan enseguida a los que intentan tocar privilegios.

    No hacer falta vivir muy de cerca la política para comprobar que las derechas democráticas están desapareciendo tras su viraje hacia el extremismo. En ese camino se envuelven en la bandera, en la Constitución y en pedir que se respeten las leyes (que les interesan), yendo contra los inmigrantes y pregonando bajadas de impuestos en lugar de hablar de redistribución. Un poco más y van contra la prensa libre y contra los organismos reguladores. También contra el medio ambiente.

    En 2019 habrá elecciones en Europa. Los populismos xenófobos y reaccionarios se unen y refuerzan su mensaje. Hace tiempo que están en campaña con Steve Banon detrás empujándoles para “echar por tierra a la Unión Europea”. El desencanto y la abstención juegan a su favor. Reagan, Theacher y ahora Trump son los ejemplos a seguir. Mientras dicen que “hay que respetar la voluntad popular” van contra ella controlando a la justicia y medios de comunicación.

    Lo siento, pero he decir que ahora mismo el peligro de una crisis mundial no es una quimera y lo preocupante es que los gobiernos, incapaces de controlar a los poderes económicos se quedan sin cartas con las que jugar si no quieren unirse al club de los que echan las culpas de todos los males a la inmigración incontrolada.

    Desde abajo, el infeliz que soporta la crisis mira a quienes solo pagan el 6% en impuestos y les agradece sus migajas. El infeliz mira al pobre, al inmigrante, y apunta hacia él como causante de la  crisis. Resulta fácil y sencillo hacer creer que la culpa de sus males es de quienes cruzan ilegalmente la frontera. Cebándose con ellos no se corrige la injusticia de los que apenas pagan impuestos, ni se legisla para suprimir los paraísos fiscales, ni para controlar a los bancos ni para regular los capitales  especulativos que se mueven con total impunidad.

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    comentarios 2 comentarios
    paco planelles
    paco planelles
    21/10/2018 07:10
    Sensatez

    Muchas gracias

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